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Una agenda sudamericana para enfrentar la incertidumbre

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Félix Peña, Clarín, 14 de junio. de 2022

En el mundo de hoy más gente vive en países conectados entre sí y con una creciente diversidad en sus preferencias culturales, políticas y económicas. Por lo demás se han acrecentado las opciones que tiene la población de un país para vincularse con la del resto del mundo.

Se observa, entre otros planos, en el comercio exterior de bienes y servicios, en las inversiones productivas, en el conocimiento técnico, en el desarrollo de la cultura, en el turismo, en la formación profesional, e incluso en el trabajo a distancia.

La diversidad de opciones para la inserción internacional, se acompaña de una incertidumbre sobre los potenciales efectos de hechos y situaciones que se originan en otros países, especialmente cuando por su ubicación geográfica y poder relativo, puedan generar impactos que trascienden a otros países e incluso al sistema internacional en general. Lo efectos colaterales que se observan actualmente en la crisis en Ucrania, desatada por la invasión de Rusia, así lo ponen de manifiesto.

Los cambios que se observan hoy en los múltiples planos de las relaciones internacionales, tanto globales como regionales, acrecientan la necesidad de una lectura actualizada y, sobre todo, inteligente de los efectos que ellos puedan tener en la perspectiva de cualquier país, así como en la de su respectiva región geográfica.

La calidad del diagnóstico que se tenga sobre la realidad internacional, es más que nunca un requerimiento esencial para navegar el mundo que nos rodea.

Ellos pueden tener efectos profundos en las relaciones internacionales de los países sudamericanos. Es una razón más para sumar esfuerzos con nuestros vecinos con el fin de desarrollar una lectura compartida de la realidad internacional, que sea inteligente y que, a la vez, esté orientada a la acción.

Los países de la región sudamericana, poseen ventajas que eventualmente pueden ser comunes. De ahí la necesidad de hacer un continuo esfuerzo para compartir las agendas de ventajas competitivas y, por ende de posibles acciones conjuntas y cooperativas. En tal esfuerzo, por cierto, debe incluirse la identificación de países de otras regiones, con los cuáles también pueden compartirse similares ventajas competitivas.

A título de ejemplo, se pueden mencionar algunas cuestiones en las que se pueden observar ventajas competitivas comunes entre los países de la región sudamericana. Entre otras podría mencionarse la de poder caracterizarse como una región de paz por el hecho de no poseer armamentos nucleares y por haber rechazado explícitamente impulsar su desarrollo.

En tal perspectiva, cabe valorar la experiencia resultante de la relación entre la Argentina y el Brasil -a partir del acuerdo tripartito sobre recursos hídricos que se concluyera en 1979 entre los dos países con el Paraguay-. Los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney, lograron revertir la tendencia al conflicto que se había manifestado en los años anteriores y que eventualmente hubiera podido llegar a tener impactos complejos en el plano del desarrollo y acceso a las armas nucleares.

Otras ventajas que se pueden mencionar, son las que podrían resultar de los progresos que se puedan seguir alcanzando, ente otros, en los siguientes planos: en la protección del medio ambiente, incluyendo en especial las políticas referidas a los efectos del cambio climático; en la calidad y diversidad de los recursos naturales; en los vinculados con la producción de alimentos y otros bienes inteligentes; en la convergencia cultural producto del mestizaje que caracteriza a la región; y en la pertenencia al Atlántico Sur -compartida en gran medida con la región de África del Sur-, y al Pacífico Sur, incluyendo la conexión bi-oceánica.

Quizá ha llegado el momento para desarrollar una red de reflexión internacional orientada a la acción en los países sudamericanos. Las cuestiones antes mencionadas podrían incluirse en una agenda de trabajo conjunto de las instituciones existentes o que se creen.

El objetivo principal sería el fortalecer la elaboración de agendas de trabajo conjunto que se encaren entre las instituciones que existen tanto el plano gubernamental, como en el empresarial y en el académico.

En las últimas décadas los países sudamericanos –a veces en forma conjunta con otros países latinoamericanos, tal el caso por ejemplo de México, de los países centroamericanos e incluso los del Caribe- han desarrollado esfuerzos conjuntos orientados a fortalecer su capacidad de acción en el escenario internacional.

Sus resultados sin embargo, han sido inferiores en cuanto a su eficacia y sostenibilidad, a los obtenidos en otras regiones, tales los casos por ejemplo, de la Unión Europea y de la ASEAN, en Europa y Asia respectivamente.

Una red como la sugerida, que además cuente con el apoyo y participación activa de organismos de financiamiento del desarrollo que operan en la región sudamericana y, por cierto del INTAL-BID, permitiría extraer todo el potencial que podría resultar, por ejemplo, de una ALADI efectivamente entendida como un instrumento del comercio internacional, la integración y el desarrollo de los países sudamericanos, con un simultáneo esfuerzo conjunto con otros países de la región de América Latina y del Caribe. En particular si de tal forma se obtiene un aprovechamiento inteligente del instrumento de los acuerdos de alcance parcial, que brinda múltiples y variadas oportunidades.

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