Reflexiones para una aproximación entre el Mercosur y el Reino Unido post Brexit
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Félix Peña, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 14 de enero de 2021
En la agenda 2021 del Mercosur la cuestión de la futura relación comercial con Gran Bretaña debe ocupar un lugar especial en la perspectiva de sus países miembros. De hecho esa era la realidad en el marco de la negociación del acuerdo bi-regional entre el Mercosur y UE. Obvio que en una perspectiva económica y política la pertenencia británica a la UE no era visualizada como un dato menor.
Tras la consumación de su retiro de la UE el pasado 1° de enero, la relación del Mercosur con Gran Bretaña requiere un acuerdo especial para preservar su alcance comercial preferencial en el sistema de comercio mundial institucionalizado en la OMC. Sobre todo si se tiene en cuenta que, sin perjuicio que ya no es más un país miembro, Gran Bretaña sigue teniendo una relación comercial preferencial pactada con la UE en el acuerdo post-Brexit recién concluido y, por cierto, una importancia significativa para las economías de los países del Mercosur.
Por lo demás se supone que sigue siendo una posibilidad cierta el que el Mercosur finalmente tenga también una relación preferencial con la UE. Es algo que al día de hoy parecería depender más de la voluntad europea de poner en vigencia efectiva el acuerdo cuya negociación, en principio, ha sido formalmente concluida. Si así no fuere, ello no impediría avanzar y concluir una negociación del Mercosur con Gran Bretaña e incluso, con otros grandes protagonistas del comercio mundial, en lo que debería ser una estrategia negociadora del Mercosur con alcance de alianzas múltiples.
Más allá de los innegables vínculos históricos que los países del Mercosur han tenido con Gran Bretaña, que no siempre han sido percibidos como teniendo un alcance positivo, al menos tres factores le dan mucho sentido a la prioridad que hoy puede atribuírsele a la negociación de un acuerdo post-Brexit, cualquiera que sea el resultado que pueda tener la negociación final por el acuerdo pendiente del Mercosur con la UE.
Un primer factor se refiere a la relevancia que tiene Gran Bretaña en el sistema internacional, en especial, por su dimensión económica y comercial. Por cierto que es una relevancia que se entiende más si se toman en cuenta la propia visión que se tiene en Gran Bretaña sobre su realidad post-Brexit. Al respecto, dos publicaciones recientes son recomendables para captar bien los alcances de una visión positiva sobre el papel de Gran Bretaña en el mundo del futuro. Uno es el informe de Bob Seely y James Rogers, que tiene por título “Global Britain: A Twenty-First Century Vision”. (The Henry Jackson Global Britain Programme, London 2019). Y el otro es el libro de Alex Brummer, “The Great British Reboot. How the UK Can Thrive a Turbulent World” (Yale University Press, New Haven and London, 2020). Dos conceptos son centrales en este libro y se reflejan en el título. Uno es el de reiniciar o resetear (reboot) la estrategia británica, en el sentido de volver a empezar o de retornar al principio. El otro es el de la incertidumbre del contexto global. Combinado los dos nos dan una idea de los alcances de los planteos que desarrolla el autor. Ambas publicaciones inducen a una visión positiva sobre el papel que Gran Bretaña pueda tener en un mundo visualizado como crecientemente incierto y caracterizado por la presencia de múltiples protagonistas significativos en el comercio mundial de bienes y servicios y en las inversiones transnacionales y, a la vez, por la capacidad británica de influir en la construcción del orden internacional.
Un segundo factor es el de una característica que siempre ha procurado tener Gran Bretaña en su inserción internacional. Es la de ser un país puente, con condiciones para servir de conexión entre distintos protagonistas del sistema internacional. Al respecto decíamos en nuestra nota publicada en esta columna del 13 de febrero 2020, que un objetivo de un acuerdo del Mercosur con Gran Bretaña, debería precisamente estar orientado a potenciar su capacidad de operar como puente entre países de distintas regiones, tanto desarrolladas como en desarrollo. Es una capacidad valiosa para todo intento de construir espacios de cooperación entre naciones muy diferentes y que, a la vez, puedan estar vinculadas entre sí.
Y, finalmente, un tercer factor debería ser –sobre todo en una perspectiva argentina- introducir compromisos firmes, que bien concebidos y desarrollados, puedan permitir resolver en forma inteligente la cuestión pendiente de la soberanía de las islas Malvinas. Obvio que no será fácil y que puede requerir que los pasos que se den en la dirección correcta demanden un período aún más prolongado que el deseable. La experiencia reciente de la no inclusión de productos originados en las islas, en el acuerdo concluido entre la UE y Gran Bretaña, no es un dato menor a la hora de imaginar el futuro de la cuestión de las islas en una razonable visión argentina.
Sumados los mencionados tres factores y colocados en la perspectiva de un acuerdo proyectado al “reboot”, tanto del papel en el mundo de Gran Bretaña y su relación especial con la UE, como en el de los países de un Mercosur inserto en una relación especial con la región latinoamericana, harían de este eventual acuerdo un precedente interesante para el abordaje de un futuro orden internacional basado en la convergencia de la diversidad de múltiples espacios regionales.