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Primera lectura del Libro Blanco

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 31 de julio de 2012

NOTA I DE V

El Libro Blanco sobre América latina, contiene las orientaciones básicas de la política china en relación con la región y es un punto de referencia básico para evaluar el cuadro presente y futuro de las relaciones económicas y políticas entre ambos actores. Hasta el momento China publicó tres Libros Blancos sobre regiones: Unión Europea (2003), Africa (2006), y América latina y Caribe (2008).

A fines del año pasado, el Grupo de Trabajo sobre China del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), dio a conocer a partir de los capítulos presentados por el Libro Blanco de China sobre América latina y Caribe (ALC), análisis y propuestas con el propósito de contribuir a un mejor aprovechamiento de las relaciones de la Argentina con el país asiático.

América latina tiene una importancia fundamental para China por las complementariedades entre ambos:

En materia energética, América del Sur y Central producen el 12% del petróleo mundial, mientras que consumen sólo el 9%; Africa produce también el 12% y consume el 3%; mientras que Asia produce apenas el 10%, consume el 31%, y esta cifra se elevará hasta el 50% en pocos años. Basta observar cómo hace apenas once años el consumo de energía de China equivalía a la mitad del de Estados Unidos, y este año China ha superado a Estados Unidos como el mayor consumidor de energía del mundo. En materia alimentaria, la situación no difiere sustancialmente. La población mundial es hoy de 7000 millones, y crece a razón de 80 millones por año, estimándose que llegará a 9100 millones en 2050 (un 40% más). El 90% de dicho aumento se producirá en la India, China y Africa sub-sahariana. Por lo que la demanda de alimentos y el consumo per cápita promedio aumentará 6,3% anual en los países en desarrollo hasta 2015 y satisfacer la demanda mundial de alimentos requerirá agregar 120 millones de hectáreas en los próximos 30 años. Según la FAO (organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y los Alimentos), más de la mitad de esas nuevas tierras cultivables se encuentran en sólo 8 países: 5 en América del Sur y 3 en Africa (Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Colombia, Angola, Congo y Sudán). Por lo demás, la producción agroalimentaria en Asia está seriamente amenazada por la escasez de agua. Se estima que, en 2030, el 41% de las reservas de agua en Asia-Pacífico habrán sido utilizadas. En cuanto a las reservas minerales, indispensables para el desarrollo industrial de China, tanto América latina como Africa (30% de las mundiales), son consideradas como la ultima frontera para una explotación sostenible.

AVENTAR DESCONFIANZAS

El Libro Blanco tiene el propósito de aventar naturales desconfianzas respecto de la intervención de China en un área de influencia nueva, dominada por el accionar de otra potencia; al tiempo que defiende posiciones y postulados claves para su política exterior (como la política de "Una sola China") y fija lineamientos y prioridades como referencia para su dirigencia y empresariado.

En términos socioculturales, el Libro puede también ser considerado como una apuesta para construir el denominado "poder blando", transparentando una estrategia de relacionamiento global positiva y así desactivar resistencias. Pero también trata de darle un marco de referencia a esta relación con una región a la que su diplomacia y empresariado desconoce en profundidad, y que -por la súbita y explosiva expansión de su economía- busca asociar en su expansión, como consecuencia de la comentada complementariedad.

El documento detalla una larga lista de temas, pero su núcleo es la forma como China concibe la cooperación económica con la región: el comercio, inversiones, finanzas, agricultura, manufactura, infraestructura, recursos y energía, aduanas, inspección de calidad, turismo, reducción de la deuda publica, así como asistencia técnica. También explica la importancia que China le asigna al creciente rol internacional que América latina adquirió en los últimos años, lo que lleva a describir los vínculos interregionales como "estratégicos". Deja también en claro que el principio de "Una sola China" es la base y condición excluyente para el establecimiento de las relaciones con los países de la región en términos bilaterales. En los aspectos militares, procura también evitar generar susceptibilidades y resquemores del lado norteamericano al circunscribir la cooperación con la región al área de intercambios, cooperación y diálogo para la defensa.

Los objetivos perseguidos por la aproximación del gigante oriental no difieren de los que impulsaron su expansión al continente africano en materia económica y comercial: el acceso a las materias primas para alimentar su espectacular crecimiento económico. Pero la oportunidad y urgencia de este nuevo vínculo se ve potenciada por la crisis de las economías centrales que limita uno de los motores de su crecimiento: las exportaciones. De esta forma fomenta un nuevo comercio Sur-Sur y afianza su presencia con nuevos lazos estratégicos.

China es un actor principal en la construcción del nuevo orden mundial, y aunque sabemos mucho de su antigüedad, desconocemos los mecanismos por los que se rige hoy este gigantesco mercado. Ya nadie duda de que a lo largo de este siglo será el eje del desarrollo global, y América latina debe encarar las oportunidades y desafíos de esa realidad. China está interesado en una relación estratégica, holística y no tecnocrática, donde interactúen la cultura, la educación y el turismo, con la ingeniería, la infraestructura y por supuesto, el comercio.

ACCIÓN-REACCIÓN

Los países suelen expresar sus posiciones e intereses por acción, o por reacción frente a iniciativas o desafíos que los involucran; y la claridad instrumental de esta estrategia de relacionamiento China con América latina y Caribe, nos obliga a reflexionar respecto del estado de avance de nuestra región en la formulación de una acción conjunta así como las estrategias de relacionamiento en el nivel nacional. Hasta ahora América latina no ha consensuado un proyecto estratégico para relacionarse con la potencia asiática. Es tiempo de avanzar con nuestras iniciativas.

Si los Estados de nuestra región no llevan adelante una acción conjunta y decidida para formar una nueva generación de ciudadanos con acabados conocimientos sobre China y sus características en todos los ámbitos de relacionamiento, nuestra sociedad se verá seriamente en desventaja en la puja mundial por asociarse en las mejores condiciones con este país y Asia que seguramente habrán de dominar la escena mundial en este siglo XXI.

Junto con un grupo de reconocidos expertos, hemos elaborado algunas iniciativas que podrían ser conjugadas con las propuestas chinas en cada una de las distintas áreas que propone el Libro Blanco: política, económica, cultural y social; y el de la paz, la seguridad y la justicia.

NOTA II DE V: ¿QUÉ PROPONEN, QUÉ SE DEBE RESPONDER?

El Libro Blanco de China sobre América latina y el Caribe presenta una serie de propuestas sobre las formas que podrán adquirir las relaciones entre ambos actores, que incluye el fortalecimiento de la cooperación entre países, en política, economía, cultura y temas militares, así como la participación de China en las organizaciones regionales latinoamericanas y caribeñas.

En el capítulo dedicado a la política, China -sin sopesar el factor tiempo- busca generar confianza promoviendo los intercambios de alto nivel entre dirigentes de ambas regiones, que incluya a los órganos legislativos y a los partidos políticos y los gobiernos locales, a fin de establecer mecanismos de consulta y lograr una armónica cooperación en asuntos internacionales.

Sobre esta base, un documento del Grupo de Trabajo sobre China del Comité de Asuntos Asiáticos del CARI presentó comentarios sobre las orientaciones del Libro Blanco. En este sentido se toma en cuenta que, por su estructura política piramidal, Pekín promueve los acercamientos personales entre los distintos estamentos de las dirigencias de todos los niveles de ambas regiones. A diferencia de América latina, caracterizada por la alternancia política, en el caso chino, el nihil obstat de su nomenclatura política, precede a cualquier acercamiento en las demás áreas y condiciona el éxito de cualquier emprendimiento conjunto.

Con la creciente presencia política que plasma con frecuentes desplazamientos de misiones en ambos sentidos busca estrechar alianzas con los países de la región procurando mostrar, en estos períodos de crisis global, su particular visión de una realidad internacional en permanente transformación. Mientras invita a la región a incorporarse a un esquema "multipolar" -que debilite o actúe como contrapeso a la histórica influencia norteamericana- categoriza los niveles de asociaciones en "estratégicas" o de "socios cooperativos" -según su nivel de empatía y amplitud temática que involucra la relación- y lleva adelante una agresiva diplomacia bilateral con constantes visitas en ambas direcciones.

Lo que no hay que olvidar es que una asociación estratégica con China puede tener un rol determinante en los foros internacionales donde interactúan políticamente nuestros países, así como en la cooperación científico-tecnológica para poder acceder con voz propia a los temas en debate y de alguna manera superar el dominio de los países desarrollados en ambos ámbitos. Pero no así en el área comercial, donde China ya está integrada a los países de su región en su estructura económico-comercial.

De allí que resulte prioritario que nuestros países busquen la mejor fórmula para no quedar limitados a ser meros proveedores de materias primas (agrícolas y mineras) y energía, frente a su suministro de productos manufacturados. ¿Podrán coordinadamente con una visión de largo plazo conciliar sus ventajas comparativas -especialmente en materia agrícola y minera- con sus objetivos de agregar valor a su producción?

DIFERENCIAS

En síntesis, China procura presentarse en la región como un socio aceptable y respetuoso, marcando diferencias con la percepción generalizada existente respecto a Estados Unidos. Claramente busca con pragmatismo un nuevo tipo de vinculación, con nuevos códigos. Los caminos son múltiples, los objetivos son claros: visitas, intercambios y hermanamientos para reducir la brecha del divorcio cultural.

En 2011, altos cargos del gobierno chino, como Xi Jinping, Wang Qishan, Hui Liangyu, Liu Yandong y Chen Changzhi realizaron visitas oficiales a 12 países latinoamericanos, en las cuales se firmaron decenas de convenios de cooperación económica y comercial.

A su vez, dirigentes, empresarios y académicos latinoamericanos intensificaron sus visitas a China y sus contactos con autoridades e instituciones de ese país involucradas en los más diversos campos como economía, ciencia y tecnología, seguridad, cultura y deporte. La cooperación chino-latinoamericana continúa profundizándose y ampliándose en nuevos rubros. En el III Foro de Cooperación Económica y Comercial China-Caribe, que tuvo lugar en septiembre de 2011, Wang Qishan, viceprimer ministro de China, expresó que en los próximos 3 años su país reforzará su colaboración con los estados caribeños en materia de finanzas e inversión, protección ambiental, nuevas energías, educación, ciencia, salud, turismo, agricultura y pesca, entre otras áreas.

Y en los asuntos internacionales de interés global, China y América latina también han reforzado la coordinación y colaboración en foros como el G-20, el grupo de los Brics y la APEC. Son apenas unas muestras de un despliegue integral.

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