La agenda internacional de América Latina: entre viejas y nuevas alianzas
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Dörte Wollrad, Günther Maihold, Manfred Mols, editores, Nueva Sociedad, Fundación Friedrich Ebert y Stiftung Wissenschaft und Politik, Buenos Aires, 2011
Introducción
A pesar de la retórica internacional de calificar cualquier vínculo interestatal de importancia como asociación estratégica, la relación entre América Latina y sus socios tradicionales, como Estados Unidos y la Unión Europea, parece haber atravesado una etapa de desencanto. El interés de estos últimos en profundizar la cooperación económica y política con América Latina ha sufrido un debilitamiento, ya que otras regiones del mundo acapararon más su atención y sus intereses económicos, políticos o militares. Al mismo tiempo, otros actores mundiales, como China y Rusia, han tomado en consideración el importante potencial político y económico de América Latina y han expandido su presencia en el subcontinente. Los acercamientos políticos iniciales fueron seguidos por acuerdos económicos e iniciativas que se articulan también a escala global, ya sea en una cooperación Sur-Sur más visible o en posiciones comunes frente a problemas globales. Esta coyuntura de América Latina como una contraparte codiciada ha despertado de nuevo a los antiguos socios, Estados Unidos y la Unión Europea, que se han percatado de que tendrán que asumir compromisos serios para posicionarse mejor frente a las naciones latinoamericanas. Es posible visualizar un espacio de diversificación entre las «nuevas amistades» y los antiguos socios de América Latina, en el cual la región puede escoger con mucha más autonomía que en décadas pasadas. Del Pacífico al Atlántico, entre Norte y Sur, se extienden hoy en día los vínculos que económica y políticamente pueden desarrollarse desde América Latina.
Pero ¿hacia dónde se dirige el subcontinente? ¿Es la creciente heterogeneidad interna un freno para ampliar los espacios de autonomía en el ámbito internacional? ¿Cuál será el formato en el cual logren cooperar, coordinar o competir los países emergentes de la región a escala global? ¿Son los vínculos con los nuevos poderes extrarregionales como China o Rusia –y próximamente la India– un peldaño importante para que la presencia latinoamericana crezca a escala global? Estas preguntas se ubican en el debate sobre las viejas y nuevas alianzas que los países latinoamericanos necesitan celebrar para hacer más efectiva su política exterior y asumir un mayor nivel de responsabilidad en la política internacional.
Brasil y México alcanzarán ciertamente un papel protagónico, pero también Argentina, Colombia y Venezuela, junto con Chile, podrán impactar en los ámbitos regional y global.
El futuro de las relaciones interamericanas es aún incierto, y se crearon muchas expectativas alrededor de la política latinoamericana del nuevo presidente de Estados Unidos Barack Obama. Pero después de los primeros años de gestión demócrata en la Casa Blanca hay cierto desencanto: muchos países de América Latina ven al gobierno de Obama –centrado aparentemente en asuntos globales como Irak, Afganistán y la crisis financiera– como incapaz de mantener un interés sostenido en la región. Se han abordado cuestiones importantes y positivas –los esfuerzos de reconstrucción en Haití, algunos avances en Cuba, el nuevo acuerdo de seguridad Estados Unidos-Brasil–, pero a menudo fueron contrarrestadas por errores diplomáticos o de supervisión como en el caso de Honduras, la determinación de establecer tropas estadounidenses en Colombia sin explicar de forma completa y razonada el porqué de tal decisión y la incapacidad para fortalecer la Iniciativa Mérida con México. El hemisferio está experimentando algunas transformaciones fundamentales que deben ser reconocidas en Washington.
La aparición del ibsa y los bric representa el comienzo de un importante, aunque lento, cambio de distribución del poder mundial. Es allí donde la Unión Europea podría actuar como un socio interesante, pero Bruselas está batallando con los problemas internos vinculados a la crisis financiera interna y la estabilidad del euro. Además, los recientes cambios políticos en África del Norte acaparan mucha atención de Europa, de manera que no se vislumbra un papel demasiado activo al otro lado del Atlántico.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea tienen que diseñar estrategias para trabajar enérgicamente con los países con los que comparten valores e ideales. La reiterada invocación de una base común de valores no puede sustituir un compromiso sostenido con los países latinoamericanos, que en estos momentos perciben que las dinámicas del Pacífico resultan mucho más atractivas que las repeticiones con poca capacidad de innovación desde el Atlántico. Encontrar beneficios sustentables en esta amplia red de cooperaciones es hoy en día el reto político, no solamente para los tomadores de decisiones, sino también para los analistas. Este libro trata de dar algunas pistas sobre las cuales se puede avanzar en este proceso de búsqueda intercontinental.
La mayoría de los trabajos reunidos en este volumen fueron presentados en el marco de un simposio organizado conjuntamente por la Fundación Friedrich Ebert y el Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad (Stiftung Wissenschaft und Politik, swp) en junio de 2010 en Berlín.
El motivo de esta convocatoria fue el homenaje a una personalidad que ha dado un profundo toque personal a la investigación sobre el desarrollo político de América Latina y especialmente a las relaciones eurolatinoamericanas: el analista Wolf Grabendorff. El volumen recoge así –en el mejor sentido de homenaje– aportes a un debate candente sobre el futuro de la región en las relaciones internacionales, tratando de seguir las vetas que animaban y siguen animando el trabajo de investigación de Grabendorff: combinar la seriedad y la profundidad del análisis con el debate y la controversia, para arribar a propuestas que sean oportunas para la acción política. Los amigos y colegas que han contribuido a este libro desean dar con él una señal de agradecimiento, estimación y aprecio a una personalidad que, habiendo cumplido 70 años, sigue siendo uno de los articuladores centrales en la investigación sobre América Latina y sus relaciones con Europa.