El gran riesgo, dormirse en los laureles
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Por Florencia Carbone, para La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 1 de febrero de 2011
La generosa cuota de oxígeno que dan a la economía argentina los buenos precios internacionales de las commodities puede encerrar, al mismo tiempo, un efecto somnífero.
Sobre eso advierte Ricardo Rozemberg, economista, investigador del Centro Ideas de la Universidad Nacional de San Martín, y docente de la UBA y la Fundación Standard Bank.
"Si se mira el precio de los principales productos de exportación, se observa un fuerte sostenimiento, y eso nos puede dar oxígeno para encarar algunas de las tareas pendientes y para no dormirnos en los laureles, que creo que es el gran riesgo. En estos años de bonanza, hubo crecimiento con inversión y más consumo, pero poco cambio y transformación en los sectores productivas, en cierta medida por ese oxígeno del que hablaba", dijo.
Luego, envió un mensaje para quienes tuvieran intenciones de postularse a la presidencia. "La agenda del próximo gobierno debería estar ligada a cómo aprovechar ese oxígeno que tendremos en los próximos años para financiar el deseable incremento de la competitividad y diversificación del sector productivo doméstico."
Pero ¿quién debe motorizar las políticas para mejorar la competitividad de las empresas? ¿Es el Estado el protagonista? ¿Qué factores incluye ese plan? ¿Tiene que ver con facilitar el financiamiento, simplificar los trámites y operatorias comerciales?
"Ha habido un importante esfuerzo del sector privado por mejorar la competitividad en los últimos años. La gran deuda es que este trabajo sea más sistemático, público-privado; que el sector público lo vea no sólo como un servicio que tiene que dar a los privados, sino como una fuente de expansión y desarrollo productivo y económico que el país necesita", respondió.
Según Rozemberg, hay iniciativas y numerosas medidas que apuntan al tema, pero son muy marginales, ya que no van detrás de una estrategia de desarrollo que tiene que tener el país. "Esos esfuerzos se ven desvanecidos ante la falta de una estrategia. No hay mucho para inventar; hay que hacer lo que ya se está haciendo de mejor manera, más coordinada entre los diferentes ministerios y agencias que tienen que trabajar en conjunto, pero mirando también lo que hacen los países exitosos en la materia, con financiamiento a largo plazo, con instituciones de apoyo a la competitividad, mecanismos de estímulo para la inversión en el exterior, de apoyo a la exportación que impliquen ayudas rápidas y premios para quienes mejoran los procesos y castiguen también a quienes no lo hacen.
-¿Qué tiene más peso a la hora de evaluar los escollos de las empresas para internacionalizarse? ¿La falta de políticas adecuadas, el escaso y caro financiamiento, la logística, la burocracia, la corrupción...
-Lo primero es la institucionalización, no sólo entendida como que las instituciones funcionen, sino que los mecanismos, los registros y permisos funcionen. Que uno tenga la certidumbre, cuando evalúa un proyecto, de cuáles serán los costos y beneficios. Esto es fundamental porque cuando se habla con empresarios o exportadores dicen saber cuál es el beneficio que podría obtener en el arranque, pero en el momento de realizar la operación, de cuatro a seis meses después, el funcionario de turno puede decidir no aplicar esas medidas y todo cambia.
La institucionalidad, con organismos que funcionen y con mecanismos estables y permanentes en el tiempo es fundamental.
En segundo lugar, otra cosa importante que está ausente en la Argentina es el trabajo articulado público-privado. Resulta clave tratar de construir más eso. En la última década, todos hablan del asunto, pero se hace poco en la Argentina. Cuando se miran las negociaciones en otros sitios del mundo, antes de sentarse a negociar a cualquier mesa, los representantes oficiales ven y escuchan al sector privado que está presente incluso en el momento de la negociación. En la Argentina, esto se ve muy parcialmente. Muchas veces se están negociando cosas que al sector privado no le convienen o responden a los intereses de unos pocos, que son los que llegan a los funcionarios que están negociando.
En tercer lugar, aunque creo que es lo que está detrás de todo, hay que darse cuenta de que en el mundo no se puede ganar sólo por precio o por la competitividad de nuestros recursos naturales que hoy están en alza y revalorizados. Eso es una bendición que tenemos y ojalá dure muchos años, pero en el mundo cada vez se compite más por diferenciación de producto, valor agregado, innovación, y en eso la Argentina tiene claramente avances y concreciones, pero muchas veces esta revalorización de los recursos naturales hace que los funcionarios y empresarios se olviden de esta agenda de diversificación, innovación y competitividad que tiene que tener la Argentina como una agenda de largo plazo.
-¿Qué puede esperarse de la economía mundial para este año?
-Las perspectivas internacionales de los próximos años serán muy inestables, con países que seguirán dando sustos porque la crisis está lejos de ser superada. Pero también con un desempeño un poco más normal, en el que haya países que vuelvan a crecer, como pasó en 2010 con Alemania, creciendo fuerte, y otros de la zona, creciendo poco o en recesión. La economía será más incierta y al mismo tiempo más normal, en el sentido de que eso no significa que no haya cambios de liderazgo y que todo vuelva a ser como antes. Más normal en el sentido de que los países sufren ciclos, algunos más largos o más duros, y éste es un fin de ciclo que generará cambios importantes en las economías europeas, norteamericana y también desafíos y cambios importantes en las emergentes. Se puede repetir lo de 2010, un crecimiento moderado de la economía mundial en su conjunto, de alrededor del 3%, con algunos creciendo más fuerte.
-Cuando se mira el surgimiento de las traslatinas, parece que fuera algo reservado para Brasil cuando, paradójicamente, la Argentina fue pionera, a principios del siglo pasado, en contar con empresas transnacionales. ¿Por qué ocurre eso?
-Hay de todo un poco. Brasil es una economía tres o cuatro veces más grandes que la nuestra y, por lo tanto, tiene empresas tres o cuatro veces más grandes. Es natural que tenga un proceso de internacionalización más importante. También es cierto que en Brasil hay un apoyo de parte del Estado que observa este proceso de internacionalización como algo estratégico mientras que acá no se observan políticas específicas. Pero más allá de todo, hay un proceso de expansión de firmas argentinas en el exterior, algunas con presencia global. Las hay grandes como Arcor, pero en los últimos años también se sumaron otras de diferentes sectores como el farmacéutico, la producción agropecuaria y servicios varios, como Bagó, Roemmers y Los Grobo.
UNA CARRERA QUE SE DA DE HECHO
La discusión se sigue dando, pero las posibilidades que aparecen como respuesta aumentan. ¿Por qué una empresa debería pensar en internacionalizarse? ¿Es una opción de quienes quieren, de quienes pueden, o es que hoy existe una internacionalización de hecho?
La gama de opciones del menú es cada día más amplio.
La exportación es apenas un capítulo de la internacionalización. Abrir oficinas de representación o producción en terceros países es cada vez más habitual, y la internacionalización de hecho se da a un paso de casa: en las góndolas de un supermercado, en las vidrieras de los comercios, en la calle, donde miles de productos que llegan desde el mundo compiten con los locales.
Ricardo Rozemberg dijo que, efectivamente, en las últimas décadas, en comercio exterior, la inserción internacional de las empresas dejó de ser un negocio circunstancial o de unas pocas firmas grandes para constituirse en un negocio estratégico de un número cada vez más creciente de firmas.
"Las diferentes instancias de internacionalización, que van de la mera exportación de productos a la radicación productiva o comercial de una empresa en un tercer país, son opciones cada vez más elegidas por compañías de diferentes tamaños productivos. Lideran siempre las grandes, pero detrás de ellas hay un grupo interesante de pymes que ve en la internacionalización una fuente de negocios cada vez más importante.
Aún cuando alguien decide no internacionalizarse desde el punto de vista ofensivo, el gran proceso de apertura comercial y de inversión extranjera que ha habido en el país en los últimos 15 o 20 años hace que el productor nacional esté compitiendo de forma permanente con sus pares del resto del mundo, y esto los empresarios argentinos lo han entendido bien, en parte a la fuerza debido a las políticas que se aplicaron en la Argentina en los 90 y en parte también porque no fueron acompañadas del gradualismo que requieren estos casos y que hizo que las que resistieran pudieran adaptarse rápidamente al escenario de mayor competencia."