Barreras privadas al comercio
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 9 de marzo de 2010
Nacieron como medidas para recuperar la devaluada confianza de los consumidores luego de los sacudones que causaron la "vaca loca" y la Escherichia coli , entre otras crisis
Fueron recursos que hace apenas algunos años y de modo tímido pusieron en práctica algunas cadenas de supermercados. Hoy se transformaron en el pasaporte de acceso para mercados como el europeo o el norteamericano.
Estándares privados, de ellos se trata. Un conjunto de normas dictadas, como su nombre lo indica, por el sector privado, que tienen en el caso de los alimentos y bebidas, en muchas oportunidades, un peso superior al de las reglas consensuadas internacionalmente.
El esquema de comercialización actual conspira para que ello sea así: más del 70% de las ventas de esos rubros se canaliza a través de supermercados. Es más, hoy en Estados Unidos y Europa son seis o siete cadenas las que concentran la mayor parte del negocio, explicó Gustavo Idígoras, ex agregado agrícola en la Unión Europea (UE)
Es tal el peso económico de esas cadenas que sus números equivalen al de países. En 2007, por ejemplo, el supermercado norteamericano Walmart abasteció semanalmente a 250 millones de consumidores y facturó 3400 millones de dólares. Ese mismo año, las exportaciones argentinas superaron los US$ 46.000 millones. El principal destino en América fue Brasil, con el que se registraron ventas por US$ 7700 millones; le siguieron Chile (US$ 4400 millones) y Estados Unidos (US$ 4000 millones).
Sólo un grupo de supermercados brasileños (Grupo Sonae, adquirido por Walmart Brasil) facturó US$ 2118 millones anuales. En Chile, Cencosud (propietario de supermercados Jumbo, Santa Isabel, Las Brisas y el centro comercial Alto Las Condes) facturó US$ 1500 millones.
"Son medidas y protocolos -en su mayoría requisitos sanitarios- que exigen las cadenas de supermercados. Se trata de acuerdos entre privados: la parte compradora y la vendedora. En muchos casos este tipo de requerimiento está por encima de los nacionales e internacionales, y en muchísimos casos, resultan impracticables", dijo Idígoras
Marea de siglas
La cantidad de normativa existente en Europa, cuyo cumplimiento es necesario para la exportación de productos alimenticios, es muy variada. A las famosas ISO (en sus diferentes variantes) se les deben sumar, entre otras tantas, medidas como las Haccp (normativa europea de análisis de riesgos y puntos críticos de control), BRC (exigencia del Consorcio de Supermercadistas Británicos para empresas productoras de productos comercializados en las góndolas de los comercios minoristas del Reino Unido), Globalgap, IFS, FSC.
En síntesis, luego de hacer un curso para aprender la larga lista de siglas y sus implicancias, las empresas deben someterse a un proceso de evaluación, auditoría, certificación y registro por parte de entes independientes para derribar las barreras que impiden las exportaciones, según detallaron Carolina Nogueira, de Comercio Internacional y Logística, y Gustavo Nudel, gerente de Servicios de Certificación de Sistemas, de Bureau Veritas Argentina.
¿Cuáles son los países o regiones desde los que emanan, principalmente, este tipo de regulaciones?, preguntó LA NACION. Desde la certificadora respondieron que las regulaciones de calidad e inocuidad alimentaria provienen, fundamentalmente, de países de la UE. Los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo exigen el cumplimiento de Haccp; los escandinavos, el DS3027; El Reino Unido, el BRC; Alemania, Francia e Italia desarrollaron el IFS (International Food Standard). Además, la IATF (International Automotive Task Force), un grupo de fabricantes de automóviles de todo el mundo que incluye a BMW Group, Chrysler LLC, Daimler AG, Fiat Group Automobiles, Ford Motor Company, General Motors Corporation, PSA Peugeot-Citroën, Renault, Volkswagen AG y las asociaciones de fabricantes de vehículos AIAG (de EE.UU.), ANFIA (de Italia), FIEV (Francia), SMMT (Reino Unido) y VDA (Alemania), exige el cumplimiento del estándar ISO/TS 16949 a todos aquellos fabricantes que proveen de autopartes y repuestos a la industria automotriz.
Raúl Roccatagliata, director del Programa de Inserción Agrícola de la SRA, y Alejandro Fried, coordinador del trabajo "Introducción a la identificación de los costos económicos asociados al cumplimiento de estándares privados en el comercio internacional de agroalimentos en el Mercosur y Chile", coincidieron en destacar la creciente preocupación de las empresas y los países ante la tendencia que muestra el tema.
"Siempre existieron requerimientos de calidad específicos, pero éstos están por encima de los oficiales y lo novedoso es el crecimiento exponencial que han tenido. El enfoque varía según el rubro y los productos, pero se trata de exigencias que apuntan a aspectos laborales, medioambientales, de higiene y seguridad. La OMC tomó cartas en el asunto y asignó técnicos para que midan el impacto de este tipo de exigencias en el comercio", dijo Fried.
Hay dos sectores que parecen ser las víctimas favoritas de los estándares privados: carnes y frutas.
Antiestrés animal
En el primer caso, la anécdota contada por el propietario de un frigorífico pinta los extremos a los que pueden llegar los pedidos. Entre los estándares que debía cumplir para poder ser proveedor de la famosa cadena británica Tesco, en el rubro "bienestar animal", figuraban dos "descansos obligatorios de X cantidad de horas" para la hacienda antes y después del transporte en camión.
Daniel Satragni, gerente técnico de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), explicó que en el rubro de las frutas en los últimos 10 años el rol del supermercadismo cambió la forma de comercializar. "Hoy el 70% de las frutas se canaliza a través de supermercados. Este tipo de medidas arrancó en Alemania e Inglaterra, pero se multiplicó y se desarrolló una trama en la que se superponen los requerimientos", comentó.
En la actualidad, más del 60% de la producción de peras y manzanas del país está bajo normas privadas independientes del mercado.
"En parte ha sido positivo porque esto ordenó a las chacras, el uso de los productos, la no utilización excesiva de fertilizantes, pero por otro lado cada supermercado creó sus propias normas, sin fundamentos técnicos, y exige valores inferiores a los acordados en las normas nacionales, por ejemplo, en el tema de residuos de plaguicidas. La duplicación de certificaciones traba el comercio y los productores más chicos, menos organizados, quedan fuera del sistema. Como miembros del Globalgap ya hemos pedido que se unifiquen las normas."
Rosario Solari, directora de Relaciones Internacionales y Técnicas de la Cámara de Exportadores, dijo que es un tema que la CERA sigue con muchos interés, que hicieron por ello un relevamiento para informar a las autoridades los casos en los que se producen los mayores inconvenientes y que de ese modo se puedan hacer planteos en las reuniones internacionales.
Pero ¿tienen margen los Estados para hacer algo? ¿Deben intervenir? "La Argentina considera que los países en donde residen las casas centrales de estos supermercados sí deben intervenir para garantizar que los estándares se adecuen a las regulaciones internacionales. La Comisión Europea no comparte la posición, pero las mismas asociaciones de productores europeos están haciendo lobby para cambiar eso porque estas normas se aplican a todas las compras que hacen las cadenas y, por lo tanto, ellos también se ven perjudicados. Definitivamente hay que buscar una vía o un mecanismo para armonizar los estándares privados internacionales", sostuvo Idígoras.
Las barreras privadas al comercio aún no ocupan un lugar protagónico en el intercambio intrarregional, entre otras cosas porque el consumidor tiene confianza en los sistemas públicos de sanidad, pero el desembarco de los grandes retailers hará que a mediano plazo sea un tema aquí también, por eso, y por los importantes efectos que tiene sobre las exportaciones a Europa y EE.UU., es necesario y abordar la cuestión desde ahora y no dentro de 10 años, cuando sea una realidad consumada, aconsejó Idígoras.
Por Florencia Carbone De la Redacción de LA NACION