Argentina y Brasil tienen un futuro común
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Florencia Carbone, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 5 de junio de 2012
Entre septiembre de 2007 y enero de 2011, Welber Barral fue secretario de Comercio Exterior de Brasil. Más allá de un doctorado en Derecho Internacional y un máster en Relaciones Internacionales, quienes lo conocen aseguran que es uno de los que más conoce los laberínticos reglamentos de la OMC.
El dato no es menor en tiempos en los que arrecian las denuncias cruzadas por proteccionismo. ¿Es correcto hablar de proteccionismo en el caso de los emergentes y protección en el de los desarrollados? ¿O es que la diferencia pasa, sustancialmente, por "saber presentar las medidas"?
"Hay proteccionismo de todos lados. Lo que pasa es que los europeos sobre todo son mucho más sofisticados para adoptar algunas medidas. Lo que sí tenemos que hacer es que sean medidas transitorias y puntuales, no sean generalizadas, porque si no se crea un grado de incertidumbre que afecta sobre todo a la inversión y al comercio bilateral", responde Barral.
De paso por Buenos Aires para participar de un seminario organizado por la Fundación Standard Bank, describió a LA NACION cómo afecta el proteccionismo a la región.
"Hoy en algunos de nuestros países hay medidas horizontales que no son racionales y perjudican a las cadenas de valor y a la inversión. La integración productiva, que es el eje central del Mercosur, se ve atrapada porque nadie invertirá en la Argentina, por ejemplo, si no sabe si podrá importar partes de Brasil o Uruguay."
-Son cada vez más los que hablan de un Mercosur en agonía, a lo que se suman las recurrentes quejas de Paraguay y de Uruguay. ¿Cree que la situación del bloque es terminal?
-No, quizá sea una neumonía fuerte que hay que tratar.
-¿Cómo?
-El Mercosur tuvo una evolución muy fuerte en los 10 primeros años, hasta el inicio de 2000. La crisis en la Argentina y la caída de las exportaciones regionales provocó una crisis fundamentalmente de confianza entre los socios que hizo que los avances fueran muy pequeños en los últimos 10 años. Hay que reconstruir la confianza. El costo político de su desaparición sería muy alto para los cuatro países. Nadie querrá enfrentarse a eso.
-¿Cómo se reconstruye la confianza cuando tras una cumbre de presidentes entre la Argentina y Brasil se acuerdan soluciones para problemas comerciales, y una semana después se incrementan las trabas y las protestas?
-Por eso, la consecuencia es la pérdida de confianza. (Sonríe) Es una telenovela que he visto como seis veces: cambian los personajes, pero la trama es muy parecida. Y la gran verdad es que hay una dependencia mutua de Argentina y Brasil, y de los países más chicos -Uruguay y Paraguay- para tener acceso a los mercados más grandes. El costo político de salir es muy alto, pero al mismo tiempo no hay muchos avances. La cuestión central del Mercosur es cómo crear confianza en que las reglas serán cumplidas y no quedarnos con estos ciclos, que son sólo eso. Lo que ocurre es que un país adopta una medida, entonces el otro adopta otra y hay un crecimiento de medidas y protestas, sale en la prensa, las presidentas se reúnen y dicen que la cosa va a mejorar y ahí empieza el nuevo ciclo.
-¿Cuánto de realidad y cuánto de marketing tiene la alianza estratégica de Argentina y Brasil? ¿Se necesitan mutuamente o hay uno que podría ser sin el otro?
-Los dos se necesitan. No sólo hay una historia común sino un futuro común. Somos hermanos porque tenemos que soportarnos mutuamente y buscar salidas comunes (ríe). Brasil firmó un acuerdo de asociación estratégica con China, con la UE, y ahí eligió. Con la Argentina no tenemos alternativa: tenemos que cuidarnos el uno al otro y buscar salidas comunes.
-¿Cómo imagina a la región en 2020?
-Respecto de la asociación estratégica con la Argentina, una de las posibilidades es la creación de un mercado común de hecho, que tenga una escala de consumo y de producción que justifique la existencia de una industria regional. Si no tenemos un mercado regional con consumo regional, no tendremos una industria regional. Y ahí hay mucho por hacer, no sólo eliminar barreras y cerrar más acuerdos con países, sino mejorar toda la cuestión de la logística y la reducción de costos en la región. Si no logramos una industria regional nos volveremos exportadores de productos mineros y naturales.
-¿Es viable que, con una industria regional fuerte, alcance para olvidarnos del mundo y vivir muy bien, dentro del barrio?
-Lo de la industria regional es para tratar con el mundo. Es imposible pensar que nos podemos alejar del mundo. El punto es cómo nos podemos insertar en él.
CHINA Y LA CRISIS
-¿Es posible tejer una relación comercial más madura y no basada fundamentalmente en la venta de commodities con China?
-Hoy el 20% de las exportaciones de Brasil van a China. Y es mucho, sobre todo porque son, especialmente, materias primas. Hay poca exportación con valor agregado. El reto es, de un lado, garantizar que otros productos más elaborados tengan acceso porque hay muchas barreras de acceso al mercado chino. Y del otro, mejorar las relaciones económicas. La inversión china en Brasil también está muy concentrada en sectores como minería y energía. Hay que avanzar en la cooperación tecnológica, por ejemplo, que todavía es muy incipiente. China es una oportunidad y un reto. Es un desafío porque ellos están pensando para los próximos 100 años y en este tema también tenemos que desarrollar una estrategia conjunta.
-Con datos que muestran la prolongación de la crisis y la desaceleración de las economías emergentes más importantes, ¿cuánto tiempo más calcula que podrán quedar a salvo?
-Lamentablemente creo que el mundo emergente se verá afectado. En el caso de nuestros países, una explicación para la buena situación económica de los últimos 10 años es el precio de las commodities por un lado, y la aparición de nuevos mercados de consumidores -sobre todo en Asia-, por otro. Lamentablemente lo que se ve ahora es que habrá estabilización y caída de los precios de las commodities en algunos casos, y que la expansión de consumo no crecerá tanto. Asia seguirá creciendo y será el centro dinámico de la economía mundial, pero no con el mismo ritmo de los últimos años. Y el efecto para nosotros no es positivo.