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La escasez de empresas internacionales es una debilidad para el país

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Marcelo Elizondo, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 10 de junio de 2021

El comercio internacional está cambiando en todo el planeta. Lo hace desde antes de la pandemia del Covid-19, pero acelerando tendencias en los últimos meses.

La revolución tecnológica, la intangibilización del valor económico, la creciente competencia basada en atributos cualitativos relativos al capital intelectual; todo ello está reconfigurando el mapa de las relaciones económicas internacionales. Ingeniería, innovación, patentes y royalties, saber hacer, servicios, conocimiento en la gestión de procesos, integración productiva basada en el capital cognitivo, experiencias inventivas integradas (“open innovation”), todo ello está haciendo que la nueva economía internacional integrada se base en lo cualitativo. El nuevo paradigma del mayor valor desplazó al viejo del menor costo.

Hemos llegado a un escenario global que integra diversos flujos económicos que se vinculan sistémicamente. Podemos hablar ahora de una autentica globalización “hexagonal”, en la que 6 flujos transfronterizos se vinculan entre sí: el comercio de bienes, el de servicios, la inversión extranjera directa, el financiamiento privado, el intercambio de datos e información y las telemigraciones. Un efecto es que la nueva globalización no se basa ya en el comercio de bienes sino en la interrelación de empresas.

En la Argentina estamos en desventaja: el entorno institucional, macroeconómico y regulativo ha resultado pernicioso y ha afectado el desarrollo de las empresas (esos actores principales), lo que resulta un gran impedimento para la participación en esta nueva globalización. Sin empresas no hay productos que se destaquen en el mundo.

Según Cepal, el país de Latinoamérica que cuenta con mas empresas exportadoras es México, con 34.826; seguido de Brasil, con 25.450; después del cual aparece Colombia, con 11.908; y luego de lo cual está en la lista Argentina, con 9164. La Argentina tiene una cantidad nominal de empresas exportadoras apenas superior a las de dos economías más pequeñas como Chile, que suma 8032 y Perú, que cuenta con 7856 empresas. Y a ello debe agregársele que -según datos públicos argentinos- la cantidad de empresas exportadoras en nuestro país viene en descenso en el último decenio mientras en los demás países ha crecido (Argentina ha reducido en casi 5500 empresas la cantidad de exportadoras desde 2007 hasta 2020).

Además, según CEPAL el nuestro es en el continente un país con menor porcentaje del total de empresas exportadoras vendiendo a los mercados más dinámicos (menos del 7% a China, el 18% a la Union Europea y el 21% a EEUU), lo que nos lleva a ser la economía en la que mayor porcentaje de empresas depende de exportaciones a la propia América Latina (85,5 del total de las empresas exportadoras), región que es menos compleja pero con mucho menos dinamismo y que genera menos oportunidades que las restantes.

Fuentes privadas no oficiales además dan cuenta de que en la Argentina existe una enorme concentración de exportaciones en pocas empresas y que, en realidad, si se computan las empresas que exportan al menos 10 millones de dólares por año el número es de solo 369 (esto es: existen registradas, según esta fuente, numerosa cantidad de empresas cuyas operaciones son ínfimas o aun esporádicas).

La escasez de empresas internacionales es un problema para la participación en las redes supraestatales de integración que se llevan adelante de modo conjunto y en diversos países -en simultaneo- en procesos transfronterizos de inversión, innovación, integración productiva, alianzas, planificación y consecuente comercio posterior.

Esto tiene una consecuencia: la escasísima inversión de empresas argentinas en el exterior (que si invierten fuera del país se convierten en multinacionales). No contar con empresas que invierten (solas o con asociados) en el exterior supone una muy débil participación en alianzas externas que son hoy plataforma de aquella globalización hexagonal.

Muestra la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) que las empresas brasileñas han invertido fuera de su país (hasta 2019 inclusive) la suma de US$223.000 millones (stock total); una cifra parecida a la que han invertido empresas mexicanas fuera de su territorio, que lo hicieron en US$230.000 millones. Las de Chile lo han hecho en 131.000 millones mientras las de Colombia en US$63.000 millones. Las de Argentina, en tanto, -según datos de Unctad- lo han hecho en solo US$43.000 millones.

Esto conduce al registro del tradicional ranking de “América Economía” (última versión: datos de 2019) que cuenta que entre las 100 mayores empresas multinacionales latinoamericanas (multilatinas) 28 son mexicanas, también 28 son brasileñas, 20 son chilenas, 11 son colombianas, 6 son peruanas, 6 son argentinas y 1 es panameña.

Puede concluirse que sin actores no hay acción. Argentina necesita empresas insertas en procesos transfronterizos que desarrollen nuevos atributos. Cantidad y calidad. Y si no lo hace será difícil revertir el proceso de pérdida de participación relativa de nuestro país en el comercio mundial. En 2020 -según estudios aun preliminares- Argentina perforó (hacia abajo) por primera vez en su historia moderna el mas bajo piso de participación de sus exportaciones en el total mundial (que fue del 0,4% al inicio de siglo, había descendido pero manteniéndose en torno al 0,3% últimamente y el año pasado ya rondó el 0,28%).

Cambios sustanciales están pendientes. Orden macroeconómico, alta vigencia de las instituciones, descongestión regulativa e integración con mercados exteriores están entre ellos. Las empresas no actúan desvinculadas del ambiente y los resultados de la participación en la economía internacional no están desvinculados de la suerte de las empresas.

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