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La última negociación

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Lucio Castro y Ricardo Rozemberg, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 3 de septiembre de 2013


A casi 14 años de su inicio, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE) es la única negociación económica importante remanente del Mercosur.

La UE es el principal destino de las exportaciones y la fuente de inversión directa más importante del bloque.

A pesar de su relevancia, las negociaciones atraviesan un cono de sombras. La crisis de la Eurozona reduce los incentivos europeos a otorgar concesiones comerciales a la ultracompetitiva agroindustria del Mercosur. Y la desaceleración del crecimiento y la apreciación cambiaria inducen comportamientos proteccionistas en los socios principales del Mercosur. Ambos desarrollos parecen condenar a la negociación a un largo hiato sin solución final a la vista.

Un estudio de Cippec indica que las ganancias inmediatas del acuerdo para la Argentina serían limitadas, como resultado de la acotada oferta europea en agroalimentos, y tres provincias (Buenos Aires, Santa Fe y San Luis) captarían el 70% del incremento en las ventas a la UE (ver Págs. 4 y 5).

Sin embargo, las exportaciones argentinas a la UE en productos "nuevos" podrían superar en el mediano plazo el 50% de las ventas actuales a ese destino. Asimismo, el acuerdo podría tener generar importantes ganancias dinámicas, en términos de consolidación y aumento de las inversiones europeas.

Más allá de las ganancias económicas, el fracaso de la negociación regional entrañaría un costo no trivial: abrir la puerta a un acuerdo bilateral de la UE con Brasil, tratado que perforaría las preferencias comerciales para los productos argentinos en Brasil sin mejorar su acceso al mercado europeo.

Un problema de la negociación es su ambiciosa meta final: un TLC tradicional de single undertaking (acuerdo en todos los temas) que dificulta alcanzar un entendimiento satisfactorio, como ilustra el estado comatoso de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Una salida posible al laberinto actual sería alcanzar un tratado de preferencias y disciplinas limitadas entre los dos bloques. A diferencia del acuerdo original, un tratado acotado reduciría la negociación a un conjunto de temas positivos para la Argentina, como denominación de origen, desarrollo sustentable, propiedad intelectual, y por supuesto, acceso al mercado agroalimentario europeo.

No sólo sería políticamente más viable sino que también evitaría la posibilidad de un Brasil "cortándose" solo del Mercosur.

Ganancias potenciales y riesgos importantes llaman a no abandonar, sino a reinventar, la última negociación importante del Mercosur.



Impacto puertas adentro

Cómo se conforma la lista de provincias y sectores ganadores y perdedores si se concreta el acuerdo comercial con Europa; las "dos velocidades"

Por Maria Florencia Carbone

El ritmo de la negociación entre el Mercosur y la Unión Europea está marcado por cuentas regresivas múltiples, casi tantas como los efectos del potencial acuerdo comercial entre ambos bloques. El flirteo empezó en 1999. Desde entonces, se sucedieron reuniones y cumbres técnicas y políticas, aquí y allá (ver Cronología). Y mientras las partes hablaban públicamente de su voluntad para avanzar, en silencio, los temores y reticencias ganaron cada batalla.

En los últimos días, algunos expertos observaron "señales de reactivación" en la aletargada negociación.

En realidad, lo que ocurrió es que desde Brasil y Uruguay comenzó a hablarse de la teoría de "las dos velocidades". Se trata de una suerte de escapada "legal" por la que, luego de que ambos bloques completos firmaran el acuerdo marco, los miembros del Mercosur podrían presentar sus listas y negociar de manera individual, con sus propios tiempos.

¿Cuáles son los factores que teóricamente empujan nuevamente el proceso?

Mauricio Claverí, de la consultora Abeceb.com, cita dos cuestiones principales:

Sombras brasileñas. "En los últimos años, Brasil perdió competitividad y con ello, inserción en los mercados regionales a manos de las economías emergentes asiáticas lideradas por China. Paralelamente, los flujos de inversión asociados a las cadenas de mayor valor agregado se están dirigiendo con preferencia hacia la región del Asia-Pacífico, a países con economías abiertas que participan de las principales negociaciones mundiales, mientras que Brasil y el Mercosur están quedando progresivamente aislados", dice. El economista explica que a eso se suma "la reciente fragilidad de la macroeconomía", que se manifiesta en la volatilidad del tipo de cambio, y que por ello el sector industrial y cierta parte del sector público del vecino país están revalorizando avanzar con la UE, que es la negociación más importante que tiene el bloque.

Mandato europeo. Por otra parte, Claverí recuerda que el mandato de la Comisión Europea para negociar acuerdos comerciales en representación de todos los países del bloque vence el 31 de octubre de 2014, y que ese dato plantea la necesidad de acelerar los tiempos. "Como la Argentina y Venezuela parecerían no tener apuro en avanzar, surgieron informalmente alternativas como la negociación de dos velocidades, lo que en algunos casos se interpretó como que Brasil y Uruguay negociarían el acuerdo más rápidamente. Pero como fue aclarado por las cancillerías, no se plantea la posibilidad de hacer listas separadas, dado que el formato del acuerdo es del tipo "1+1", lo que significa que tanto el Mercosur como la UE deberían tener una oferta única. De esta manera, los países del Mercosur elaboran sus listas individualmente, pero luego es necesario que de todas las listas surja una lista común que será ofrecida a la UE".

Claverí insiste en que la presentación de listas individuales no sería compatible con ese formato de negociación, por lo que se requeriría negociar un nuevo acuerdo. "No obstante no descarto la posibilidad de incorporar alternativas que permitan flexibilizar a través de tiempos o sensibilidades. Es decir que partiendo de una lista conjunta algún país pueda ofrecer una desgravación más acelerada o que se establezcan salvaguardas para las sensibilidades de otro", advierte.

Las grandes discusiones teóricas -y políticas- respecto de la posible concreción del acuerdo, dejan muy poco espacio para el análisis más concreto y detallado del impacto que una negociación como esta tendrá en las provincias y las economías regionales.

Una investigación realizada por Lucio Castro y Ricardo Rozemberg para el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), señala que sólo tres provincias concentrarían más del 70% del potencial aumento en las exportaciones a la UE como consecuencia de un TLC.

Más de dos tercios de la suba de las ventas argentinas al mercado europeo se originaría en Santa Fe, Buenos Aires y San Luis. Otras tres provincias (Tucumán, Santa Cruz y Chubut) explicarían un 15% adicional, mientras que el resto de las provincias contribuiría con menos del 3%.

El documento de trabajo titulado "Una evaluación preliminar de los posibles efectos de un TLC UE-Mercosur para las provincias argentinas", analiza seis escenarios (en los que combina diferentes opciones: las ofertas intercambiadas en 2004 y 2006; la reducción de barreras no arancelarias y retenciones y la liberación arancelaria total). De la investigación surge que las exportaciones a Europa podrían aumentar entre un mínimo de US$140 millones y un máximo de US$ 1300 millones.

El escenario 4 (toma en cuenta las ofertas de 2006 y una reducción de 10% de las barreras no arancelarias europeas), al que los expertos denominan como "el más realista", originaría un aumento de las ventas argentinas de US$ 400 millones.

Los "productos ganadores" serían carnes bovinas, producciones regionales (ajos, nueces y productos marítimos) y algunos alimentos procesados (derivados de la carne bovina y jugos frutales).

Por otra parte, San Juan, Mendoza y en menor medida Corrientes, experimentarían incrementos significativos en las exportaciones del sector agrícola a la UE. En esos distritos, el agro tiene una participación de más de 10% en el empleo total privado.

A la hora de medir los posibles efectos de un TLC con Europa sobre la venta de productos manufacturados, sólo cuatro provincias (Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz y Entre Ríos, en orden decreciente) registrarían aumentos superiores al 2% en las exportaciones de ese tipo. Ese sector, en todos los casos, representa menos del 3% del empleo total privado. Asimismo, según el trabajo, el acuerdo no generaría cambios importantes en las exportaciones de productos mineros, energía o pesca.

IMPACTO EN LAS IMPORTACIONES

Respecto de las importaciones desde la UE, según el escenario del que se trate, el aumento oscilaría entre 11 y 14,2%. Los sectores que experimentarían los mayores incrementos en las importaciones desde la UE serían automóviles, autopartes, medicamentos, y vestimenta.

El potencial incremento en las compras europeas se concentraría en la Región Pampeana y Cuyo. "Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza explican más de 58% del aumento marginal en los productos importados europeos. El resto de las provincias no aporta más de 2% a esa variación en forma individual", sostiene la investigación.

Como señalan Castro y Rozemberg, la UE es un socio económico fundamental para el Mercosur: más del 20% de las exportaciones regionales se dirigen al mercado europeo y un porcentaje similar de las importaciones se origina allí, más allá de que la UE es también el principal inversor en el Mercosur. Sin embargo, en los últimos 20 años -en particular desde 2005-, la importancia relativa del mercado europeo se redujo significativamente para el Mercosur, al tiempo que el intercambio comercial sigue teniendo un carácter netamente interindustrial dominado por la exportación de productos primarios del Mercosur y la importación de bienes industriales europeos.

La crisis mundial y las mismas necesidades internas de los bloques que en un momento parecieron empantanar el camino surgen ahora como una esperanza para revitalizar la dilatada negociación.

CRONOLOGÍA

La negociación entre la UE y el Mercosur tiene una larga historia de idas y venidas. Tras el fervoroso arranque de las reuniones en 1999, se llegó a una parálisis total en 2004. Entonces, los bloques habían intercambiado por primera vez ofertas de liberalización en forma oficial. El Mercosur ofreció eliminar aranceles para el 89% de sus importaciones desde la UE en un período de 12 años; la UE ofertó eliminar los aranceles para el 93% de sus importaciones desde el Mercosur en 10 años. Las cuestiones más conflictivas eran -y siguen siendo- el reclamo de ampliación de cuotas y reducción de subsidios en productos agropecuarios y alimentarios de un lado, y más apertura en los mercados de compras públicas y servicios, además del desarme del régimen de comercio administrado de la industria automotriz del otro. En 2006 volvieron a intercambiarse ofertas sin éxito, hasta que en 2010 se relanzó con bríos la negociación. Desde entonces, a pesar de las numerosas cumbres técnicas y políticas realizadas, no se lograron progresos sustantivos.

NUEVOS PRODUCTOS

Cautela a pesar del optimismo

El trabajo de Cippec, realizado por Lucio Castro y Ricardo Rozemberg (ver Pág. 7) identificó 58 productos que la Argentina podría comenzar a exportar a la UE como consecuencia del acuerdo comercial (que hoy no se venden debido a elevadas barreras arancelarias y paraarancelarias).

Esas "nuevas exportaciones" comprenden desde productos agropecuarios y sus derivados,

a químicos, productos regionales, e incluso, algunos bienes industriales que en total podrían superar los US$ 6000 millones, equivalente a más de la mitad de las exportaciones argentinas actuales al mercado europeo.

Se aclara, sin embargo, que hay que analizar la posibilidad con "precaución" ya que los resultados reflejan un efecto de largo plazo que asume que las exportaciones argentinas aumentarían en respuesta al cambio arancelario en la UE, sin tomar en cuenta posibles restricciones a la oferta doméstica nacional.

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