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Félix Peña - Publicaciones 2016

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¿Una estrategia comercial externa a la vez activa, asertiva, diversificada y eficaz?

La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, marzo 2016

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DICIEMBRE 2016. APORTES AL DEBATE SOBRE EL FUTURO DEL MERCOSUR. ¿Cómo lograr ganancias de flexibilidad y de previsibilidad, y que ellas sean creíbles?

La Canciller Susana Malcorra y su colega del Brasil, José Serra, al reunirse el 8 de diciembre en Brasilia, han reafirmado la voluntad política de los dos países de continuar impulsando al Mercosur y la integración entre los dos países. En este telón de fondo, cabe destacar tres hechos que están incidiendo en darle más intensidad al debate actual sobre el futuro del Mercosur. Es cada vez más claro, que se trata de un debate centrado en lo metodológico (cómo trabajar juntos) y no en lo existencial (si debemos trabajar juntos).

El primero de los hechos es el de los cambios profundos que se observan en el contexto externo en el que se insertan los socios del Mercosur. Los cambios son enormes con respecto a lo que tal contexto era en los momentos fundacionales en 1985 y 1990.

El segundo es el de las diferencias que se han tornado evidentes entre los cuatro socios fundadores del Mercosur y Venezuela. Ellas a veces trascienden al plano de lo existencial y, por ende, no se limitan sólo al metodológico.

Y el tercero de los hechos se refiere a si es necesario y, en tal caso, a cómo introducir más flexibilidad a la normativa del Mercosur que incide en las eventuales negociaciones comerciales de un país miembro con otros países o grupos de países. Dos opciones aparecen con mayor frecuencia. Una es la de modificar los instrumentos jurídicos constitutivos del Mercosur -por ejemplo, suprimiendo el arancel externo común (AEC)-. La otra opción es la de sacar el mayor provecho posible al potencial de flexibilidad que ofrecen las propias reglas constitutivas, sin por ello afectar la previsibilidad necesaria para que el Mercosur sea percibido como un ámbito favorable para la inversión productiva y, por ende, para la generación de empleo.

Una conclusión, es que las flexibilidades que puedan requerirse para que, eventualmente, países miembros del Mercosur pudieran encarar individualmente negociaciones comerciales preferenciales con otros países o grupos de países, sin modificar el Tratado de Asunción, podrían ser acordadas en el marco de una Decisión del Consejo del Mercosur y no tendrían que implicar un desconocimiento del instrumento del AEC. Por el contrario, tendrían que ser una resultante de las flexibilidades que la normativa vigente en el Mercosur y en el GATT-OMC, permitirían introducir en el AEC.


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NOVIEMBRE 2016: ¿HORA DE REPLANTEOS EN LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES? Renovar enfoques parece necesario, tanto en el plano global como en el regional

A la luz de los cambios de escenarios internacionales que se están poniendo en evidencia, tres preguntas relevantes requerirán especial atención de analistas y protagonistas. Ello, sin perjuicio de las otras preguntas que habrá que formular cuando baje la polvareda producida por hechos recientes, tales como los de las elecciones americanas de este 8 de noviembre y los del proceso, aún incierto en sus alcances, del Brexit en la Unión Europea.

Tales preguntas son:

¿qué impactos pueden preverse en las estrategias nacionales orientadas a desarrollar mega-acuerdos comerciales inter-regionales, tales como el Trans-Pacific Partnership (TTP) o el Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), que pudieran aspirar a impulsar reglas que fueran más allá que las que sea posible acordar en la OMC?

¿cómo incidirán los cambios de escenarios internacionales que se están observando, y sus consiguientes impactos en la distribución del poder mundial, sobre la evolución del sistema comercial multilateral global institucionalizado, primero en el GATT y luego en la OMC?, y

¿qué puede esperarse del impacto de los mencionados cambios de escenarios internacionales, en la evolución futura de los principales procesos de integración económica y política que se están desarrollando en distintas regiones del mundo y, especial, en Europa y en América Latina? En torno a estas tres preguntas y de otras que pueden plantearse, parece recomendable que se profundicen debates orientados a proponer cursos de acción que sean viables y eficaces. La participación de los diversos sectores de la sociedad civil en tales debates, conjuntamente con sectores políticos, empresarios, sindicales y académicos, permitiría que los cursos de acción que pudieran proponerse tengan un mayor potencial de penetrar en la realidad y de tener, a la vez, legitimidad social.

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OCTUBRE 2016: UNA COMPLEJA AGENDA DE LA GOBERNANZA COMERCIAL GLOBAL: ¿Oportunidades para una estrategia latinoamericana que sea activa y asertiva?

Setenta años después de sus momentos fundacionales, el sistema multilateral del comercio presenta problemas. Para muchos protagonistas y observadores, está perdiendo efectividad, eficacia y legitimidad social, que son cualidades esenciales a la calidad institucional y, por ende, a la fortaleza de un sistema de gobernanza internacional. Se observan tendencias a su desplazamiento como ámbito principal de instituciones y reglas del juego del comercio mundial. Una de ellas, es la que se manifiesta en la negociación de mega-acuerdos preferenciales interregionales, que aspiran a fijar nuevas reglas para el comercio internacional global. ¿Aspirarán a sustituir al actual sistema multilateral?

Los riesgos de una fragmentación del sistema multilateral del comercio se están tornando evidentes. Sus implicancias para la gobernanza global pueden ilustrarse con lo que ocurrió en las décadas del 20 y del 30 en el siglo pasado. La carencia de un marco común para las relaciones comerciales internacionales, es reconocida como uno de los factores que condujeron finalmente a la guerra. Esa experiencia contribuyó luego al impulso que los EEUU dieron al proceso que concluyó con la creación del GATT.

De allí la preocupación con la que por momentos se observa la tendencia a negociar mega-acuerdos comerciales interregionales, concebidos como parte de un proceso conducente a formular, por un grupo reducido de países, nuevas reglas de juego del comercio mundial.

El saber qué país o países tienen suficiente capacidad y poder para ser los que lideren el proceso de creación de reglas que inciden en la competencia económica global y, por ende, en el comercio mundial, es uno de los interrogantes básicos a responder, si se quiere lograr un orden internacional que sea sostenible. La erosión gradual que han estado sufriendo en los últimos años, las instituciones y reglas del sistema multilateral del comercio mundial, le dan mucha actualidad a tal interrogante.

En tal perspectiva, conviene colocar la agenda del período preparatorio de la Conferencia Ministerial de la OMC, a realizarse en el año próximo en Buenos Aires. Como también hay que colocar en tal perspectiva las dos próximas Cumbres del G20, a realizarse la primera en Alemania y la segunda en la Argentina. Estos dos países integrarán el próximo año la troika del G20, junto con China que presidió la Cumbre este mes de septiembre en Hangzhou. Son eventos que reflejarán una compleja agenda de gobernanza comercial global. Los países latinoamericanos tendrán oportunidad de desarrollar en su ámbito una estrategia negociadora asertiva y activa.

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SEPTIEMBRE 2016: DISEÑANDO EL FUTURO: DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN A LA REGIÓN ¿Cómo adaptar el sistema del comercio internacional a nuevas realidades globales?

La entrada en vigencia del acuerdo transpacífico de cooperación económica (TPP) es aún incierta. El tiempo que se requiere puede ser incluso largo. El hecho que se esté observando en algunos países, un creciente malestar producido por los efectos de la globalización sobre las expectativas de bienestar y de trabajo de la gente -y ello parece ser más notorio en países europeos, pero también en los propios EEUU- no es un dato menor a la hora de apreciar la viabilidad de mega-acuerdos comerciales preferenciales.

La incertidumbre creciente que existe con respecto al futuro de la negociación del TTIP -el acuerdo transatlántico de comercio e inversiones entre los EEUU y la UE-, contribuye a generar un clima pesimista sobre este tipo de acuerdos preferenciales. Esto es, de acuerdos que, para un número significativo de países, no necesariamente limitados a una región geográfica, tendrían -sea por sus contenidos, como por sus objetivos geopolíticos reales- un alcance denominado OMC-plus.

En cuanto a los efectos previsibles del TPP, tanto con respecto a los países signatarios como a los terceros países y, en especial, a los latinoamericanos que no son parte, los análisis conocidos indicarían que serían positivos con respecto al empleo, el comercio y las inversiones en los países participantes del acuerdo. Los efectos difieren, como es lógico, según cuál sea el país. En cuanto a los países latinoamericanos que no son miembros, ninguno podría asumir que la entrada en vigencia del TPP no tendría efectos sobre su comercio exterior y, en general, sobre su inserción en la economía mundial. Es una de las consecuencias de la importancia relativa de los países miembros del TPP en el comercio, en las inversiones internacionales y en el producto global.

Un tema que merece especial atención es el de los eventuales efectos que el TPP y otros mega-acuerdos comerciales preferenciales, pudieran tener sobre el diseño y el funcionamiento del sistema comercial global. La cuestión del diseño del futuro orden comercial internacional adquiere hoy una creciente importancia. En buena medida por ser cada vez más claro que el ordenamiento institucional del comercio mundial está atravesando un momento crítico. Se refleja en el estancamiento de la Rueda Doha, no necesariamente superado en la última Conferencia Ministerial de la OMC en Nairobi.

Cómo adaptar reglas e instituciones del sistema comercial global, a las nuevas realidades del comercio y las inversiones, por un lado y, por el otro, a las de la actual distribución del poder mundial, será entonces un tema dominante de la agenda mundial de los próximos años y, por ende, de la propia agenda de integración latinoamericana.

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AGOSTO 2016: LA VOLUNTAD POLÍTICA DE ROMPER CON LA INERCIA: ¿Condición necesaria para restablecer la dinámica de construcción del Mercosur?

Tres recomendaciones parecerían apropiadas si es que se quiere romper con la inercia en la que se encuentra el proceso de construcción del Mercosur, restableciendo de tal modo una razonable dinámica y la confianza de las ciudadanías, e incluso, su entusiasmo con el proyecto común.

La primera recomendación se refiere a utilizar plenamente la diversidad existente de marcos jurídicos diferenciados, basados en acuerdos que permiten construir un espacio como el del Mercosur, a la vez que integrarlo con el resto de la región latinoamericana. Son acuerdos que brindan bases legales para uno de los elementos esenciales de lo que se procura construir, cuál es un espacio de preferencias económicas orientadas a facilitar la articulación productiva entre los países participantes. Tales marcos jurídicos diferenciados son: el del Tratado de Asunción, que creó el Mercosur; el del Tratado bilateral de 1988, que formalizó el programa de integración, cooperación y desarrollo entre Argentina y Brasil; y el del Tratado de Montevideo de 1980, que creó la ALADI.

La segunda recomendación se refiere a acentuar el liderazgo político, mejorar la capacidad de gestión, y lograr un cumplimiento eficaz de las reglas de juego acordadas. Y la tercera recomendación tiene que ver con la promoción de la articulación productiva, especialmente a través de redes empresarias que abarquen varios países, y que sean facilitadas por acuerdos sectoriales. Es un eje vertebral de la arquitectura de un proceso como el del Mercosur.

Rescatar la figura de los acuerdos sectoriales puede ser entonces una forma eficaz de restablecer la dinámica en la construcción del Mercosur y, a la vez, de llevar adelante la estrategia de convergencia en la diversidad con los países la Alianza del Pacífico. Son compatibles con preferencias comerciales de geometría variable y de múltiples velocidades. Involucra además encarar otras cuestiones relevantes para el desarrollo de cadenas de valor de alcance regional y proyectadas al mundo, tales como las referidas a facilitación de comercio, marcos regulatorios, propiedad intelectual, compras gubernamentales, servicios, entre otros.

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JULIO 2016: POST-BREXIT Y LO QUE SE APRENDE DE JEAN MONNET Y DE KON TIKI. Cuando la integración está en crisis es útil recordar los momentos fundacionales

La crisis del Brexit en la UE y del post-Brexit están poniendo de manifiesto diferencias significativas entre los países miembros sobre cómo construir la integración en el espacio regional europeo. Por distintos motivos también se manifiestan en el Mercosur.

Tres factores inciden en la capacidad que tengan los países que intentan encarar un proceso de integración regional y sostenerlo a través del tiempo. Ellos son: i) el carácter voluntario de la integración regional entre naciones soberanas, basada en el respeto a reglas comunes; ii) la no existencia de un solo modelo de cómo encarar un proceso voluntario de integración, pero sí de compromisos jurídicos multilaterales que pueden incidir en la metodología que se emplee para el otorgamiento de preferencias comerciales, y iii) la importancia de una visión y liderazgo político, tanto en el momento fundacional como luego para encarar situaciones críticas.

Visión y liderazgo político implican la capacidad de quienes participan, desde distintas posiciones, en el diseño de acuerdos y reglas que sean percibidos como potenciales generadores de cuadros de ganancia mutua entre los países participantes, que puedan producir una concertación de intereses y de voluntades para lograr su aprobación. Y que por ende tengan un significativo potencial de ser efectivos y de penetrar en la realidad. Visión y liderazgo político es también lo que se requiere para la tarea de adaptar la integración y sus reglas, a cambios continuos en las realidades.

En el momento fundacional de la integración europea, Jean Monnet aportó esa visión y ese liderazgo. No fue el único, pero sí tuvo un papel central en la concertación de voluntades que condujo al Tratado de Paris tras la Declaración Schumann del 9 de mayo de 1950. Releer hoy sus Memorias es una tarea recomendable para quienes se interrogan sobre como continuar la construcción de la UE.

La integración regional es un proceso que se construye día a día. Las hojas de ruta requieren una adaptación constante. Ello implica un equilibrio dinámico entre flexibilidad y previsibilidad que resulten de sus instituciones y reglas de juego. Dice Monnet al concluir sus Memorias y casi al mismo tiempo concluir su larga vida: "hay que abrirse camino día tras día; lo esencial es tener un objetivo lo suficientemente claro como para no perderlo de vista".

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JUNIO 2016: CONSTRUYENDO LA REGIÓN DE ABAJO HACIA ARRIBA: Un enfoque metodológico para la sustentabilidad del trabajo conjunto entre naciones

La metodología de integración desarrollada en América Latina ha estado caracterizada por ser impulsada de arriba hacia abajo. Por lo general se originó en decisiones gubernamentales con objetivos políticos y económicos. Cambios en las políticas, a veces producto de los que se observaban en el contexto internacional de la región, sumado al hecho que la calidad institucional no siempre ha sido sólida, contribuyen a explicar las discontinuidades en el desarrollo de los diferentes procesos de integración económica.

Las experiencias del sudeste asiático y la europea, ponen de manifiesto la importancia que tiene para la sustentabilidad en el largo plazo de los procesos de integración, lo que Jean Monnet denominaba las "solidaridades de hecho". Esto es, el desarrollo de tejidos de intereses sociales entre los países de una misma región que, al ser profundos y complejos de desatar, tornan difícil -nunca imposible- el retroceder a cuadros de situación caracterizados por la fragmentación y más aún por la confrontación.

Tales tejidos se desarrollan a medida que crece la conectividad física y cultural entre los distintos países, la que facilita entre otros efectos, el desarrollo de redes productivas transnacionales y, en particular, las afinidades y conocimiento recíproco, que resultan del comercio y del intercambio de personas, incluyendo profesionales y estudiantes.

De allí la importancia creciente que ellos tienen para el futuro desarrollo de una integración y cooperación más intensa entre países de una región, especialmente en el plano de la producción, la innovación y la creatividad. Sus efectos trascienden a lo económico. Contribuyen a tornar menos reversible la vocación de trabajo conjunto entre naciones impulsado desde el plano gubernamental.

En su inserción internacional, la Argentina tiene fuertes desafíos a fin de desarrollar estrategias orientadas a una proyección sostenida de su capacidad para producir bienes y servicios competitivos hacia los mercados del mundo y de la región. Por ser un país federal, tales estrategias deberán potenciar la estructura institucional que los sectores productivos tienen en las distintas provincias del país. Implicará intensificar las sinergias público-privadas-académicas, tanto en el plano de la capacidad de diagnóstico, como en el de la presencia en los distintos mercados en los que se aspira a tener una presencia sostenida, como también en el de la producción de bienes y de servicios, y en el del necesario esfuerzo de innovación y de creatividad. Implica desarrollar capacidades de asociación entre empresas del país y de otros países, y también capacidad de incidir en las negociaciones comerciales en las que participa el país junto con sus asociados.

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MAYO 2016: ¿MÚLTIPLES OPCIONES COMPLEMENTARIAS? El rediseño de instituciones y reglas de juego que inciden en el comercio mundial

El concepto de "libre comercio" está siendo cuestionado, al menos en su utilización como elemento central de la identidad de acuerdos que los países desarrollan para impulsar el comercio mundial. Más que como un instrumento formal que permite, conforme a las reglas establecidas en el GATT, discriminar con respecto a quienes no son países miembros, se suelen concebir los acuerdos de libre comercio como reflejando una visión de política comercial contrapuesta, al proteccionismo o al comercio administrado.

No es éste un dato menor a tener en cuenta en el diseño o rediseño de los acuerdos de comercio e inversiones, en particular los que abarcan un número amplio de países de distintas regiones. Especialmente cuando involucran países latinoamericanos. Las sensibilidades desatadas con los debates a que diera lugar la fracasada negociación del ALCA, siguen presentes y no pueden ser subestimadas en una época de crecientes complejidades políticas y económicas, tanto en el mundo como en la región. Ello torna recomendable una fuerte prudencia en la utilización de conceptos que pueden evocar connotaciones emocionales e ideológicas provenientes del pasado.

En el caso de la Argentina, como así también de sus socios en el Mercosur, los principales frentes de sus negociaciones comerciales internacionales presentan múltiples opciones complementarias. En ninguno de los frentes se carece de opciones. El problema, sin embargo, pueden ser los costos políticos y económicos de cada opción. Reflexionar sobre las opciones y sus costos relativos, será en adelante una de las prioridades de cualquier ejercicio de reflexión estratégica sobre la inserción internacional del país. Un primer frente es el de la adaptación del Mercosur a las nuevas realidades mundiales y las de sus propios países miembros. El segundo es el de la convergencia en la diversidad en el espacio regional latinoamericano. Y el tercero es el de las negociaciones globales y con los grandes espacios económicos regionales.

En los tres frentes, los países del Mercosur -como también sus socios latinoamericanos- podrían impulsar nuevos enfoques con respecto a las características de los acuerdos comerciales que se negocien. Tres podrían ser los efectos de tales acuerdos sobre el comercio y las inversiones transnacionales en los que participen empresas de países de la región: privilegiar el efecto de creación de empleos; asegurar fluidez y previsibilidad en las transacciones comerciales y en las inversiones, y preservar un suficiente grado de flexibilidad en las políticas públicas y en los respectivos acuerdos comerciales, que permitan navegar condiciones económicas complejas y con marcadas incertidumbres.

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ABRIL 2016. CAMBIOS DE ÉPOCA EN LA GOBERNANZA COMERCIAL INTERNACIONAL. Consideraciones sobre algunos efectos potenciales del artículo 30-4 del TPP

Un cambio de época en el orden mundial, está conduciendo al rediseño de la gobernanza del sistema comercial internacional. Entendida como el conjunto de instituciones y reglas de juego que permiten un cierto orden en los intercambios de bienes y servicios en el mundo y en las regiones, la gobernanza que ha predominado en las últimas décadas proviene, en especial, de los resultados de las negociaciones que condujeron, primero a la creación del GATT y luego a la de la OMC. Al menos en tres frentes se observan ahora dificultades para el rediseño de tal gobernanza. Son tres frentes muy vinculados entre sí.

El primero es el global multilateral institucionalizado antes en el GATT y ahora en la OMC. Tras las Conferencias Ministeriales de Bali (2013) y de Nairobi (2015), muy pocos observadores se atreven a manifestar optimismo con respecto al futuro de la Rueda Doha. Ello es así, en parte porque se perciben dificultades objetivas reales para avanzar y concluir una negociación multilateral que es compleja, aunque más no sea por el número y diversidad de países participantes. Pero también porque no se alcanza a percibir un interés real en lograr avances significativos en las negociaciones globales multilaterales, en especial por parte de los países que más energía concentran en impulsar los denominados mega-acuerdos interregionales, tales como el TPP y el TTIP.

El segundo frente es el de la eventual convergencia, de los múltiples escenarios regionales e interregionales en los que se han ido desarrollando acuerdos comerciales preferenciales que, cualesquiera que sean sus denominaciones y formatos, representan una especie de "clubes privados" del comercio mundial. Es decir, que de una manera u otra discriminan -especialmente a la hora de intentarse el ingreso a los mercados de los países miembros del respectivo club, o de operar dentro de los mismos- con respecto a bienes, servicios, personas y capitales provenientes de terceros países no miembros.

Y el tercero es el del "humor" de ciudadanos de muchos países, con respecto a la forma en que se negocian las reglas del comercio internacional -sea el global o el regional/inter-regional-, esto es, a lo que se considera que es una falta de suficiente transparencia de la información necesaria para seguir y entender las respectivas negociaciones.

La negociación del TPP no fue transparente, si por ello se entiende que la información relevante sobre textos y concesiones trascendiera al ámbito más restringido de quienes intervenían en ella, sea por el lado de los gobiernos o de los denominados "cuartos de al lado". Ahora que se conocen los textos completos, algunos artículos llaman la atención por implicar potenciales efectos de erosión del sistema global multilateral de comercio.

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MARZO 2016. REFLEXIONES CON MOTIVO DE UN ANIVERSARIO: Los 25 años del Mercosur y opciones en el camino de su evolución futura

Cumplir un cuarto de siglo de existencia es un buen motivo para reflexionar sobre la experiencia adquirida y sobre las opciones que se abren hacia el futuro. Es una reflexión más que necesaria debido al hecho difícil de negar, de que el Mercosur confronta una fuerte crisis de credibilidad. Pero también es necesaria por el hecho que los países del Mercosur deberán encarar simultáneamente, en este primer semestre del año, al menos tres frentes de negociaciones y de decisiones complejas.

No es el Mercosur el único proceso de construcción de un espacio político y económico común entre países vecinos, que se encuentra en un cruce de caminos. La UE está transitando, décadas después de sus momentos fundacionales, por una etapa aún más compleja.

Los distintos momentos que se observan en un cuarto de siglo de evolución del Mercosur, permiten identificar al menos tres condiciones que son necesarias para avanzar hacia los objetivos pactados en un proceso voluntario de integración entre naciones soberanas que no aspiran dejar de serlo. Una primera condición es la de la energía política. Esto es el hecho que la voluntad política, que puede ser sólo aparente, se traduzca en un flujo continuo e intenso de estímulos provenientes del más alto nivel político, al menos de algunos de los países miembros con mayor poder relativo. Una segunda condición es la de la solvencia técnica. Esto es el hecho que métodos de trabajo e instrumentos para operar sobre las realidades, reflejen análisis y contenidos que respondan a criterios técnicos sólidos para fundar decisiones que aspiran a ser viables. Y una tercera condición es la de la calidad de gestión, tanto a nivel interno de cada país miembro -tanto en el plano gubernamental como en el empresario y de los demás actores sociales- como en el de los órganos comunes que se establezcan.

La experiencia adquirida tras los primeros 25 años del Mercosur, permite reflexionar sobre lo que es necesario lograr en las negociaciones que conducen a acuerdos de integración, en los que se fijan objetivos perseguidos y se establecen mecanismos e instrumentos principales, que se supone deben permitir alcanzarlos. Tres parecen ser los logros esenciales de tales negociaciones. Los tres resultan de puntos de equilibrio entre requerimientos que pueden ser contrapuestos y difíciles de reconciliar. Ellos son equilibrios entre: requerimientos del corto y del largo plazo; intereses económicos ofensivos y defensivos, y demandas de flexibilidad y de previsibilidad con respecto a las reglas de juego, especialmente las que inciden en las decisiones de inversión productiva.

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FEBRERO 2016 ¿UNA NUEVA ETAPA DEL MERCOSUR Y DE SU RELACIÓN CON LA UE? Los requerimientos de liderazgo y de inteligencia metodológica que se plantean.

Es en el contexto del actual sistema internacional y de sus incertidumbres que cabe colocar la cuestión de cómo continuar los procesos de construcción del Mercosur y de concertación de un acuerdo bi-regional entre el Mercosur y la Unión Europea. ¿Puede considerarse al respecto, que tanto el Mercosur como sus negociaciones con la UE estén entrando en una nueva etapa? Hay señales claras en el sentido que las condiciones son propicias para que ello ocurra. En el caso del nuevo gobierno argentino. el Presidente Macri ha sido claro en la importancia que le atribuye a la construcción del Mercosur, como eje de una estrategia más amplia de inserción en América Latina y en el mundo. En tal perspectiva, asigna un lugar especial a profundizar la relación preferencial desarrollada en los últimos treinta años con Brasil, extendida luego al espacio más amplio del Mercosur y de los países latinoamericanos. Y también ha sido claro en cuanto al valor estratégico de las relaciones con otras regiones, perspectiva en la que se coloca por cierto, la negociación del acuerdo de asociación con la UE, y las que habrá que encarar en el propio espacio hemisférico y con países de otras regiones, entre los cuales ocuparía un lugar especial, por su importancia en el comercio y en las inversiones, un eventual acuerdo comercial preferencial con China.

En cuanto a la construcción del Mercosur, tres condiciones parecen fundamentales si es que se quiere avanzar con realismo político y lograr resultados concretos. La primera es sacar de la mesa de debate, la cuestión sobre si el Mercosur tal como está debe existir, o si sería mejor transformarlo en una zona de libre comercio o, simplemente, eliminarlo. La segunda es que un proceso de integración, no supone necesariamente que las naciones participantes dejen de ser soberanas y unidades autónomas del sistema internacional, ni que los mercados y respectivos sistemas económicos deban fusionarse en su totalidad. Y la tercera cuestión, se refiere a la metodología para las aperturas de los respectivos mercados al comercio y a las inversiones originadas en los socios. Sin perjuicio de compromisos más amplios, como los pactados originalmente en el Tratado de Asunción con respecto al comercio de bienes y al arancel externo común, también se previeron aproximaciones de tipo sectorial, como la del sector automotriz, y la pactada, pero no necesariamente empleada, de los acuerdos sectoriales previstos en el Tratado y en la Decisión CMC05/91. Este marco regulatorio ha sido muy poco empleado y hoy podría adaptarse bien a la necesidad de facilitar la integración productiva en otros sectores.

Una adaptación inteligente del Mercosur a las nuevas realidades mundiales y regionales, y a los desafíos que ellas plantean, contribuirá a lograr que la negociación para la asociación con la UE, entre por carriles más estratégicos y, a la vez, más pragmáticos.

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ENERO 2016 - ¿EL RECICLAJE DE UNA IDEA ESTRATÉGICA? Las tareas que surgen de la última Cumbre del Mercosur en Asunción

Es un hecho que en su recorrido, la imagen y la atractividad del Mercosur se han ido deteriorando. Es por ello que, hacia finales del 2015, cuando se iba a realizar la última Cumbre del Mercosur en Asunción, fuera difícil hacer un pronóstico optimista sobre su evolución futura.

Los resultados de la Cumbre de Asunción reflejan una voluntad política de reciclar el Mercosur. Reciclar entendido en el sentido de darle nuevos impulsos y enfoques a la construcción del espacio de integración, acordes con la experiencia acumulada y con los cambios profundos que se han producido en relación al contexto predominante en el momento fundacional de hace 25 años. Se pueden resaltar tres de los varios planos en los que habría voluntad política de producir un reciclaje del proyecto regional común.

El primero tiene que ver con la calidad jurídica de los compromisos que se han asumido o que se asuman en el futuro. Calidad jurídica apreciada por su valor político y económico, sea por el efecto que el cumplimiento de lo pactado tiene como garantía de los intereses de todos los países miembros, cualquiera que sea su dimensión y su poder relativo, o por el que tiene de generar un cuadro de previsibilidad que incentive la inversión productiva.

El segundo se refiere a trabajar en la consolidación de tres condiciones necesarias para construir un espacio de trabajo conjunto entre naciones soberanas que comparten un espacio geográfico regional. Ellas son la conectividad física y de los sistemas productivos nacionales, la compatibilidad entre las estrategias de desarrollo y las políticas económicas aplicadas, y la convergencia de estrategias y políticas, hacia objetivos comunes.

Y el tercer plano se refiere a las relaciones comerciales del Mercosur con terceros países. Sin perjuicio de otros, en el primer semestre de este año los tres principales frentes externos serán, con la UE, con los países de la Alianza del Pacífico, y con China.

En la Cumbre de Asunción participó por primera vez el Presidente Macri. Cuatro cuestiones fueron centrales en su presentación: la del valor del Mercosur como proyecto estratégico; la de la necesaria combinación entre flexibilidad y previsibilidad en su desarrollo; y la de la importancia de avanzar en las relaciones con la UE y también con los países de la Alianza del Pacífico, y la del respeto a los derechos humanos en los países del Mercosur, tal lo previsto en el Protocolo de Asunción del 2005.

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