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Entrevista a Roberto Paiva: "Brasil es un gran mercado, es nuestra China"

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 19 de enero de 2016

Chile tiene 17 millones de habitantes y en un año "flojo" como 2015 exportó 72.000 millones de dólares (la Argentina, con 43 millones de habitantes y un territorio casi 4 veces más grande, habría exportado 65.000 millones). Es cierto que la mitad de sus ventas al exterior están explicadas por el cobre y que como buena parte de los países de la región unas pocas grandes empresas concentran buena parte del negocio, sin embargo, Chile vive hoy una "revolución del sector agroindustrial" que no sólo lo ubica como el primer exportador mundial de uvas, vino y cerezas, sino que le permite vender cada año más de US$5000 millones de alimentos de todo tipo a China.

Roberto Paiva, director de ProChile -la agencia de promoción de exportaciones, inversión y fomento del turismo- da muestras claras de lo que es el pragmatismo: aunque define a Brasil como "la China" para su país, admite que ante las complicaciones económicas del gigante sudamericano, para este año, el organismo que dirige diseñó una estrategia en la que el destino promocionado para las pyme es Estados Unidos."La realidad lo impone.

Brasil es un gran mercado, un mercado maravilloso, es nuestra China, pero está pasando por un período muy complicado desde el punto de vista de las posibilidades de acceso. Más allá de que somos un gobierno corto (en Chile el mandato presidencial dura 4 años y no hay reelección) y la ciudadanía nos evalúa por resultados, el real se devaluó más que el peso chileno por eso, por este año, decidimos mejorar nuestras acciones de promoción en EE.UU. porque es la economía que está creciendo y donde nuestros productos tienen mayor competitividad", explica.

Convocado por Michelle Bachelet en 2014, apenas asumió el cargo, Paiva anunció que la mandataria había fijado dos grandes ejes para el sector: lograr una mayor integración política, cultural y comercial con la región, y construir un ProChile más inclusivo (en su país, pocas pymes que exportan por poco valor).

-¿Cómo evolucionó cada propuesta?

-Bien. Pusimos en marcha nuevos instrumentos como los centros pyme exporta en cada una de las oficinas de ProChile en las 15 regiones del país para atender a las firmas con potencial exportador. Eso implicó un cambio cultural en ProChile.

-Además de sumar pymes, ¿lograron diversificaron la oferta exportable?

-Me cuesta responder porque aunque diga quiero diversificar, lo que hacemos los gobiernos es gestión. Hemos tenido una revolución exportadora en el sector agroindustrial: somos los primeros exportadores mundiales de uva, vino y cerezas, y seguiremos apoyando eso, pero creemos que las manufacturas quedaron olvidadas, que hay empresarios que no quebraron con la apertura y hay que ayudarlos para salir. Lo mismo en servicios, que es un sector emergente. Nuestra variable es más empresas exportando. Con eso, colateralmente mejoramos la oferta exportadora.

-¿Cuántas nuevos exportadores hay?

-En 2015 hubo 650 nuevas pymes exportadoras. De esas, 250 son resultado de la gestión de ProChile. En el país hay un total de 8100 empresas exportadoras, de ellas, 325 explican el 90% de las ventas totales. Por eso consideramos que el concepto de inclusivo tiene que ver con que más empresas participen de la apertura económica y de la posibilidad de vender afuera, que en el caso de Chile es fundamental porque nuestro mercado interno es pequeño y porque es la única posibilidad para que las empresas se estabilicen, crezcan y se desarrollen.

-¿Cuál es el destino de la pyme chilena que exporta por primera vez?

-El 63% vende en América latina -y por eso están sufriendo un poco a raíz del período recesivo que atraviesa la economía brasileña- y alrededor del 25% va a Estados Unidos.

-¿Hay algún cambio en la política de acercamiento a la región respecto de lo que hizo el ex presidente Piñera?

-Su gestión tiene un gran activo que es la Alianza del Pacífico, que se creó y consolidó durante su mandato, aunque el protocolo comercial recién entrará en vigor este año. Nosotros pusimos más énfasis en toda América, aplicamos el concepto de convergencia en la diversidad y hemos tratado de tender puentes con el Mercosur. Este año se cumplen 20 años del acuerdo entre Chile y Mercosur y en promedio, las exportaciones anuales de Chile al bloque crecieron 10% anual.

-¿Es viable integrarse con un bloque que ni siquiera respeta su protocolo fundacional?

-Creo que sí, pero el pasaje a la acción pasa por integrar a los empresarios.

-¿Tiene más peso el sector privado que lo que se propongan hacer los gobiernos?

-(Hay que lograr que) Los empresarios del Mercosur original (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), que es del que tengo los números, descubran la bondad de aliarse con otros empresarios, de ver que la Alianza del Pacífico les puede permitir llegar al mercado asiático y hacer negocios. Esto no puede quedarse en una declaración de amor de las autoridades.

-¿No tiene la sensación de que durante una década con precios record de las materias primas nos pasamos discutiendo si contar con recursos naturales era una bendición o una maldición y ahora que los valores se derrumbaron vemos que no se aprovechó ese momento para hacer las reformas estructurales que nos harían más competitivos?

-Comparto globalmente el análisis. Se acabó el período de superprecios y no nos hicimos productivamente más fuertes. Eso es Chile, Argentina, todos. Igual, hay países que hicieron más carreteras o puertos que otros, y eso es parte de la competitividad. El cobre para Chile sigue siendo la mitad de las exportaciones, pero eso no significa que no se haya hecho nada porque hay desarrollos productivos nuevos, aunque sean marginales. Efectivamente seguimos siendo bastante dependientes de un par de productos fundamentales.

-¿Eso tiene que ver con la "trampa de los países de desarrollo intermedio"?

-Con eso y con la enfermedad holandesa (se refiere a las consecuencias negativas que provoca el aumento significativo de ingreso de divisas en un país), y con la comodidad de la política, porque cuando el dólar en Chile estaba a 480 pesos -casi la mitad de hoy-, estábamos todos felices porque eso se refleja en el consumo y las lecturas eran: Chile se desarrolló, el cobre se va a vender siempre.

-¿Mientras China exista, seguirá comiendo y aunque no crezca al 10% todo seguirá bien?

-Sí, hasta que el precio del cobre bajó dos dólares en un día, el dólar llegó a 740 pesos, y sufrimos. En pocos días está la reunión en Davos y el tema es la cuarta revolución industrial. Ahí América latina no está. Eso se basa en innovación, inteligencia y productividad, pero sobre todo en creación de valor. Hay un desafío muy grande para nuestros países de tomarnos en serio el desarrollo económico. Eso implica un trabajo de hormiga y a veces nos cuesta porque los ciclos económicos son muy bondadosos.

-¿Estamos camino hacia una nueva crisis o nunca salimos de la de 2008?

-Por definición conceptual no se pueden predecir porque ya no serían crisis. Nadie, ni Stiglitz ni yo podemos decir habrá una crisis. Por ahora los números de China son complicados, pero en el margen lo que está haciendo China es pasar de un período de crecimiento en base a exportaciones y acumulación de inversiones a un período de crecimiento en base a consumo interno y eso me conviene porque estoy adentro de China. En los 90 Chile le exportaba alrededor de US$100.000; hoy le exportamos casi US$20.000 millones y no sólo es cobre sino US$5000 millones de agroindustria.

-¿Cómo es la balanza de Chile con China?

-Superavitaria para nosotros.

-Tienen un TLC.

-Sí, pero como creemos en el libre comercio pensamos que las importaciones son un bien porque producen dos cosas: insumos y maquinarias más baratas para las empresas o más bienestar para los consumidores. El campo chileno era pobre y hoy todos los obreros tienen zapatillas, bicicletas y camperas. Eso es gracias a China, que permitió mejorar la calidad de vida. Sus bienes son una bondad para el desarrollo económico, le puedes pegar porque te quiso quebrar una industria o te metió una baratija, pero desde el punto de vista del desarrollo económico las importaciones mejoraron la calidad de vida y al mismo tiempo nos permitió acceder a su mercado. No sé lo que pasará con el mundo -y nadie lo sabe-, pero es un mundo que se está ajustando y ese ajuste no ha terminado. Hay una cantidad de liquidez; China está cambiando su modelo de desarrollo; afortunadamente la economía de EE.UU. está creciendo a pesar de algunas amenazas; buena parte de Europa hizo un ajuste muy brutal y está recuperando tasas de crecimiento; la India está mejorando su tasa de crecimiento y este año crecerá más que en 2015. El mundo tiene espacios para instalarse. Y está Africa, que es un espacio de valorización maravilloso que todavía está inexplotado.

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