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Entrevista a Alfonso Diez Torres: "Se habla con ligereza de crisis europea"

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 5 de julio de 2011

Por Florencia Carbone

Alfonso Diez Torres no ve razones para "abdicar" ahora de lo que se acordó en mayo de 2010, cuando se relanzaron las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea para sellar un acuerdo de libre comercio.

El embajador de la UE en la Argentina -en rigor, delegado de la Comisión Europea en el país- negó además que la crisis que viven varios países del bloque pueda complicar las conversaciones: "Quien dice eso o no conoce la situación o está ocultando otras debilidades propias", comentó a LA NACION.

Una respuesta sutil y diplomática para uno de las principales teorías locales a la hora de evaluar la ralentización de las negociaciones entre ambos bloques. "Un contexto de crisis es incluso un incentivo mayor. Son países que necesitan recuperarse y aumentar sus exportaciones, y un acuerdo de este tipo es un incentivo mayor", sostuvo.

Después, fue enfático: "No es correcto hablar de crisis europea como se hace con cierta ligereza. Es una crisis que está afectando a unos países concretos, y tiene sobre todo un carácter financiero que obviamente está repercutiendo sobre su crecimiento, pero la Unión Europea globalmente está creciendo y técnicamente se puede decir que salió de la recesión. El porcentaje que representan esos países en el bloque es menor. No es una crisis europea", advirtió.

Diez Torres prefiere hablar de una "crisis de ajuste" que muestra la necesidad de profundizar la integración europea en el plano económico y, en ese sentido, explicó, se han tomado medidas para avanzar en la conformación de un "gobierno de la economía europea" que coordine una política para el bloque.

-Usted dice que la voluntad política inicial para retomar las negociaciones con el Mercosur se mantiene intacta, pero un grupo de países liderados por Francia dijo que no firmará nada que pueda implicar la pérdida de un solo puesto de trabajo, preocupados por el capítulo agrícola, especialmente.

-Hay un mandato de negociación aprobado por todos los Estados miembros, que se pasó a la Comisión, que es la que tiene la competencia exclusiva para negociar. Tras los encuentros que hubo con los negociadores y las consultas a los Estados miembros, la Comisión decidió avanzar con la negociación. Al negociar se tienen en cuenta los intereses de los Estados miembros. Una negociación donde hay 27 países siempre es un equilibrio, y es normal -no es la primera vez que lo vemos- que países y sectores determinados manifiesten su inquietud con relación a sectores donde son más sensibles.

Al final, con un poco de equilibrio todos ganan. En ningún caso he oído a alguna autoridad francesa decir que está en contra del acuerdo, sino -y eso no es algo de lo que se pueda estar en contra- que el acuerdo no debe de suponer un perjuicio irremediable para sectores o países europeos.

-¿Se anima a arriesgar fechas sobre cuándo podría haber intercambio de ofertas o si es factible cerrar el acuerdo el año próximo?

-Entiendo que desde el punto de vista periodístico puede ser decepcionante la falta de noticias en un momento determinado, cuando la negociación avanza en aspectos poco llamativos, pero muy importantes, difíciles y complejos, como es toda la parte normativa.

-¿Avanza?

-Sí, en forma razonable. Se han hecho cosas muy importantes. Hay 12 grupos de trabajo que van desde lo que se refiere a temas fitosanitarios pasando por temas de servicios y compras públicas hasta desarrollo sostenible. Cuestiones que tienen, sobre todo, un carácter normativo regulatorio. Lo más llamativo suele ser cuando se hace un intercambio de ofertas, y todavía se está trabajando en eso. Confiamos en que pronto será posible pasar a esa etapa. No hay fechas establecidas, pero tampoco hay que sacar una conclusión errónea de que eso significa que tampoco hay un retraso porque tampoco hay un calendario establecido. En general, en estas negociaciones prima siempre la calidad sobre el calendario. No se trata de, por hacer una negociación rápida, hacer una negociación mala, poco ambiciosa y de mínima.

-Si todo volviera a caerse, ¿hay resto de credibilidad para una tercera vuelta?

-¿Qué significa tercera vuelta? Recordemos que las negociaciones se iniciaron en 2000. Cuatro años después hubo una verdadera impasse que no llega a una ruptura formal, pero sí a una suspensión de hecho. Y se retomó todo seis años después, tras un año de consultas informales previas a nivel técnico muy profundas. Llegaron a la conclusión de que el acuerdo era posible bajo unos mínimos que son ambiciosos -pero que son los mínimos-. A partir de ahí se diseñaron los contornos de la negociación. En cuanto al intercambio de ofertas, tampoco nos engañemos: los parámetros generales están ahí, en la mente de todos. Un acuerdo de libre cambio tiene como objetivo la liberalización del intercambio conforme a la normativa de la OMC, que implica que la mayor parte de los intercambios debe liberalizarse.

-¿Queda alguna esperanza de avanzar en la Ronda de Doha o hay que darla por muerta?

-Definitivamente no está muerta para la Unión Europea, que sigue creyendo en la importancia y necesidad de este acuerdo. La posición de la Unión Europea siempre será beligerante para que continúen las negociaciones conscientes de las dificultades que hay. Decir esto no significa reconocer que es un proceso que se ha ido alargando y hasta el momento no parece estar cerca de un acuerdo, pero en absoluto equivale a renunciar a los esfuerzos que implica lograr un acuerdo que tenga en cuenta las necesidades y exigencias de un comercio libre.

Entre la Unión Europea, América latina y el Mercosur, el principal reto que tenemos es impedir que prevalezca esta percepción de que las negociaciones están decayendo nuevamente. Porque más allá del trabajo técnico y de los avances, un acuerdo necesita fundamentalmente voluntad política, como lo tuvo inicialmente el de la UE-Mercosur, especialmente en el caso de la Argentina, con un aporte relevante para lograr el relanzamiento cuando había bastante escepticismo.

Más allá de las circunstancias particulares de cada momento, no debería caer esa voluntad. Y aunque sea una negociación que requiera su tiempo, es una negociación que no puede eternizarse. Hay que trabajar con intensidad para concluir en un período razonable.

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