Herramientas personales
LANGUAGES

Enseñanzas griegas para la economía mundial

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

Saltar a: navegación, buscar

Dani Rodrik, para La Nación, 16 de mayo de 2010

CAMBRIDGE, EE.UU.- El plan de ayuda de US$ 140.000 millones que el gobierno griego ha recibido al final de sus socios de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional le da el respiro necesario para emprender la difícil tarea de poner en orden sus finanzas. Sea cual fuere el resultado, el desastre griego ha dejado un ojo morado a la UE.

La crisis es otra manifestación de lo que llamo "el trilema de la economía mundial"; la mundialización económica, la democracia política y el Estado-nación son irreconciliables. Podemos tener, como máximo, dos a la vez. La democracia es compatible con la soberanía nacional sólo si limitamos la mundialización. Si intensificamos la mundialización, al tiempo que conservamos el Estado-nación, debemos abandonar la democracia y, si queremos democracia junto con la mundialización, debemos dejar de lado el Estado-nación y luchar por un mayor gobierno internacional.

La historia de la economía mundial muestra el trilema en pleno desarrollo. La primera era de la mundialización, que duró hasta 1914, fue un éxito mientras las políticas económicas y monetarias permanecieron aisladas de las presiones políticas internas. Dichas políticas podían estar sometidas a las exigencias del patrón-oro y la libre movilidad de los capitales, pero, una vez que aumentó el derecho de voto, la clase obrera se organizó y la política de masas pasó a ser la norma, los objetivos económicos nacionales empezaron a competir con las normas y limitaciones exteriores y a arrollarlas.

Los arquitectos del régimen de Bretton Woods entendieron que los países democráticos necesitarían margen para aplicar políticas monetarias y fiscales independientes. Sólo previeron una "ligera" mundialización, con corrientes de capital limitadas en gran medida a préstamos y endeudamiento a largo plazo.

El régimen de Bretton Woods se desplomó en la década de 1970 a consecuencia de la incapacidad o la renuencia de los gobiernos principales a gestionar la oleada en aumento de corrientes de capital. La tercera vía revelada por el trilema es la de la supresión completa de la soberanía nacional.

EE.UU. creó un mercado nacional unificado. No fue un proceso fácil, como lo demuestra la guerra civil americana. Las dificultades de la UE se deben a que la crisis mundial afectó a Europa a mitad de camino en un proceso similar. Los dirigentes europeos siempre han entendido que la unión económica debía tener una pata política. Aun así, el proyecto político europeo adquirió una amplitud política mucho menor que la económica.

Grecia se benefició de una moneda común, mercados unificados de capitales y libre cambio con los demás Estados miembros, pero no tiene un acceso automático a un prestador europeo como último recurso. Sus ciudadanos no reciben subsidio de desempleo de Bruselas del mismo modo que los californianos lo reciben de Washington, cuando California padece una recesión. Tampoco, dadas las barreras lingüísticas y culturales, pueden los desempleados griegos cruzar las fronteras y trasladarse con la misma facilidad a un Estado europeo más próspero y, si los mercados advierten que su gobierno es insolvente, los bancos y las empresas griegos pierden solvencia, junto con él.

Los gobiernos francés y alemán no han tenido voz y voto respecto de las políticas presupuestarias de Grecia. No pudieron impedir que el gobierno griego tomara préstamos (indirectos) del Banco Central Europeo, mientras las agencias de calificación crediticia consideraron solvente la deuda griega. Si Grecia opta por quebrar, no pueden aplicar las reclamaciones de sus bancos a los prestatarios griegos ni incautarse de activos griegos. Como tampoco pueden impedir a Grecia abandonar la zona del euro.

La crisis ha resultado ser mucho más profunda y su resolución, más complicada de lo necesario. Los gobiernos francés y alemán han acabado preparando a regañadientes un importante plan de préstamo, pero con un retraso considerable y con el apoyo del FMI. El BCE ha reducido el umbral de solvencia que los valores griegos deben cumplir para permitir la continuación del endeudamiento griego.

El éxito del rescate dista de estar asegurado, en vista de la magnitud de la reducción de gasto que exige y la hostilidad que ha inspirado en los trabajadores griegos. La política interior puede más que los acreedores extranjeros. La crisis ha revelado hasta qué punto son exigentes las condiciones políticas previas de la mundialización, hasta qué punto deben evolucionar las instituciones europeas para sostener un mercado único sólido. La alternativa que afronta la UE es la misma en otras partes del mundo: o integrarse políticamente o reducir la unificación económica.

Antes de la crisis, Europa parecía el candidato más probable a hacer una transición hasta una mayor unificación política. Ahora su proyecto económico está hecho trizas, mientras que la capacidad de dirección necesaria para reavivar la integración política brilla por su ausencia.

El autor es profesor de Economía Política en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard

Fundación ICBC Argentina, 2013 - Todos los derechos reservados. Términos y condiciones de uso.