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El peso de la paciencia estratégica

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterio, 9 de febrero de 2010

¿Se salió la Argentina del radar de Brasil en los últimos años? Aunque es una plataforma de inversión para las empresas brasileñas, ¿en el tablero de comando de Brasil la luz que se refiere a la Argentina es últimamente roja?

"Hace cinco o siete años, los temas vinculados con la Argentina estaban siempre en la cabeza de los ministros. Me da la sensación de que últimamente fue cayendo unos niveles, y sólo salta con temas como las licencias", destaca Dante Sica, economista de Abeceb.com

Una frase hecha en plena efervescencia electoral brasileña pintó el sentir de una porción importante de tomadores de decisión de Brasil: es tiempo de dejar de lado la "paciencia estratégica" con la Argentina. ¿Se acabó la comprensión para con el socio menor con fuertes asimetrías industriales?

Algunos creen que se vienen tiempos de menor indulgencia -muy a pesar de los clásicos relanzamientos de la relación- y que los márgenes políticos se agotaron. Otros comparten la taxativa opinión de un analista. "Hay una regla no escrita en el Mercosur: no se jode al vecino en tiempos de elecciones".

Brasil y la Argentina están anclados en la coyuntura. De nuevo, muy a pesar de los anuncios de integración productiva, los sistemas de pago en moneda nacional para sortear al dólar, los acuerdos de monitoreo entre privados...

Brasil, que corre rápido hacia el autoabastecimiento de combustible, habría logrado desarrollar una variedad de trigo resistente al calor y la humedad para sembrarlo en el sur del país y escaparle a la imprevisible provisión argentino (pues la exportación está bloqueada) y la necesidad de bajar el arancel externo común para salir a comprarle a Europa del Este o Estados Unidos.

En tanto, la Argentina mantiene un déficit estructural en el comercio industrial con Brasil. Para reducirlo, recurrió a las licencias no automáticas de importación: un mecanismo legal mediante el cual se otorgan permisos dentro de los 60 días de la solicitud. El año pasado, los plazos (incluso involuntariamente) se excedieron demasiado, y las licencias fueron denunciadas como una protección encubierta a la industria nacional generada a partir del desincentivo a la importación.

No a la anulación

"Creo que el Gobierno está haciendo un gran esfuerzo por liberalizar y cumplir con los plazos. Pero no creo que anule las licencias. No cambiará la forma en que administra el comercio exterior", indica Sica.

Brasil está molesto: su participación en las compras de la Argentina cayó 5 puntos entre 2003 y 2009; la de China creció, en cambio, 7 puntos. "La queja de la industria brasileña es que luego del apoyo dado a la Argentina para que pudiera aumentar su producción, lo que se logró es un aumento de las compras de otro país", explica Sica.

En todos los segmentos en los que Brasil perdió participación, China ganó cuota de mercado: la participación de Brasil en calzado cayó el 23%; la de China creció el 15%; en la industria textil, Brasil cayó casi el 28%; China creció el 26%; en motos y bicicletas, la caída de Brasil fue del 7%; China subió un 33%...

Lo curioso fue que, pasadas las elecciones legislativas argentinas, Brasil presionó y, a partir de julio, las medidas restrictivas en sectores sensibles se endurecieron para el origen chino y se aflojaron para el origen brasileño.

"Frente al déficit estructural con Brasil por las cuentas pendientes en integración y la falta de convergencia, la Argentina tuvo una mirada defensiva y adoptó estrategias como los acuerdos sectoriales y las licencias no automáticas: eran medidas coyunturales que se tornaron en válidas para atacar lo estructural", resume Sica.

Con una mirada de contexto, el ex senador Rodolfo Terragno entiende la situación así: "Mientras no se armonicen las políticas cambiarias, cada vez que la moneda de un país sea devaluada o se deprecie, se crearán inevitables desventajas en el otro. Así, surgirán presiones para adoptar medidas proteccionistas. No puede haber unión económica, ni siquiera zona de libre comercio, si no se armonizan las políticas cambiarias".

La otra cara de la moneda es que Brasil quiere abrir mercados, se siente competitivo con un tipo de cambio apreciado y quiere entrar en los sectores de alto poder adquisitivo antes de que China cope todos los mercados.

Tiene el discurso, pero su economía es cerrada: lo saben, por ejemplo, los exportadores de vino argentino; o los europeos, que ven cómo Brasil no resigna el capítulo inversiones ni abre el mercado de servicios; o la Argentina que quiere participar -tal como se firmó en 2006- en las compras gubernamentales de Brasil, un acuerdo todavía incumplido por el vecino.

Jorge Castro, del Instituto de Planeamiento Estratégico, estima que la Argentina pierde relevancia frente a Brasil en términos políticos y económicos, al destacar que hoy somos el tercer socio comercial de Brasil, detrás de China y los Estados Unidos.

"Hace seis años, Brasil era una potencia regional en América del Sur cuyo principal vínculo político-estratégico estaba en la región, y era con la Argentina. Hoy es un actor global reconocido por los grandes centros de poder mundiales y, como tal, su vínculo estratégico fundamental es ahora con Estados Unidos y China (G-20 y Cumbre de Copenhague), no con la región o la Argentina", sintetiza.

Defensivo-ofensivo

Para Alieto Guadagni, la agenda exterior comercial del vecino está determinada por sus intereses ofensivos. "Su sistema tributario es ofensivo, expande las exportaciones, mientras que el nuestro es defensivo; por eso, somos el único país de América latina que le aplica altas retenciones a todas las exportaciones, incluso las de alto valor agregado industrial. La evolución de la exportación de carnes en los últimos años es un buen ejemplo de esta diferente visión de la inserción internacional de cada nación frente a las corrientes internacionales de comercio", indica.

"Como dijo el ex ministro brasileño Mangabeira Unger, Brasil necesita a la Argentina. Falta que la Argentina se dé cuenta de eso y reconozca también cuánto necesitamos nosotros a Brasil", reflexiona Terragno, tras recordar cómo el impulso dado por Alfonsín y Sarney para conformar el Mercosur "se desvaneció".

"Las declaraciones grandilocuentes y los protocolos sobre aspectos puntuales no sirven. Cuando propuse que el Mercosur tuviera un Tratado de Maastricht, como el europeo, que llevara a la convergencia en materia de déficit, deuda y tipos de cambio, se me dijo que era un enfoque «monetarista» y que el Mercosur debía ser algo «más grande». La realidad es que Europa fue algo más grande cuando armonizó políticas presupuestarias; puso límites al endeudamiento; alineó tipos de cambio y creó el euro. Nosotros seguimos haciendo discursos", concluyó Terragno.

A su turno, Félix Peña cree que para ambos países las relaciones bilaterales serán siempre privilegiadas, aunque reconoce que hay una tendencia de largo plazo, de cambio estructural en la relevancia relativa que un país tiene para el otro.

El titular del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank cita un informe reciente de Abeceb.com donde se destaca que, entre 2003 y 2009, las importaciones totales de Brasil aumentaron (350% desde China; 170% desde América latina; 141% desde la Argentina) pero las provenientes de la Argentina pasaron de representar un 9,7% a un 8,8% en el mismo período (eran del 14% en 1998).

"No creo que ni las disparidades cambiarias ni las restricciones comerciales que también aplica el Brasil (aunque más sutilmente) expliquen esta pérdida relativa de nuestra participación en las compras del Brasil. Buscaría la explicación en el tipo de bienes que Brasil demanda del exterior y los que la Argentina puede ofrecer. ¿Tenemos suficientes empresas con intereses ofensivos en condiciones de satisfacer la demanda creciente de Brasil? ¿Tenemos suficientes empresas con inversiones en Brasil, que importen desde la Argentina y que desarrollen estrategias de articulación de cadenas productivas?", se pregunta Peña.

Comercio administrado

Castro va un poco más allá al analizar las trabas al comercio bilateral impuestas por la Argentina: "Muestran que el Mercosur ha dejado de existir como zona de libre comercio y proyecto de integración, y se ha convertido en un sistema de comercio administrado, en el que la integración funciona sólo a través de la inversión directa de las empresas brasileñas en el país. Las transnacionales brasileñas invierten en la Argentina -a diferencia de las del resto del mundo- porque absorben el riesgo argentino y presumen el agotamiento del actual ciclo político y que se aproxima una etapa distinta".

Para Peña, los intereses comunes de ambos países son muy significativos y deberían impulsar estrategias ofensivas conjuntas de los empresarios: "Limitar la agenda bilateral a problemas existentes en determinados sectores industriales podría ser un serio error estratégico de nuestro sector empresario. Creo que Brasil espera de nosotros una actitud más positiva proyectada al futuro y con visión de lo que el nuevo entorno global ofrece como oportunidades".

Brasil no puede volar y olvidarse a la Argentina en tierra. ¿Tendrá la resistencia suficiente como para elevarse alto, aun con la carga que significa ser el principal socio de un Mercosur deslucido? ¿O se reinventará antes la Argentina, modificando su insólita pasión por la gravedad?

Por Emiliano Galli, de la Redacción de LA NACION



17,3% de las importaciones de Brasil

Es el porcentaje de las posiciones arancelarias afectadas por las licencias no automáticas, derechos antidumping, valores criterios, compromisos de precios y acuerdos de cupos. Calzado, papel y editoriales, material de transporte, manufacturas varias, juguetes, textil e Indumentaria conforman el 72% de las posiciones afectadas por medidas en 2008, según la consultora abeceb.com. Como resultado, entre 2008 y 2009, las compras a Brasil cayeron un 33,2%.

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