Herramientas personales
LANGUAGES

El día en que las partes unificaron sus acciones

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

Saltar a: navegación, buscar

La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 20 de mayo de 2014

Por Florencia Carbone

Y un día, el lobo apareció en medio del rebaño y aunque el pastorcito gritó con todas sus fuerzas, nadie acudió en su ayuda. Las reiteradas bromas pidiendo auxilio ante un inexistente peligro habían limado su credibilidad. La moraleja del tradicional relato infantil bien podría aplicarse a la larguísima negociación comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE).

"El proceso está en su última fase", aseveró hace algunos días el canciller brasileño Luis Alberto Figueredo, y hasta se animó a arriesgar que "la oferta estará lista en semanas, no meses".

La cuestión es que, a 15 años de iniciadas formalmente las conversaciones, con un enérgico relanzamiento político en 2010 y una nueva parálisis posterior, lo que prima es la desconfianza. ¿Qué cambió para que ahora el anuncio resulte creíble?

"No se trata de entusiasmo, sino de realismo", advierte Raúl Ochoa.

"Ahora la Argentina quiere terminar el asunto, avanzar en las negociaciones, básicamente, porque en las discusiones con Brasil se llegó a la conclusión de que es conveniente y de que los tiempos se acaban. El costo de no tener acuerdo es mayor que el de tenerlo", dice.

"El mundo está cambiando", agrega Ochoa, y los acuerdos comerciales hoy tienen amplios y diversos impactos en el desarrollo de un país. Como ejemplo, cuenta que en China se están instalando ocho ensambladoras de autos y que un hipotético acuerdo con la UE sería una gran herramienta de facilitación para inversiones de las terminales europeas aquí. "Si no podemos cerrar un acuerdo con la UE, ¿con quién lo haremos? Con Estados Unidos hay un debate político-ideológico que no se da en este caso. Buena parte de los países de la región ya acordaron con la UE; si el Mercosur no lo hace, quedaría aislado", sostiene el docente de Untref y UCA.

Por otro lado, los expertos consultados señalan datos políticos que no resultan menores.

"Hay un apuro para avanzar en el acuerdo que tiene que ver con los cambios políticos que pueden darse en Europa. La verdad es que estamos en tiempo de descuento y por cuestiones comerciales y económicas, y oportunidad política, es muy importante que se firme", sentenció Ochoa.

La referencia tiene que ver con las elecciones europeas que se realizan durante esta semana.

La prolongada crisis económica que afecta al bloque desde 2009 recrudeció el ánimo proteccionista y multiplicó las protestas de representantes de diversos sectores que sienten que un acuerdo comercial con el Mercosur o con Estados Unidos perjudicaría aún más a la golpeada economía europea y acrecentaría los ya elevados índices de desempleo.

Gustavo Idígoras, agregado agrícola argentino ante la UE durante cinco años y actual director de BIM (consultorías en agronegocios y bioenergías), no tiene dudas: "En el escenario actual, vamos indefectiblemente a un acuerdo, la incógnita es de qué tipo. El Mercosur ha hecho un gran esfuerzo en los últimos seis meses para llegar a una posición negociadora, alcanzar una propuesta y que la CE se tenga que sentar a negociar", dice.

¿En qué sustenta sus dichos? Idígoras explica que "la realidad más tangente y visible es que ahora el Mercosur hará una oferta que se acerca mucho al 90%, y eso es un cambio sustancial, ya que hasta ahora esa cifra rondaba 74%" (la cifra fue confirmada por fuentes del gobierno brasileño y paraguayo que participaron de la última reunión técnica, la semana pasada, en Venezuela).

Conocedor como pocos de las regulaciones europeas, pero especialmente del estilo negociador, Idígoras admite que la CE "sabe manejar muy bien la comunicación" y que tiene una habilidad especial para construir y mantener una reputación internacional en la que, sin importar de qué negociación se trate, aparece como "la parte que quiere avanzar. Nosotros [por el Mercosur], encima, nos peleamos y lo hacemos en público", dice sonriendo.

En ese sentido, el canciller de Brasil se encargó hace unos días de blanquear la situación: "Estamos en contacto con Europa para garantizar que en cuanto tengamos la oferta lista, ellos también la tengan, pero aún no la tienen. No sólo es un atraso del Mercosur".

El intercambio de ofertas estaba previsto para diciembre de 2013, pero la UE pidió postergarlo para enero de 2014. Luego, en enero, los europeos pidieron al Mercosur que clarificara qué países del bloque estaban participando de la negociación (se confirmó que participan los cuatro miembros originales: la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; Venezuela queda afuera).

Según las estimaciones de Idígoras, el intercambio de ofertas podría concretarse hacia fin de mes, pero aclara que es necesario tener en cuenta que el proceso que se abre entonces (la consulta a los Estados miembro) no insumirá menos de seis meses y que para cerrar la negociación de modo definitivo puede necesitarse más de un año, ya que se trata de analizar más de 9000 posiciones arancelarias.

Welber Barral, ex secretario de Comercio Exterior de Brasil durante el gobierno de Lula da Silva, explica qué activó la negociación en Brasil, donde hasta hace poco tiempo la principal oposición venía del sector industrial -con la poderosa Fiesp a la cabeza-, hoy transformada en uno de los principales motores pro acuerdo.

"En Brasil hay una importante presión derivada de la crítica a la política externa de Dilma Rousseff, que no ha sido capaz de firmar nuevos acuerdos", dice.

El titular de la Consultora Barral cree que un acuerdo con la UE sería importante para el Mercosur porque lo "obligaría a definir políticas regionales comunes y reglas institucionales más rígidas, ya que la imprevisibilidad de las políticas comerciales de los miembros en la última década dificultó la consolidación del bloque".

Lucio Castro, director del Área de Desarrollo Económico de Cippec, es tajante: "Es la última negociación del Mercosur en varios sentidos porque es una negociación seria, con una región importante y que se puede cerrar".

Castro cree que un eventual fracaso "abre la puerta a una negociación bilateral UE-Brasil, lo que sería el certificado de defunción del Mercosur". Se refiere a la teoría de "las dos velocidades", que Brasil sugirió como alternativa para desempantanar las conversaciones el año pasado -y que Uruguay suscribió con gusto-. Consistía en un "escape legal" por el que luego de que ambos bloques completos firmaran el acuerdo marco, los socios del Mercosur podrían presentar sus listas y negociar de manera individual, con sus propios tiempos.

"Más allá de que plantearon la idea, creo que se trató más que nada de un arma para presionar a la Argentina. Acá también hubo un cambio grande de actitud desde hace un año a esta parte. La Argentina se oponía, pero después de la devaluación de diciembre, el ajuste fiscal y la desaceleración de la economía, a lo que se suma la necesidad del Gobierno de acceder a los mercados financieros, la cosa cambió", señala Castro.

Al igual que Ochoa, Idígoras y Barral, coincide en que para tener una verdadera dimensión de la importancia del acuerdo se debe hacer un análisis que excede la lectura netamente comercial.

"Es un acuerdo superimportante para la Argentina y el Mercosur, ya que se trata de un socio estratégico para las exportaciones, las importaciones y las inversiones. Y también lo es para la UE, ya que entre Brasil y la Argentina concentra el 60% del stock de inversiones. Es cierto que los efectos económicos son bastantes moderados, pero mirar sólo eso sería hacer un análisis cortoplacista y mercantilista. Hay que tomar en cuenta las potenciales inversiones y la posibilidad de exportar nuevos productos, ya que todos los estudios y simulaciones se hacen sobre lo que ya se está exportando", detalla.

Ochoa describe concretamente de qué se trata. "Si la Argentina tuviera condiciones normales para la inversión -y un tratado ayudaría mucho- no digo que recibiríamos una avalancha de inversiones europeas, pero seguramente un porcentaje significativo de sus inversiones vendrían al país. Hay que tener presente que en Europa en este momento sobran tres cosas: capital, tecnología y mano de obra."

Castro insiste en la idea de que "los grandes beneficios" en este tipo de negociación se ven en el largo plazo. "Hay que mirar qué pasa a diez-veinte años, un ejemplo claro es el Nafta. Los grandes beneficios para México no se vieron en seguida", dice.

Más allá de la desconfianza y las suspicacias, todo parece indicar que "esta vez es diferente" y que las negociaciones marchan hacia buen puerto. Las reuniones técnicas avanzan y las declaraciones públicas por primera vez en mucho tiempo coinciden con lo que las partes dicen en privado.

Lejos de una visión idílica, queda claro que no es amor lo que acercó a las partes. Se trata, más bien, de factores compartidos de "espanto" (China y su avance en la región, en primer lugar; los eventuales cambios políticos de uno y otro lado que podrían entorpecer aún más las negociaciones o hasta decretar su deceso, y el avance de negociaciones como la de EE.UU.-UE que "levantarían" los estándares para concluir futuros acuerdos, entre otras cosas).

El tiempo dirá si esta vez la historia escribe su final o si, una vez más, el pastor logró engañar a todos.

Una negociación que avanza en medio de protestas y acusaciones

La quinta ronda de negociaciones que europeos y norteamericanos celebran desde ayer y hasta el viernes en Washington se realiza en medio de una creciente ola de protestas de ambientalistas, agricultores y hasta legisladores de la Unión Europea.

La semana pasada, en Bruselas, la policía detuvo a 250 personas -entre ellas, diputados belgas- durante una manifestación contra el proyecto de acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE.

"Hubo 249 arrestos", declaró a AFP un vocero de la Alianza D19-20, que agrupa a asociaciones de agricultores, desempleados, sindicalistas y artistas que denuncian el riesgo de "catástrofe social, ecológica y alimentaria" en caso de que se firme el acuerdo transatlántico (TTIP, por su sigla en inglés) entre la UE y Estados Unidos.

Diez días antes de las elecciones europeas, las imágenes de la enérgica intervención policial provocaron numerosas críticas. "Arrestan a 200 manifestantes contra el TTIP en Bruselas durante una manifestación pacífica. Dentro de dos meses van a tener que arrestar a 100.000", declaró el eurodiputado ecologista francés José Bové.

Por su parte, el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht, negó que el acuerdo vaya a beneficiar sólo a las grandes empresas y criticó a quienes, en su opinión, tratan de convertirlo en una "batalla política" de cara a las elecciones europeas. Aseguró que, pese a que hay ciudadanos y ONG que se oponen, al considerar que el acuerdo sólo traerá beneficios para multinacionales, éste también creará "oportunidades" para las pymes y facilitará su acceso a nuevos mercados.

De Gucht acusó a los movimientos que rechazan el acuerdo de difundir argumentos "que a veces son completas mentiras" y dijo que la "izquierda, parte del espectro crítico como (el grupo parlamentario de) los Verdes o la izquierda radical ven el acuerdo como un asunto que tiene que ser discutido en las elecciones europeas". Luego, criticó al candidato socialista a presidir la Comisión Europea (CE), Martin Schulz, por haber sugerido que se suspendan las negociaciones hasta que se celebren las elecciones europeas.

"¿Qué tipo de idea es ésta?", se preguntó De Gucht, quien añadió que la UE ha negociado ya muchos tratados comerciales con otros socios internacionales que no han tenido "tantas protestas y atención crítica".

Fundación ICBC Argentina, 2013 - Todos los derechos reservados. Términos y condiciones de uso.