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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 21 de diciembre de 2010

Por Florencia Carbone

La realidad es según el color del cristal con el que se mire. Y las necesidades también.

A medida que aumenta el número de empresas internacionalizadas, Brasil mira el mundo de los acuerdos comerciales de otra manera. Con una economía en expansión y el surgimiento de trasnacionales propias -conocidas como traslatinas-, representantes del sector público y privado del vecino país se muestran cada vez más interesados en la negociación de acuerdos comerciales.

¿Seguidores de lo que marca la teoría del algún reconocido gurú económico? Más bien fieles exponentes del pragmatismo que impone el lugar que ocupan: ni más ni menos que el arranque del BRIC, sigla con la que un economista de Goldman Sachs identificó a Brasil, Rusia, la India y China, países que tienen en común una gran población, enorme territorio, recursos naturales y atractivas cifras de crecimiento de su PBI en los últimos años, factores que los hacen atractivos como destino de inversiones.

"Las compañías que se internacionalizan no quieren pagar impuestos dos veces; surgen temas de doble tributación, y empiezan a tener problemas que requieren de acuerdos internacionales", dijo Mario Marconini.

Ex secretario de Comercio Exterior de Brasil, actual presidente del Comité de Relaciones Internacionales de la Federación de Comercio del Estado de San Pablo y director de Negociaciones Internacionales de la poderosa Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), Marconini visitó Buenos Aires hace unas semanas y dejó algunos datos interesantes sobre la visión del sector empresario del vecino país respecto de la negociación Mercosur-Unión Europea, la relación bilateral, el papel de las empresas de la región en el nuevo contexto internacional y el efecto de la crisis.

"Los acuerdos que el Mercosur tiene con Israel, Egipto y ahora con Jordania, son geopolítica, no hay tanto comercio, pero eso hizo que el sector privado viera que no es suficiente hacer acuerdos con países pequeños por razones políticas. Los grandes mercados siguen siendo la UE y Estados Unidos, representan alrededor del 40 por ciento", dijo durante una charla que dio en la Fundación Standard Bank.

¿La negociación con la UE? Nunca muere, aseguró. Eso sí, el contexto cambia y el dato no es menor.

Marconini apuntó que una de las debilidades del proceso es su falta de credibilidad. Mencionó la erosión que produce cada relanzamiento en el que, al final del camino, no se llega a "algo más consistente". Contó que en la Fiesp, cada vez que reaparece el tema, "la gente se pregunta ¿otra vez lo mismo?".

"Es cierto. Hoy está en marcha ese proceso en el que las principales autoridades, el presidente del Consejo, etcétera, coinciden con que es necesario el acuerdo, pero una vez que se empieza a bajar el nivel de las autoridades se van teniendo más problemas y cuando se llega a los Estados parte parece que no es muy posible. Ahora hay un grupo de seis países liderados por Francia que están políticamente en contra del acuerdo con el Mercosur, siempre por el mismo tema, porque tienen una política agrícola carísima, que probablemente no es sustentable, pero que quieren mantener por razones políticas", comentó.

De los días de 2004, última tentativa de cerrar un acuerdo, a hoy, mucha agua pasó bajo el puente. Pero, fundamentalmente, la situación de fuerzas cambió. Hoy los países emergentes son las grandes estrellas y a la hora de sentarse a la mesa hacen valer los nuevos títulos.

"Los acuerdos con la UE son muy lentos, imprevisibles, incontrolables. Esta vez pasó algo interesante. En Brasil estaban muy contentos porque la Argentina relanzó la negociación durante su presidencia del Mercosur junto con España, pero ahora que parece que la cosa puede caminar, hay muchos sectores que cambiaron sus comentarios. El contexto poscrisis es que hay pocos mercados en el mundo como el de la Argentina y Brasil que interesan a todos. Antes eran los mercados de los otros, pero hoy esos mercados no existen y la recomposición llevará tiempo. Esta gente es la que ahora dice: «Nosotros nunca logramos acceder al mercado de los otros porque ustedes [los funcionarios] no hicieron los acuerdos, ¿por qué pedirnos a nosotros [ceder], cuando tenemos la posibilidad de aprovechar nuestro mercado?». Está empezando una crítica muy grande y dicen que no quieren escuchar hablar de ningún acuerdo."

Marconini abundó: "Si se mira cómo está el sistema de comercio internacional, dicen: Si los otros no hacen nada, Estados Unidos, que debería ser líder en este tema, no es capaz de hacer un acuerdo siquiera con Colombia por razones políticas. Dicen que no cierran porque los sindicatos aluden que no se respetan derechos humanos cuando la verdad es que no quieren empezar con Colombia porque eso abre la puerta para lo que sigue que es Panamá, Corea. Si ellos no pueden, la UE sigue diciendo «no es culpa mía, es culpa de los otros», ¿con qué legitimidad se puede decir como federación vamos a abrir nuestro mercado, mientras que en ocho años de gran popularidad de Lula no se hizo nada en las reformas que debían hacerse?".

Marcela Cristini, de FIEL, recordó que al momento de iniciar la negociación con el Mercosur, lo que ofrecía la UE es muy distinto de lo que se prevé ofrecerá en los próximos diez años.

"Hoy Europa está en una situación interna complicada, ni siquiera ha podido consolidar el bloque, tiene un problema monetario muy serio y los interrogantes macroeconómicos son muy importantes como para decir que los acuerdos comerciales vayan a llenar algunas de sus necesidades de solución de corto plazo. Desde ese punto de vista, los acuerdos comerciales tendrán una prioridad baja para Bruselas a pesar de que puedan haberse relanzado las negociaciones. Lo que es interesante de todos modos es que cuando se mira la fortaleza comercial alemana, se encuentra que los alemanes durante los últimos 20 años han crecido exportando. Parecen China, pero de bienes de capital. Desde ese punto de vista, tenemos una ventana abierta. Alemania es el país que está liderando la reconstrucción europea después de la crisis y está interesado en el comercio internacional, pero con una actitud ofensiva".

Cristini dijo que pese a la crisis, lejos de caer, la actividad de firmas de acuerdos está creciendo.

Hubs de acuerdos

"Hoy se habla de la existencia de países que quieren conformarse en hubs de acuerdos de libre comercio. Tienen acuerdos con una multiplicidad de países y tratan de coordinar a otros para tener acuerdos cada vez más recíprocos. La reciprocidad en términos comerciales está pasando hoy por los acuerdos comerciales y se ven balances de reciprocidad en los que el Mercosur está quedando afuera porque en los últimos diez años no firmó acuerdos significativos de comercio internacional", agregó.

Respecto del BRIC, advirtió: "China y la India están en el mundo para quedarse. A pesar de que puedan tener pequeños tropiezos, los aspectos estructurales de esos países son tan importantes que es difícil pensar que no seguirán concitando la atención de la inversión extranjera directa para la creación de nuevos servicios y que el flujo de comercio se dirigirá crecientemente a Asia. La pregunta es qué estamos haciendo como Mercosur. Deberíamos estar tratando de participar activamente en esos mercados que se abren y ésa es una tarea pendiente."

Dante Sica, titular de la consultora Abeceb.com, puso énfasis en el cambio del contexto internacional.

"La idea de que los emergentes son los motores del crecimiento cambia la percepción de la importancia de la negociación. Las estrellas dejaron de ser los desarrollados y pasaron a ser los emergentes, y no es un dato menor. Por un lado, algunos empresarios grandes de la Fiesp empiezan a dudar si vale la pena esta negociación que pide mucho y ellos tienen que entregar el mercado. Eso puede llegar a ser un freno. Por otro lado, está el caso de la Argentina, donde hay una fuerte presencia de empresas extranjeras, cuyas casas matrices empiezan a tener un mayor interés en tener más apertura. Ante la falta de representatividad o fortaleza de nuestras instituciones, somos muy permeables al poder de lobby de ellas."

Sica suscribió a la idea de Marconini del "activismo institucional". "Hay que hacer un trabajo de concientización para que las pymes incorporen el tema de la negociación que las afecta en su propia estructura. Pero también el Gobierno tiene que hacer una interpretación de esto. La idea del activismo tiene que ir de los dos lados. En general, el activismo nuestro [por la Argentina] fue para no negociar y tratar de frenar la negociación. El hecho de que la negociación pueda salir implica qué trabajo nos vamos a dar en términos de política interna para poder salvar o proteger a esos sectores."

Félix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, se refirió a la conexión entre el mundo de la declamación y el de la realidad.

"Un tema central es la correa transmisora entre la voluntad política y la mesa de negociaciones. Se viene con el impulso de las cumbres y el liderazgo político, y después, cuando se llega a la mesa de negociaciones, se encuentra a gente que tiene una onda absolutamente distinta. Si negocias con Bruselas, te encuentras con burócratas en el sentido clásico y técnico de la palabra, y eso es muy difícil. Me da la impresión de que la responsabilidad del mundo académico, de los formadores de opinión y de las cámaras es fundamental. Se va a requerir mucho de creatividad técnica. Estas negociaciones son completamente distintas. No es lo mismo 90% de cobertura, una zona de libre comercio, se necesitará creatividad si se quiere sacar la negociación adelante", resumió.

Marconini fue tajante respecto de su visión europea.

"Parece que del lado europeo no escuchan mucho y tienen bastante arrogancia y eso creo que seguirá siendo un problema", aseveró, tras recordar que las ofertas hechas por el bloque en 2004 para el capítulo agricultura eran menos interesantes que la situación que existía en el mercado.

"Era un incentivo para no hacer el acuerdo, ofrecían cupos más pequeños de los que ya se tenían. Entonces, quedó equivocadamente la idea que nosotros no estábamos entregando lo que querían los europeos -sector automotriz y propiedad intelectual, por ejemplo-. Esa guerra de imágenes es la que ahora hay que dejar muy en claro", concluyó.

Tenemos que demandar mucho más, no sólo escuchar a los europeos

Mario Marconini no tiene dudas: "El costo de no hacer la negociación ahora está del lado europeo", dijo el especialista.

-Se lo escucha un poco escéptico respecto del acuerdo UE-Mercosur.

-En Brasil hubo sorpresa cuando la Argentina, que hasta el primer semestre de 2010 tenía mucha reticencia, cambió por una postura mucho más favorable, incluso hablando de compras gubernamentales. Eso fue recibido como una cosa muy positiva. No es que a mí o a los sectores que están reclamando nos parezca que no es posible, pero creo que esta vez, ya que somos nosotros los que ofrecemos nuestro mercado para un área que por razones propias ha casi causado un problema internacional por la forma en la que estaban conduciendo sus actividades financieras, ya que es nuestro mercado el que es de interés, tenemos que demandar mucho más y no simplemente sentarnos a escuchar por décima vez lo que los europeos quieren o no. Hay un poco de desinformación del otro lado y eso me preocupa.

La Fiesp está favor del acuerdo y piensa que Mercosur-UE puede ser una llave en el proceso de internacionalización. La UE es el socio comercial más grande de Brasil, le vendemos un cuarto de nuestro comercio y nos interesa mucho. Yo diría que a pesar de todo vamos a seguir, pero cada vez demandando más que los europeos sean menos europeos de la forma en que negocian, hablan y no comprenden lo que pasan en nuestras economías.

Marconini es actualmente director de Negociaciones Internacionales de la poderosa Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), una suerte de ministerio más en Brasil.

No parece casual que el propio presidente del país, Luis Inazio Lula da Silva, reciba a mandatarios extranjeros en la sede de la organización que representa al 40 por ciento del producto industrial del vecino país.

-La opinión de la Fiesp parece fundamental.

-Es una de las principales y más tradicionales instituciones de Brasil, con una trayectoria de activismo para ponerse al frente y pelear por lo que se considera es de interés de la industria, pero creo que muchas veces se exagera.

-¿Está demonizada?

-Sí, creo que muchas veces no se refleja lo que realmente pasa. Por ejemplo, en el tema Mercosur, se tiene una idea de que hay mucha gente en la Fiesp que está en contra, que le gustaría que fuera un área de libre comercio y no una unión aduanera, o que el Mercosur nos impide negociar mejor con la UE o Estados Unidos que si lo hiciéramos solos. Hay gente que piensa así, pero no es la posición de la Fiesp. Queremos tener una relación, especialmente con la Argentina, que sea de amigos, porque hay tanto interés común, que tiene más sentido profundizar lo que tenemos que hacer otra cosa. Pero reconozco que profundizar el Mercosur es difícil.

-¿Hasta qué punto es real la capacidad de Brasil para "cortarse solo" y cuánto hay de "marketinero" en la "moda Brasil"?

-No es tan fácil discernir. Creo que ambas cosas no son incompatibles. Brasil puede estar siendo llamado al nivel internacional por la estatura que tiene en un montón de cosas, sin que esto implique que hay que romper con el Mercosur. Las dos cosas son importantes. El hecho de que uno de los BRIC tenga un proceso de integración en su propia región es positivo y sirve para demostrar que Brasil es grande, tiene aspiraciones y sabe resolver problemas en su propia región.

-¿Podría Brasil proyectarse al mundo sin el Mercosur?

-Creo que sería posible por los activos que tiene el país: cuando se habla de tierras, si se mira la parte arable, sólo utilizamos el 13%. Hay 350 millones de hectáreas que no son utilizadas todavía. Capítulo ganado: si Brasil criara ganado en la forma correcta y no de la manera ineficiente en la que hoy lo hace, se recuperarían tierras equivalentes al tamaño de lo que se cultiva en la actualidad en la UE, y se resolvería el problema de deforestación del Amazonas. Las reservas en petróleo se estima que oscilan entre cinco y ocho millones de barriles. La democracia, a pesar de todo, funciona bien. Los temas sociales se han manejado bien. Y después están los temas de energías, como el etanol, que le dan al país una estatura propia. La gente [en el mundo] que piensa en Brasil no piensa en Mercosur, piensa en el propio Brasil.

-Pero entonces, ¿qué le aporta el Mercosur?

-Mercosur es el lugar donde más se exporta valor añadido. Lo que vendemos para acá tiene un alto valor de empleo, tecnología con un arancel común y podemos entrar con arancel 0 para casi el 90% de los productos. Tenemos inversiones muy grandes en la Argentina, Uruguay y en Paraguay. Ha sido un lugar en el que cultural, social, política y económicamente hemos logrado muchas cosas, lo que pasa es que la gente mira el 10% que falta, aunque en la tasa haya un 90% de logros. El Mercosur es muy importante.

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