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Cómo están los flujos de comercio en la región

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Revista Megatrade, Diciembre de 2022

En base al Monitor de Comercio e Integración 2022 del BID

El mundo estaba por salir del caos logís- tico que generó la pandemia, para que la guerra entre Rusia y Ucrania vuelva a complicar las cosas. A eso se le sumó la crisis energética en Europa, las restricciones en China y el endurecimiento de la política monetaria estadounidense para reducir la inflación que dieron una extrema volatilidad en los mercados internacionales, marcado por una tendencia de la desaceleración del comercio global. Solo alcanza con ver los precios de los fletes como fueron bajando hasta llegar al precio en el que están ahora.

La situacion es tan extraña que hay políticos en EE.UU. que piden "menos empleo" para bajar los salarios y la inflación. Promoviendo la recesión?. En ese contexto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lanzó el Monitor de Comercio e Integración del 2022 que analiza los factores que determinaron la evolución de los flujos comerciales de América Latina y el Caribe (ALC), el impacto de la secuencia de shocks que afectaron el rebote pospandemia y los riesgos presentes en la coyuntura actual.

El informe destaca que, si bien el repunte comercial de la región fue más pronunciado que el promedio mundial, la expansión de los valores exportados se debió a los precios, y se estima que se ha consolidado una clara tendencia hacia la desaceleración. “La recuperación del valor de las exportaciones de bienes de la región se fue debilitando producto de una atenuación de los precios y una progresiva pérdida de vigor de los flujos reales, mientras que las ventas de servicios continuaron en un sendero expansivo”, explica. Agrega que en el transcurso de 2022 se acentuaron las señales de agotamiento de la recuperación y las proyecciones para el segundo semestre del año, indican la consolidación de esta tendencia en las exportaciones de la región. Además, el rebote se está debilitando antes y más rápido de lo esperado, luego de la histórica caída del comercio debido a la pandemia. Por otra parte, el valor de las exportaciones de bienes de ALC, que se había expandido un 27,9% en 2021, se desaceleró a 20,6% interanual en el primer semestre de 2022.

Esa ralentización es producto de un menor incre- mento de los precios, de 19,4% en 2021 a 14,6% en el primer semestre de 2022, y del moderado crecimiento de las cantidades exportadas respecto al año anterior (de 6,7% a 5,3%), en particular en Sudamérica. Sobre el volumen de los envíos, estos excedieron el nivel prepandemia, debido principalmente a México, mientras que varios países aún no superaron dicha marca. “Los términos de intercambio cayeron 4,5%, las importaciones crecieron 29,5% impulsadas por los precios de la energía y los saldos comerciales se deterioraron. Las exportaciones de servicios de la región continuaron expandiéndose en el primer trimestre de 2022 (53,6%) por el dinamismo de los rubros tradicionales. El ritmo de aumento de los flujos comerciales se mantiene en niveles históricamente altos debido a un efecto de arras- tre estadístico. Los indicadores más recientes apuntan a la consolidación de una tendencia de ralentización los próximos meses”, explica. Respecto a la coyuntura, el texto comenta que presenta riesgos vinculados a la desaceleración de la demanda externa por el previsible efecto recesivo de las políticas monetarias contractivas, el impacto bajista de la apreciación del dólar en las cotizaciones de los productos básicos y la lenta recomposición de las cadenas logísticas globales, entre otros factores. El debilitamiento de las exportaciones se registró tanto en los destinos intra como extrarregionales.

Pero no todas son pálidas. “Los envíos dentro de la región continuaron siendo los más dinámicos y el coeficiente de comercio intrarregional creció levemente. Este desempeño se replicó en todos los esquemas subregionales”, dice. Vayamos a algunos datos de las exportaciones: En el primer semestre de 2022, el aumento interanual de las ventas intrarregionales (33,5%) fue mayor que el de las extrarregionales (18,5%), aunque en ambos casos con tasas inferiores a las de 2021. Agrega el texto que el incremento de las exportaciones a los Estados Unidos fue determinante para el desem- peño regional, principalmente por México, mientras que en Suda- mérica los envíos intrarregionales fueron los que más contribuyeron a la expansión. Sobre los flujos intrarregionales, dice que crecieron a tasas superiores a los extrarregionales en la Alianza del Pacífico, la Comunidad Andina, Centroamérica y República Dominicana y el MERCOSUR. Pero, por el contrario, una muestra limitada de países del Caribe indica que las ventas del bloque se expandieron principal- mente por el impulso extrarregional.

“A nivel de toda la región, los flujos intrarregionales ganaron participación y representaron el 15,8% de las exportaciones totales, reflejando un aumento de 1,4 % respecto a 2021. En el plano institucional, cobraron nuevo dinamismo las agendas internas orientadas al aprovechamiento de la economía digital, y en el frente externo se registraron avances en la vinculación con los países asiáticos”, explica el reporte.

El monitor señala además, que el indicador agregado de integración muestra que la región avanzó principalmente en las dimensiones comercial y física, denotando la necesidad de consolidar el impulso a las agendas institucionales. En una perspectiva de mediano plazo, desde la Gran Recesión, el comercio mundial se ha caracterizado por un régimen de menor dina- mismo y mayor inestabilidad, comparado con décadas anteriores. En este contexto, las exportaciones de la región han tenido un resultado apenas superior al promedio mundial, debido esencialmente al impulso de México y Brasil.

“La erosión de la competitividad en las economías de menor tamaño, en particular en los mercados de la propia región, aparece como el principal determinante del frágil desempeño comercial. En la década 2012–2021, el comercio mundial entró en un régimen de bajo crecimiento y alta volatilidad. El aumento promedio del valor comerciado fue de 2,0% acumulativo anual y el de las cantidades 2,8%. Se multiplicaron las contracciones comerciales, tanto nominales como reales, inexistentes en la década anterior a la Gran Recesión”, manifiesta.

Comenta que la pérdida de vigor de los volúmenes comerciados se explicó principalmente por la ralentización del comercio de manufacturas industriales y del ritmo de expansión de las importaciones de China. Además, las exportaciones reales de América Latina se expandieron apenas por encima del promedio mundial, dando lugar a un leve aumento de la cuota del mercado global. El aumento de esa cuota, respondió al desempeño de Brasil, México y, en menor medida, de Centroamérica, pero solo los dos primeros ganaron competitividad externa. Habría que preguntarles como lo hicieron.

“La erosión de la competitividad de las demás economías se evidenció en los sectores de mayor concentración de las exportaciones y en el mercado intrarregional. Para prosperar en un entorno global caracterizado por mayor turbulencia, fragmentación y regionalización, la región deberá, por lo tanto, priorizar y renovar el impulso a las políticas de apoyo a la competitividad externa y la integración regional”, dice el trabajo.

¿Y que nos depara el futuro?

Desde el BID, explican que, en el corto plazo, las perspectivas comerciales de América Latina y el Caribe dependerán principalmente de la dinámica de los precios de los productos básicos. Las cotizaciones de las materias primas, por la guerra, fueron empujadas al alza y en algunos casos se encuentran en niveles cercanos a los máximos alcanzados en la última década. Si bien el impacto en los países individuales se debió a la heterogeneidad de los patrones comerciales, los términos de intercambio de la región cayeron, las importaciones crecieron impulsadas por los precios de la energía y los saldos comerciales se deterioraron. “En el transcurso del año, los precios de las exportaciones se desaceleraron por las menores perspectivas de crecimiento y la apreciación del dólar. En este escenario, no cabe esperar que el canal de los precios sostenga de forma duradera los valores exportados, lo que renueva la necesidad de diversificar la canasta exportadora”, dice.

Por otra parte, en el texto se advierte que la desaceleración de las exportaciones de la región, respondió en parte a la reversión de la sustitución del gasto en servicios por bienes de consumo durable, mayormente intensivos en bienes transables, que había impulsado el comercio durante la pandemia. A lo largo del año, las previsiones de crecimiento económico fueron corregidas repetidamente a la baja, el pesimismo comenzó a dominar en las perspectivas de los operadores comerciales y en los pronósticos aparecieron signos de estancamiento del intercambio global. De cara al futuro, en el balance pesan los riesgos asociados a la crisis energética mundial, desatada por el conflicto bélico, el impacto recesivo de la restricción monetaria y el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, ante la inflación y los altos niveles de endeudamiento. Agrega que los interrogantes mayores tienen que ver con el ritmo de convergencia hacia la estabilización, si la economía mundial retornará al sendero de bajo crecimiento comercial de la última década y, sobre todo, cuáles serán los determinantes de la competitividad en la nueva fase de la globalización que se está gestando.

La región latinoamericana fue una de las más golpeadas por las crisis y es por ello que, desde el informe, explican que es crucial no solo apuntar a las reformas e inversiones necesarias para sostener la competitividad en la economía global y la adaptación al nuevo rumbo de las cadenas de valor, sino también incrementar la capacidad de capturar oportunidades emergentes en un entorno en rápida transformación.

“Es plausible que el reajuste de la globalización presente oportunidades a la región para atraer eslabones de cadenas de valor, en búsqueda de relocalización motivada por la diversificación de los riesgos. Sin embargo, sería imprudente asumir que estos beneficios se materializarán de forma automática o que las políticas industriales intensivas en subsidios sean los instrumentos más adecuados para incidir en las decisiones de las firmas multinacionales. Las empresas de la región deberán, más bien, contar con el apoyo de instituciones de promoción de exportaciones y de atracción de inversiones de última generación que logren visibilizarlas como proveedores confiables”, afirma. Agrega el monitor, que en un entorno en el cual los compradores globales buscarán reorganizar sus redes de abastecimiento, el aumento de la velocidad y predictibilidad de las transacciones aduaneras será un factor competitivo clave.

Un dato a tener en cuenta que se presenta en el informe es que, en las últimas dos décadas, la expansión comercial de la región fue impulsada en gran medida por el superciclo de los precios de los productos básicos. Este impulso socavo los incentivos para seguir avanzando en varios tramos de la agenda de reducción de los costos comerciales. “El repunte actual de los precios de los commodities presenta de nuevo el riesgo de postergar las respuestas a los desafíos de fondo para la inserción internacional de la región. Para posicionarse en un ambiente internacional en el que se multiplican las tensiones entre las principales economías, surgen nuevos focos de proteccionismo comercial, tecnológico, energético y ambiental, y en el que la opinión pública tiende al nacionalismo como reacción a la apertura económica, es fundamental avanzar en agendas de reformas nacionales, y a la vez potenciar los mecanismos de cooperación internacional e integración regional”, explica.

Finalmente, desde el BID señalan que los avances en la dimensión institucional fueron limitados y no siempre redundaron en resultados tangibles para las empresas y los ciudadanos. Iniciativas regionales orientadas a completar la liberalización, la facilitación del comercio y la cooperación aduanera, la convergencia regulatoria y programas de apoyo a la integración productiva, contribuido por políticas nacionales de estímulo a la productividad y a la calidad de la oferta exportable, permitirían desarrollar el comercio intrarregional de bienes de consumo e insumos intermedios. De la misma forma, un decidido impulso a las agendas digitales facili- taría no solamente las nuevas modalidades del comercio de bienes, sino también la integración de los mercados de servicios más promisorios. La convergencia de la arquitectura comercial, el fortalecimiento de las cadenas de valor regionales y una mayor densidad de los intercambios de servicios favorecerían no solamente la diversificación de las exportaciones, sino que también contribuirían a aumentar la atractividad de la región para los socios globales.

“En definitiva, una integración comercial más flexible, pragmática, eficaz y visible permitiría a los países de la región construir una ventaja indispensable para posicionarse en el escenario poscrisis. Por otra parte, para competir en los mercados externos la región necesita cerrar la brecha de infraestructura con una visión regional. La reducción de los costos de transporte es imperativa para que las empresas de la región puedan no solamente exportar directamente, sino también convertirse en proveedores eficientes de las cadenas de suministro globales. La expansión de los corredores viales de integración, la eficiencia y racionalización de puertos y aeropuertos y la modernización de los sistemas de logística son activos más críticos que nunca. De todas formas, la desaceleración de las exportaciones tras la fase de recuperación pospandemia indica que, para prosperar en un entorno global caracterizado por mayor turbulencia y fragmentación, la región deberá priorizar y renovar el impulso a las políticas de apoyo a la competitividad externa y la integración regional”, cierra.

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