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“La propiedad intelectual agrega valor a las producciones agrícolas”

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 20 de junio de 2024

El champagne proviene de la región con ese mismo nombre. Un caso espejo es el del roquefort, que solo puede llamarse así cuando es producido en dicha localidad francesa. Los productos de Denominación de Origen Controlada (DOC) son revalidados por su calidad, por ser la máxima expresión que se puede conseguir en todo el mundo.

En la Argentina un caso resonante es el de los salames de Tandil, que tienen Denominación de Origen (se usa la sigla DOT para este producto), pero en el país se necesitan desarrollar más definiciones como éstas para hacer crecer economías regionales. Es por esto que despierta interés una nueva oportunidad de capacitaciones referidas a la propiedad intelectual, un saber indispensable para el comercio internacional.

Se trata del proyecto de cooperación de la Unión Europea (UE) y AL-Invest Verde - Derechos de Propiedad Intelectual (DPI), en colaboración con la Secretaría de Bioeconomía del Ministerio de Economía, que ofrecerá su primer programa de mentoría en propiedad intelectual (PI) en Argentina. Hay tiempo para inscribirse hasta el 30 de junio.

Las Indicaciones Geográficas son una figura que ofrece protección a los productores vinculados a un territorio específico, preservando la calidad y la reputación de los productos vinculados a su origen contra el uso ilícito de la denominación del lugar. AL-INVmentor priorizará la introducción de una dimensión de sostenibilidad en las mentorías, en línea con las demandas del mercado internacional y del Pacto Verde Europeo.

AL-INVmentor cuenta con el apoyo de expertos internacionales en cadenas de valor de origen, así como en el desarrollo y fortalecimiento de las Indicaciones Geográficas. La edición Mercosur del programa será la primera de una serie de programas destinados a mejorar el uso y desarrollo de los DPI para impulsar la innovación, la competitividad y la sostenibilidad. Le seguirán programas para otras regiones (Comunidad Andina) y para productos artesanales, entre otros.

Además, esta mentoría apoyará a unos seis grupos de productores del Mercosur interesados, seleccionados en base a criterios objetivos, para fortalecerse a través de un acompañamiento personalizado. Estos productores recibirán talleres relacionados con la definición y el desarrollo de especificaciones de origen de los productos, estrategias conjuntas de gobernanza para la gestión de las IG, así como la comercialización y la narrativa de los productos.

La fase de implementación de AL-INVmentor tendrá lugar entre el segundo semestre de 2024 y principios de 2025, una vez finalizada la fase de selección.

El argentino Mariano Riccheri Ponferrada es el líder del proyecto AL-Invest Verde DPI. Tiene más de dos décadas de experiencia en consultoría sobre protección y gestión de la propiedad intelectual, y colaboró con importantes instituciones en diferentes estudios, como la Oficina Europea de Patentes y la Comisión Europea. Actualmente reparte sus días entre Alicante, España, y Uruguay, y en su paso por la Argentina dialogó con LA NACION sobre esta nueva oportunidad.

–¿De qué se tratan estas mentorías?

–Es un proyecto regional, pensado especialmente para América latina, con un fuerte énfasis en el Mercosur, pero sumando también a Chile. Es una iniciativa para fortalecer el entorno de innovación a través de políticas de propiedad intelectual. Tenemos tres áreas de actuación: llegamos a las instituciones como el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI); a la Justicia, para que tengan información en casos de infracciones, y al sector productivo, que en muchos casos son las pymes que son preponderantes en la región. Esta iniciativa abarca desde conocer cómo proteger productos con patentes hasta el poder inscribir las variedades vegetales. Es una mentoría orientada especialmente para el ámbito agrícola, sobre todo a productos vinculados con la identidad de la región.

–¿Qué potencial le ven a América Latina?

–El potencial es grande, pero para que esto ocurra es fundamental darle valor a los productos, notar que no es algo mágico. Por ejemplo, las indicaciones geográficas (como las mencionadas al inicio de la nota) son esenciales para lograr estos desarrollos, pero es importante que las asociaciones de productores tengan a sus integrantes alineados, que trabajen en conjunto por la calidad del producto, porque tener esta denominación implica también que el consumidor sepa que es un determinado producto, como el salame de Tandil, que tiene características determinadas, independientemente de la marca. Y eso hace que quien compre esté dispuesto a pagar una prima.

Este tipo de indicaciones geográficas se pueden aplicar a producciones artesanales y también industriales que tengan relación con el lugar (por ejemplo, el cristal de Murano), como ya ocurre en la Unión Europea. En cambio, en la Argentina solo se regula sobre la producción agrícola comestible, pero de avanzar se fortalecería la economía y los recursos para desarrollar la producción.

Es por esto que en las etapas futuras de AL-INVmentor tiene contemplado abarcar capacitaciones sobre productos artesanales en diferentes países de la región, y también mentorías para el sector de la industria vitivinícola. Otra capacitación va ligada al objetivo del cumplimiento de las normas de deforestación que se le aplican a los productos que quieren entrar a la UE.

–¿Un componente importante de la propiedad intelectual es la sustentabilidad?

–Las tecnologías verdes son importantes. Hay acciones de concientización sobre la propiedad intelectual para Pymes. Hoy la sustentabilidad tiene un rol central por la preocupación por combatir el cambio climático. Se volvió un tema muy importante. Desde nuestra área podemos por un lado hacer ver que la propiedad intelectual es más que una herramienta para potenciar la innovación de cualquier país, incluyendo la innovación verde. Además, es fundamental para insertarse en los mercados globales. Muchos temas verdes ya están en otros mercados, como las marcas de licencias para el intercambio, pero todo esto es preciso conocerlo y saberlo.

Hoy, el tema de las marcas y el branding es muy importante. Actualmente las marcas resaltan sus condiciones de sostenibilidad de los productos.

–¿Ser sustentable es un atributo que potencia las indicaciones geográficas?

–Claro, a la calidad se le agrega la sostenibilidad, así también las indicaciones y reglamentaciones obligan a los productores a respetar los orígenes, la producción y la cadena de valor, los consumidores también piden el valor de la protección de los recursos y el planeta. Incluso, las indicaciones geográficas tienden a tener trazabilidad, para que el productor asuma la responsabilidad de toda la cadena. Por ejemplo, esto pasa con algunos productos que tienen origen en el Amazonas, en Brasil, o en la Argentina sucede con los bosques en el Gran Chaco. Se pide que los productos no vengan de zonas deforestadas o que el ganado no haya sido alimentado con producciones provenientes de dichas regiones.

–¿Sienten que hay interés por desarrollar estas indicaciones geográficas? ¿El país reconoce el valor?

–Hay mucho interés, incluso del Gobierno actual. Es difícil saber cuánto falta por hacer, pero sabemos que hay mucho trabajo por delante. La sostenibilidad, de la que acabamos de hablar, es un desafío global. Argentina es competitiva a nivel innovación, con muchas capacidades intelectuales, mucho talento. Hoy hay sectores que tienen un gran desarrollo, como la informática, la biotecnología y la publicidad, por ejemplo. Nuestro proyecto viene a potenciar el conocimiento de la propiedad intelectual, que puedan desarrollar y obtener beneficios dentro de la regla de la propiedad intelectual. Que haya previsibilidad para que, por ejemplo, los investigadores pueden proyectar líneas de trabajo, idear modelos de trabajo.

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