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"Hay que evitar el relacionamiento con dependencia"

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 23 de junio de 2015

Por Florencia Carbone

Patricio Carmody es ingeniero industrial derivado en teórico de las relaciones internacionales, pasión que cultivó "caminando la calle" en su actividad privada, ocupando, entre otros, el cargo de vicepresidente de marketing de Alimentos a nivel mundial de Pepsico, con base en Nueva York, por 20 años. De espíritu inquieto, el estudio lo llevó a recorrer claustros del Centro de Estudios Diplomáticos y Estratégicos de la Escuela de Altos Estudios Internacionales, en París, y de las universidades norteamericanas de Harvard y Columbia. Ya como miembro del CARI y Cippec, acaba de publicar su segundo libro, "Buscando consensos al fin del mundo. Hacia una política exterior argentina 2015-2027", del que habló con la nacion.

¿Cómo surge la idea de analizar la política exterior del país y su influencia en el desarrollo comercial y económico?

-Soy ingeniero, pero mi pasión siempre fueron las relaciones internacionales y, a mi manera, hice esta carrera en el sector privado (por su trabajo vivió en Tailandia, Brasil, Portugal, España y Uruguay, entre otros sitios). Cuando volví a la Argentina empecé a preguntar en los diferentes círculos quién estaba trabajando en relaciones internacionales y decidí entrevistar a unas 40 personas, diplomáticos, políticos, académicos y periodistas para entender qué pasó en el país en los últimos 30 años y qué se tiene que hacer a futuro, de cara a los próximos tres mandatos presidenciales.

Eso implica establecer políticas de Estado. La Constitución prevé que una misma persona puede ser presidente por un máximo de dos mandatos consecutivos. Apuntás a un cambio cultural que fije una base mínima de acuerdos políticos.

-Sí, es la idea que propongo en "Buscando consensos al fin del mundo" a partir de un período de tres mandatos presidenciales, tiempo en el que no sólo cambiará la persona sino que podría haber otro partido en el poder. Ese lapso surge porque es el tiempo que le llevó a Chile y Brasil, después de varios regímenes militares, instalar políticas de Estado. En Brasil tienen dos mandatos de Fernando Henrique Cardoso y uno de Lula. En Chile, el primer gobierno de Patricio Aylwin, el primero de Eduardo Frei y el de Ricardo Lagos. En esos 12 años se hizo mucho para reconstruir consensos. Este libro está dedicado a quienes van a impactar en la política de los próximos 12 años. Busca instalar la idea de construir consensos y luego transformarlos en políticas de Estado.

¿Por qué el paralelismo entre la política exterior argentina y el mito de Sísifo?

-Por haber desafiado a los dioses, Sísifo fue condenado a llevar una gran piedra hacia la cima de una montaña y cada vez que llegaba arriba, la piedra rodaba hacia la base. Indefinidamente. La política argentina parece haber seguido ese camino en las tres décadas democráticas, con una montaña diferente en cada década. Nunca se pudo escalar la montaña y quedarse en la cima.

¿Cuáles fueron esas tres montañas?

-La primera es la de Raúl Alfonsín y Dante Caputo, donde se hablaba de un alineamiento con el tercer mundo (países deudores contra los acreedores) tomando posiciones de liderazgo en el diálogo Norte-Sur, aunque a veces más allá de lo que el país podía dar. La segunda sería la de Carlos Menem-Domingo Cavallo-Guido Di Tella, representada por el alineamiento casi automático con Estados Unidos. La tercera, la de los Kirchner, que es más difícil de definir, pero donde se puede hablar de la oposición hacia Estados Unidos-Europa, un deslizamiento hacia Venezuela y, en la actual gestión, un corrimiento mayor hacia China y Rusia también.

¿Cuál es hoy el lugar de la Argentina en el mundo y cuál es posible ocupar? ¿A qué te referís con la "emergente relación cuadrangular" hacia el final del libro?

-Prefiero enfocarme en el lugar posible, que tiene que ver con la emergente relación cuadrangular, de cuatro vértices: el primero es la Argentina; el segundo son las potencias establecidas (Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón); el tercero son las potencias emergentes (Rusia, China, India, Asia), y el cuarto es el exterior próximo (Brasil y la región). La idea es cómo mantener con estos grupos de países un relacionamiento simultáneamente positivo.

¿Es factible llevarse bien con todos?

-Es complicado y difícil, pero se puede. Los relacionamientos armónicos con un país no pueden determinar relacionamientos desarmónicos con otro. No es que haya que estar de acuerdo con todos en todos los temas, pero sí podemos tener una relación general que sea positiva con cada uno. En el libro propongo tener relacionamientos diversos a niveles múltiples: en cualquiera de los niveles de acción (cultural, político e institucional; económico, comercial y financiero; científico y tecnológico, y estratégico y militar) se pueden hacer alianzas. Por caso, en el nivel institucional-político, tenemos relaciones de densidad muy alta con las potencias establecidas y el exterior próximo, pero será difícil tenerlas con China y Rusia, que son regímenes totalitarios. En lo económico-comercial podemos tener relaciones intensas con los tres grupos. En el relacionamiento económico-financiero, después de 2001 hubo un aislamiento financiero: estamos alejados de los tres centros. No es defendible depender solamente de uno como hicimos con Venezuela o ahora con China. Eso se convierte en un relacionamiento con dependencia, que es algo que tenemos que tratar de evitar en todos los niveles de nuestro relacionamiento.

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