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Hay un componente recesivo que es interno

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Entrevista a Fernando Porta, Director del Centro REDES, La Nación, Martes 25 de agosto de 2009

Casi como en la célebre película Durmiendo con el enemigo, cuando se le pregunta por la crisis económica mundial, Fernando Porta cree que el mayor problema para la Argentina está puertas adentro.

Investigador del Centro de Estudios Redes, profesor de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, Di Tella, Quilmes y General Sarmiento, Porta se mostró más preocupado por problemas internos que por efectos externos. El hecho de que la Argentina estuviera "descolgada" del sistema financiero internacional le ahorró el mazazo de la crisis. Sin embargo, hay otras luces de alerta, advirtió.

"Hay un componente recesivo y de desequilibrio en la Argentina que es interno. Por un lado, alrededor del agotamiento de ciertos motores del crecimiento fuerte del 2002 al 2008, y por otro, las propias expectativas negativas que se formaron en el último tiempo. Eso hace que no quede claro cuál es el horizonte de recuperación de la economía. Hay algunos signos alentadores, como que una parte de la economía argentina se encuentra vinculada a la evolución de socios comerciales que están ubicados en el mejor lado de la situación crítica."

-¿Brasil?

-Brasil, China, y algunos otros países de América latina. Tenemos una sociedad comercial en el mundo bastante diversificada. Le vendemos a una parte del mundo cuya demanda no debería caer tanto. Eso puede acelerar la recuperación, pero no queda claro cómo jugará la situación interna.

-¿Se refiere a las políticas comerciales del Gobierno?

-No, más bien a que la recesión argentina tiene dos componentes: uno, el externo, y otro, cierta conflictividad que se ha instalado alrededor del modelo de política económica en el último tiempo, y las decisiones de inversión y consumo están influidas tanto por el panorama internacional como interno.

-¿Cómo afecta la crisis a la internacionalización de empresas de la región?

-De modo negativo. Lo que se ve es que América latina y el Cono Sur en particular, tienen una posición relativamente buena, entre otras cosas porque es una región excedentaria y especializada en productos que a mediano plazo seguirán teniendo algún nivel de demanda sostenida y precios internacionales favorables. La internacionalización de empresas y capitales están atravesados por dos tipos de factores que no necesariamente operan en la misma dirección. Las expectativas negativas sobre la economía mundial hacen que los flujos de financiamiento de inversiones internacionales operen como factores retractivos. Es esperable es que haya una cierta disminución de los flujos de internacionalización de capitales y empresas. El otro elemento es que en una crisis también ocurre que ciertos activos, por razones particulares de la empresa, país o sector en cuestión, tienden a desvalorizarse fuertemente en términos internacionales, y entonces pasan a ser atractivos para inversores que están en una mejor posición financiera. Es decir, aún en una situación de crisis y con expectativas relativamente inciertas sobre cómo funcionará todo aparecen oportunidades de inversión.

En el caso particular de las empresas brasileñas se han mostrado muy agresivas en escenarios macroeconómicos de gran incertidumbre, han tomado la delantera en el proceso de inversión internacional en la economía argentina en cierto sentido desestimando en su evaluación el riesgo que otros parecían advertir. En los últimos años, en la economía local, en términos nominales hubo tanta inversión extranjera como en los 90´. Si se eliminan las privatizaciones, los flujos de inversión de los 2000 hasta pueden superar a los de los 90´. Los propietarios de esos flujos son, fundamentalmente, inversores brasileños, mexicanos y chilenos que hacen una evaluación del negocio diferente de la de los inversores tradicionales de la Argentina: Estados Unidos y Europa.

-¿Son más conservadores?

-No necesariamente, pueden estar menos acostumbrados a moverse en un escenario de volatilidad macro, y una localización relativamente distante, en un escenario incierto puede ser un desestímulo para invertir. Las empresas brasileñas que están en una etapa inicial de su proceso de internacionalización, que buscan ocupar mercados, conseguir reservas de materias primas e incorporar activos, hacen una evaluación diferente. Tenemos un vecino que ha desarrollado un aparato productivo de magnitud, en algunos casos con estándares competitivos fuertes, con una tesorería propia y un acceso a capital de préstamo en los mercados internacionales y en el propio mercado de capitales brasileño, y a su vez con un fuerte apoyo de incentivos y estímulos de parte de la banca pública. Tiene vocación para internacionalizarse.

-¿Por qué lo hacen empresas brasileñas y no argentinas?

-En primer lugar, hay un tema de tamaño. Si se analiza por sectores, son, en general, más grandes que las locales. Hay un tema de escala de negocios y financiera que es importante, y eso tiene que ver porque han crecido en el marco de un mercado interno que es muchísimo más grande. Ahí ya hay una masa crítica de recursos propios financieros, gerenciales, tecnológicos y capacidades de gestión diferente. El otro aspecto es que además de tener capacidad financiera propia también acceden en mucha mejor medida a fondeo internacional por su tamaño, porque están mejores insertas en esos circuitos. Además, el mercado de capitales en Brasil es notablemente más dinámico y más grande que aquí. El otro punto es la notable capacidad de apoyo que tiene el sistema financiero público.

Recomponer la articulación público-privada

-¿Se puede ser socio de Brasil sin desaparecer?

-Argentina tendría que tener una política absolutamente dirigida a eso. Hay un espacio para hacer una articulación productiva más fuerte en el Mercosur y las empresas brasileñas podrían ser socias. Hoy esa estrategia tiene un sujeto activo, que son las empresas brasileñas -interesadas en expandirse-, y socios relativamente pasivos, que son los argentinos -que buscan valorizar rápidamente su inversión y salir del negocio porque siempre han tenido una naturaleza más rentista que innovadora-. Hay una retracción del sector privado y la política pública tampoco se hace cargo de esto.

-Un empresario del sector cárnico señalaría la contradictoria política oficial...

-Supongamos que es así. ¿Por qué invierte un empresario brasileño en ese sector? ¿Es un ingenuo que no se da cuenta de que la política traba el desarrollo del negocio? ¿O ve cómo saltar esas barreras y generar canales de comercialización que el argentino no ha sabido ver? ¿Por qué el argentino se queda con la idea de que el negocio no es viable y el brasileño supone lo contrario? Es un tema más de la sociología que de la economía.

-¿Un problema cultural?

-Sin dudas, pero en el sentido de cómo se arman en el largo plazo las articulaciones público-privadas, que pueden ser virtuosas o viciosas. Puede darse sobra la base de que ambos elementos de la relación tienen alguna confianza acerca de que las acciones del otro le servirán, o una desconfianza absoluta. Para decirlo gruesamente: en los decisores de política pública brasileña, el privado es visto como un sector que responderá eficazmente a los estímulos, y los privados ven que ese posicionamiento público puede ser sostenido en el tiempo y validar una estrategia más riesgosa de inversión a largo plazo. En el caso argentino es lo contrario. Desde el sector privado es conocida la desconfianza acerca de si las reglas se mantendrán en el tiempo, y desde el sector público hay evidencias de que muchas veces los incentivos fueron dados y los efectos esperados no se produjeron porque fueron desviados hacia la obtención de rentas extraordinarias.

Cuando la genética no ayuda

No hay milagros genéticos. Sólo hace falta trabajo y cumplir con lo pactado. Fernando Porta destacó las diferencias entre la relación del sector público y el privado en la Argentina y Brasil (ver recuadro), pero aclaró: "No es que los empresarios brasileños nacen con confianza en los decisores de política pública y viceversa, no es una cuestión genética. Eso se ha construido".

-¿Ve alguna señal de que se esté revirtiendo en la Argentina?

-La situación está muy contaminada por el escenario conflictivo, pero en 2006, los fundamentos macroeconómicos argentinos eran perfectamente perceptibles como sólidos. Las reglas tenían certidumbre, se venían aplicando consistentemente durante tres o cuatro años y no había en el horizonte razón alguna para pensar que cambiarían. ¿Por qué en ese escenario el sector privado local seguía hablando de incertidumbre? Imagino que sus razones tendrían, pero para un analista es muy difícil interpretarlo. Veo el escenario muy neblinoso, atravesado incluso por falsos conflictos, con posiciones que se han extremado en una lógica disruptiva.

-¿Cómo cuáles?

-El problema del campo no es uno. Eso que se llama el campo es en realidad un grupo diverso de producciones, actores, problemáticas, necesidades y rentabilidades, que no puede ser tratado como una única situación.

Entrevistó Florencia Carbone para La Nación

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