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Ideas para revitalizar el Mercosur

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Félix Peña, Clarín, 29 de agosto de 2024

La construcción del Mercosur como un proceso conjunto de cooperación entre un grupo de naciones latinoamericanas formalmente soberanas, presenta algunas dificultades. Se mantienen dudas sobre el cumplimiento de los objetivos originales que llevaron a su creación.

En mi opinión no es sólo el efecto del predominio de una visión pesimista sobre diferentes experiencias de cooperación entre naciones. Por el contrario, podría reflejar una apreciación errónea del esfuerzo que implica un proyecto de trabajo conjunto, con alcance permanente, entre naciones soberanas que tienen proximidad física y que, como es obvio, presentan dificultades de todo tipo para sumar en forma sustentable tales esfuerzos.

En la realidad, un trabajo conjunto entre naciones soberanas requiere factores difíciles de lograr y, menos aún, de preservar a través del tiempo. Algunos de esos factores parecerían ser fundamentales, si lo que se pretende es desarrollar un trabajo conjunto entre naciones formalmente independientes y, además, asegurar la permanencia en el tiempo de los objetivos perseguidos y de las metodologías apropiadas.

Entre otros, tales factores parecerían ser los siguientes: a) una visión social de largo plazo favorable a los objetivos comunes perseguidos por las naciones participantes en el trabajo conjunto; b) compromisos formales concretos en cuanto a las metodologías a emplear en el trabajo conjunto, a fin de asegurar su eficacia y adaptación a nuevas realidades que incidan en su evolución; y c) mecanismos que permitan adaptar objetivos y metodologías del trabajo conjunto a los cambios significativos que siempre se pueden producir en las realidades de un grupo de naciones participantes, y en el contexto internacional que les rodea.

Las realidades en las que se insertan las naciones que hoy participan del Mercosur han evidenciado muchos cambios desde que se inició este proceso conjunto. Lo natural es imaginar que en el futuro nuevos cambios incidirán en las metodologías e incluso en los objetivos del trabajo conjunto.

Ello implica reconocer que el trabajo conjunto entre naciones soberanas requiere de un esfuerzo permanente y de constante evolución consensuada. Al menos si se aspira, como es lógico, a asegurar una eficacia que se sustente a través del tiempo. Construir una región de trabajo conjunto no es entonces una tarea fácil. Lo prueban experiencias existentes en distintas regiones del mundo. Incluyendo Europa, Asia y la propia América Latina.

En el mundo de hoy más gente vive en países que están conectados entre sí y con una creciente diversidad de opciones en sus preferencias culturales, políticas y económicas. Por lo demás se han acrecentado las opciones que tiene la población de un país para vincularse con las del resto del mundo.

Los cambios que se observan hoy en los múltiples planos de las relaciones internacionales, acrecientan la necesidad de una lectura inteligente de los efectos que ellos puedan tener en la perspectiva de cualquier país, como también en la de su respectiva región geográfica. La calidad del diagnóstico que se tenga sobre la dinámica de la realidad internacional, es más que nunca un requerimiento esencial para navegar el mundo que rodea a cualquier nación.

Ellos pueden tener efectos profundos en las relaciones internacionales de los países sudamericanos. Es una razón más para sumar esfuerzos con nuestros vecinos con el fin de desarrollar una lectura compartida de la realidad internacional, que sea inteligente y que, a la vez, esté orientada a la acción.

A título de ejemplo, se pueden mencionar cuestiones en las que se observan ventajas competitivas comunes entre los países de la región sudamericana. Entre otras podría mencionarse la de poder caracterizarse como una región de paz, por el hecho de no poseer armamentos nucleares y por haber rechazado explícitamente impulsar su desarrollo.

En tal perspectiva, cabe valorar la experiencia de la relación entre Argentina y Brasil -a partir del acuerdo tripartito sobre recursos hídricos que se concluyera en 1979 entre los dos países con Paraguay-. Los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney, lograron revertir la tendencia al conflicto que se había manifestado en los años anteriores y que hubiera podido llegar a tener impactos complejos en el plano del desarrollo y acceso a las armas nucleares. Luego, la creación del Mercosur implicó institucionalizar la idea de un trabajo conjunto en el plano de la inserción internacional de sus países miembros.

Quizás ha llegado el momento para desarrollar una red de reflexión común orientada a la acción internacional de los países sudamericanos. El objetivo principal podría ser fortalecer la elaboración de agendas de trabajo conjunto entre instituciones que existen, en los planos gubernamental, empresarial, sindical, político, académico y –entre otros- el de los medios de comunicación.

Félix Peña es Director de la Fundación ICBC

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