Cristini: “El problema de América del Sur es el lastre de Argentina y Brasil, que están muy atrasados”
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Florencia Carbone, Trade News, 26 de mayo de 2022
Marcela Cristini está convencida de que los recursos naturales son una bendición para América latina. Con el mismo énfasis con el que repite la idea tres veces a lo largo de la charla con Trade News, insiste en que la clave es cómo damos el siguiente paso para crecer en productividad e inversiones.
Economista senior de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas) y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella en Política y Financiamiento de la Vivienda, la experta analiza por qué, a diferencia de los países del Sudeste Asiático, los de esta parte del mundo parecemos condenados a permanecer eternamente en la categoría “en desarrollo”.
El Reporte de Economía y Desarrollo 2021 del Banco de Desarrollo de América latina (CAF) muestra que, aunque hace varias décadas que parece dar pasos para mejorar su situación, América latina sigue estancada en los mismos números de hace 30 años: la región concentra desde entonces el mismo magro 5% del comercio global.
Facilitación del comercio
-En promedio, la infraestructura y los mecanismos de facilitación del comercio de América Latina y el Caribe se encuentran en niveles que van de intermedios a regulares, y por debajo de los países en desarrollo del Este Asiático. ¿Por qué nos pasa eso? ¿Tiene que ver con lo que producimos, con la cantidad de habitantes, con la ubicación geográfica? ¿Por qué pese a la potencialidad de la región los países no terminan de salir de esa trampa eterna?
-Hay una diferencia entre infraestructura y mecanismos de facilitación del comercio, es decir la estructura burocrática del comercio. La primera está relativamente mejor que la segunda, y eso tiene que ver con el hecho de que América latina exporta recursos naturales y esa parte de la infraestructura está muy modernizada.
-Eso ocurre por obra y acción del sector privado…
-En la Argentina es el sector privado, en otros países es público-privado. Es un aspecto importante y por eso los puertos de la región, que mueven alrededor del 90% del comercio, son muy eficientes: Santos en Brasil, Montevideo en Uruguay, San Antonio en Chile, y los de Argentina, Bahía Blanca como granelero y petroquímico, el de Buenos Aires como puerto de contenedores, y los puertos sobre la hidrovía.
Donde aparecieron los mayores problemas revisando indicadores y la opinión empresaria, es en los pasos aduaneros de frontera.
Burocracia en frontera
Hay temas climáticos en Argentina-Chile, en todos los casos temas burocráticos, deficiente infraestructura de asistencia a los usuarios (los camiones quedan parados y no tienen ni un baño). A pesar de que en el Mercosur tendríamos la posibilidad de tener una gestión aduanera unificada, hay muy pocos pasos en los que el control de papeles se hace una sola vez.
Y se trata de un tema esencial porque si bien la mitad del comercio intrarregional se hace por barco, el 30/35% que se hace por carretera es comercio de manufacturas.
No podés tener costos de distribución altos porque eso reduce la competitividad manufacturera en tu mercado privilegiado. Sabés que con manufacturas es difícil competir con el este asiático.
Desde 2010, con la aparición de China en nuestros mercados, perdimos parte del tejido del comercio de manufacturas: antes era 16% del comercio total y hoy es 11%.
-Ese desplazamiento se ve claramente en la relación Argentina-Brasil…
-Tal cual, por eso es esencial que los costos logísticos sean bajos para seguir manteniendo la competitividad de nuestros productos manufactureros. Los productos chinos son muy buenos, pero están hechos para el mundo y llegan también aquí, pero los nuestros están especializados en América latina, y eso te da una ventaja. Por ejemplo, maquinarias y equipos es uno de los sectores que mejor funciona en América latina y en el caso concreto del Mercosur, más allá de los automóviles.
Foco en la logística
-¿De qué factores depende tener una logística competitiva y de quién es la responsabilidad?
-Básicamente es el aspecto burocrático, porque los días en frontera son muchos en comparación con otros países, y ese tiempo perdido cuesta. Otro punto es la coordinación y el poco uso del multimodalismo en la región.
-De los datos del estudio de CAF surgen claras diferencias entre los países.
-Hay diferencia entre los países y en la infraestructura destinada a los distintos productos. Montevideo por ejemplo, se preocupó mucho por establecer cuáles eran las demandas de los diferentes sectores y les dio una respuesta a partir de la cual el puerto tiene áreas especializadas de almacenaje además de una burocracia muy aceitada.
Puerto Dock Sud
-¿Se puede tomar esa experiencia y replicarla aquí?
-No hay tantas dificultades en el sentido de que no es difícil organizarlo acá. Dock Sud es espectacular en eficiencia, pero tenés que seguir llenando los papeles. Argentina no tenía la guía de la carga electrónica, los otros países sí. Y esas cosas hacen diferencias. Es fundamental que las agencias públicas adopten las tecnologías y para eso hay que invertir. Lo importante es tener una agencia pública que pueda invertir y que lo haga teniendo en cuenta las necesidades reales del sector privado, que se comprometa y trabaje con el sector privado. Y el sector privado, al momento de invertir, lo hará teniendo en cuenta el contexto general. Hoy no hay un buen contexto general.
Comercio intrarregional
-El trabajo destaca que uno de los efectos de los sobrecostos es la disminución del comercio intrarregional, otro punto que nos diferencia del sudeste asiático y de Europa.
-El punto es que en el sudeste asiático ellos conformaron ese potencial regional a partir de China como eje de las cadenas de valor. Al inicio, en los 90, China recibió muchas inversiones. Era el lugar donde la mano de obra era barata y se hacían absolutamente todas las partes y piezas para la industria, más allá de la industria liviana china que va por otro lado.
Había necesidad de invertir para que esas cadenas de valor fluyeran. China ya tenía grandes puertos y los fueron modernizando.
El nuevo modelo chino nace con las ciudades costeras que se instituyeron al inicio de los 80 como zonas francas. Ahí prueban el sistema y lo llevan al interior de China. A partir de eso arman un crecimiento más importante de su rol dentro de las cadenas de valor, pasan de estar en los primeros eslabones a estar hoy en niveles intermedios y en algunas cadenas a ser es eslabón principal. Lo hicieron incorporando tecnología y más capital humano.
El rol de China
-En América latina no tenemos “una China”. Por más que contemos con economías grandes como México y Brasil, ninguna tiene la capacidad integradora o de desarrollo…
-Absolutamente, y nuestra mano de obra era relativamente más cara que la de China cuando aparece esto, por eso sobre todo las empresas americanas y algunas europeas invierten en China y China, es quien invierte luego en los países de la región.
Los alemanes hicieron lo mismo con Europa del Este, de modo particular con Polonia. Sus costos de transporte son bajísimos y por eso el desarrollo alemán de los últimos 15 años es fenomenal.
Acá no tenemos eso y las primeras inversiones en América latina, en los 90, cuando esto despega, fueron en recursos naturales, lo que está muy bien porque América latina tiene esa primera ventaja comparativa. Fue la dominante en aquel momento, y no nos fue mal, pero el siguiente paso, que era integrarnos en alguna cadena de valor o intensificar el comercio intrarregional, fue fallido.
Integrar cadenas de valor era difícil porque era muy complicado competir con el Este asiático. Hoy en medio de esta pospandemia quizá hay alguna oportunidad más, pero lo dudo.
Nearshoring
-¿Te referís a las chances de captar inversiones por el lado de la relocalización de empresas, a través de procesos de nearshoring?
-No creo que eso vaya a ocurrir. Creo que más bien habrá una diversificación en el origen de las importaciones. Ya no estaremos atados a un solo proveedor que como tenía escala alta era el más barato.
Los mexicanos, con todo, hicieron un gran desarrollo y le ganaron la partida a China en términos de ser el abastecedor de algunas industrias en EE.UU., como la automotriz. Hicieron mal otras cosas, pero con la industria que tienen en la frontera, más allá de la maquila que creció mucho, compitieron bien y China no les pudo sacar partido respecto del abastecimiento a la industria americana.
Nosotros seguimos estando lejos. Nuestros costos de transporte son más altos y nuestra escala, más baja. China empezó porque tenía una mano de obra muy barata, pero su escala, de lo que sea, es monumental porque aprovechan y abastecen a 1400 millones de habitantes. En América latina somos menos de la mitad, y las dos economías principales en América del Sur –Brasil y Argentina- son economías cerradas por lo que era muy difícil construir algo similar.
La bendición de los recursos naturales
-¿Hasta qué punto influye en el grado de intercambio en la región el hecho de tener una matriz productiva similar?
-Europa es muy completa, es la historia del mejor desarrollo mundial porque tenían todo, eran sobreabundantes y podían elegir. Nosotros tenemos abundancia de algunas cosas. Los recursos naturales son una bendición.
Ahora, con el desarrollo de los servicios financieros y tecnológicos, a Latinoamérica le puede ir muy bien. Los recursos naturales son una bendición, si no fuera así, varios países de América latina, sobre todo Brasil y Argentina siendo tan cerrados como son, no hubieran podido financiar su desarrollo con los excedentes agropecuarios y mineros, como Chile lo hizo con el cobre.
Los recursos naturales han sido una bendición para la región, la clave es cómo damos el siguiente paso para crecer en productividad e inversiones
Creo que más allá de las limitaciones de la infraestructura, las limitaciones tienen que ver con que algunos países, sobre todo los de América del Sur y el Atlántico, no estamos integrados al mundo. Eso es una diferencia muy importante en cuanto a los impulsos que recibís del resto del mundo y a las oportunidades que ellos ven en tu país.
Las empresas iban a Brasil porque saltaban la barrera arancelaria, tenían un mercado grande al que se sumaba el mercado del Mercosur y podían vender con una escala interesante. Ahora, el Mercosur funciona más o menos, con lo que surgen dudas respecto de qué podés hacer si te instalás en Brasil, a cuántos podrás venderles.
Cristini opina que los recursos naturales han sido una bendición para la región, pero señala que la clave es cómo damos el siguiente paso para crecer en productividad e inversiones.
Argentina y Brasil
El camino de Brasil y la Argentina es integrarse más al mundo, importar desde orígenes más diversificados. Sería interesante que América del Sur se sentara con México –que es difícil-, y fuera más ambiciosa en términos de la integración comercial.
Brasil y Argentina deberían dar una clara señal de que quieren mayor integración con el mundo. Mientras eso no ocurra, no tendremos un cambio.
-Entonces pareciera que estamos frente a un problema…
-Estoy contando un camino que muestra que es posible.
-Así como la Argentina viene con una participación en el comercio global de 0,3% desde hace años, los países de América latina han oscilado entre 5 y 6% del comercio mundial, pese a la aparición de la aspiradora china.
-Sí, es así, pero eso son mercancías.
Lastre
-¿Creés que el desarrollo real viene por el lado de los servicios?
-Digo que es una oportunidad interesante que veo que Chile y Uruguay la están tomando.
Por otro lado, de ese 5%, Brasil es 1,4% y Argentina 0,3%. Fijate el aporte del resto de los países que están más integrados. La principal deficiencia viene del lado de Brasil y Argentina. El resto de los países recibe un impulso razonable del comercio internacional, y eso que tienen una diversidad comercial mucho menor a las nuestras, sus ventajas comparadas son más modestas.
Con los uruguayos hay que sacarse el sombrero. Con el ganado que es su gran ventaja, y el resto de los bienes agrícolas, han hecho un camino muy interesante.
El problema de América del Sur es el lastre de Brasil y Argentina, que están realmente muy atrasados.
-Fue la misma palabra que usó el presidente de Uruguay para referirse al Mercosur. ¿Hay alguna vía para reavivar al bloque y que en vez de lastre se transforme en trampolín para sus integrantes?
-Sin dudas, Uruguay se ha beneficiado del Mercosur a través de la sociedad con Brasil y Argentina, lo mismo que Paraguay. Pero Uruguay tiene razón en cuanto a que el modelo está agotado, hay que pasar a otra instancia, y habría que haberlo hecho hace bastante.
Una oportunidad muy interesante hubiera sido a comienzos de los 2000, con el aumento de los precios internacionales de las commodities. Hubiéramos podido financiar muchas cosas y no lo hicimos, particularmente en la Argentina nos consumimos todo.
Creo que desde ese punto de vista Uruguay está apuntando bien, igual que Brasil cuando dice que ellos quieren estar más integrados al mundo. Pero resulta que entre Brasil y Argentina hay un ciclo político no coordinado, ellos tienen elecciones este año y nosotros, el que viene. Y eso, dicho por los politólogos, es un problema.
Sin locomotora
-Es un problema en esta parte del mundo, porque en Europa, por ejemplo, no importa si está Macron o Merkel, hay políticas de Estado que exceden a la persona que circunstancialmente está en el poder. Más allá del estilo de cada uno, hay cuestiones de fondo que no se alteran.
-Si, claro. Ellos tienen su Comisión Europea, el Consejo Europeo, y son europeos: negocian todo, pueden estar horas haciéndolo y finalmente logran los consensos.
Pero nosotros somos países en desarrollo, no tenemos ninguna locomotora. Ellos tuvieron siempre a Alemania con poder de generar beneficios en los contratos de consenso. Acá no hay nadie que pueda entregar mucho pidiendo poco a cambio en virtud de lo que ve en el futuro, por lo que la negociación es más dura. Y a eso hay que sumar la inestabilidad política de los países en desarrollo, la peculiaridad argentina. Brasil, salvo en este pequeño interregno, siempre ha tenido mejores instituciones. Nosotros evolucionamos de manera muy diferente al resto de América latina.
Nuestro problema, más que económico es institucional y político y eso se refleja en nuestra economía.