JEAN MONNET: UN INSPIRADOR QUE PRESERVA SU ACTUALIDAD. La vigencia de sus enfoques sobre las metodologías de integración regional
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Félix Peña, Newsletter de Comercio Intenacional, Octubre de 2019
Resumen:
El pensamiento de Jean Monnet y, en particular, sus ideas centrales sobre las razones que impulsan a un trabajo conjunto e institucionalizado entre naciones que, además, comparten historia y un espacio regional contiguo, puede ayudar a repensar tanto la dimensión existencial como la metodológica de los denominados procesos de integración regional. ¿Cuáles fueron las ideas centrales que impulsaron sus iniciativas y que hoy están poniendo de manifiesto su actualidad, tanto en Europa como en el ámbito del Mercosur?
Tres ideas se destacan en su método de construir espacios de integración entre naciones independientes. Ellas son: poner en común recursos; generar solidaridades de hecho, que conduzcan a encadenar sistemas políticos y económicos y, desarrollar relaciones de cooperación en base a reglas e instituciones comunes.
Pero si algo sobresale de la metodología de integración inspirada por Monnet, es que su formulación y su traducción a la realidad, requiere operar simultáneamente en tres dimensiones. Ellas son, en primer lugar, la política y en base a ella, las otras dos, que son la económica y la jurídica. Imaginar un proyecto de integración entre naciones soberanas –que no aspiran a dejar de serlo-, contiguas y con poder relativo desigual, sin tener un consentimiento y apoyo significativo de las ciudadanías (dimensión política), una articulación sostenible de sus sistemas económicos (dimensión económica), y sin estar basada en reglas e instituciones comunes (dimensión jurídica), sería condenarlo, o a un fracaso o –lo que sería casi lo mismo- a tener un efecto sólo mediático y coyuntural.
Casi 70 años después del lanzamiento del Plan Schumann, lo que se puede denominar “método Monnet” de integración regional sigue poniendo de manifiesto su validez actual. El hecho que no hay fórmulas únicas de cómo lograr los efectos positivos que puedan generarse del trabajo conjunto, voluntario y sostenido en el tiempo, entre un grupo de naciones, que ponen en común sus recursos, sus soberanías y sus identidades, pero que no necesariamente renuncian a readquirir sus respectivas independencias, es un factor significativo para explicar la vigencia actual de esta metodología, en un mundo donde todos los países aspiran a potenciar sus múltiples opciones para su inserción internacional.
El francés Jean Monnet (1888-1979) “inspiró” el momento fundacional de la integración europea. No fue, por cierto, el único “fundador” de una experiencia histórica cuyos efectos fueron más allá de Europa. Pero, como en su momento dijo el General De Gaulle, fue “el inspirador”.
Setenta años después del lanzamiento del Plan Schumann, el 9 de mayo de 1950, los efectos de integración que entonces se originaron aún perduran y se han profundizado en la actual Unión Europea (UE).
Monnet nunca realizó estudios universitarios. Según él mismo cuenta en sus “Memorias”, tras sus estudios secundarios, su padre –un empresario de Cognac (Francia)-, lo envió a vender su coñac en distintos países. Se formó entonces en el terreno y en la acción. No fue un teórico, ni un académico. Pero siempre se rodeó y se nutrió de la gente con experiencias y conocimientos. Antes de su etapa en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y luego en la Comunidad Económica Europea (CEE), tuvo experiencias valiosas en el plano de la concertación de esfuerzos, sea en la Sociedad de las Naciones y luego como Comisario del Plan en Francia.
También podríamos decir que Monnet, además de “inspirador” se destacó por ser un “constructor”. Es decir que sus inspiraciones apuntaban a generar acciones orientadas a construir realidades de trabajo conjunto entre personas y, especialmente, entre naciones.
De ahí que, el familiarizarnos hoy con el pensamiento de Monnet y, en particular, con sus ideas centrales sobre las razones que impulsan a un trabajo conjunto e institucionalizado entre naciones -que, además, comparten historia y un espacio regional contiguo-, puede ayudar a repensar tanto la dimensión existencial como la metodológica de los denominados procesos de integración regional.
Para familiarizarnos con los aportes de Jean Monnet a la construcción europea, son recomendables tres libros. Uno, y el principal, es el que escribió al final de sus días, casi al cumplir 90 años, narrando sus memorias sobre sus ricas y variadas experiencias: ver Monnet, Jean, “Mémoires”, Fayard, Paris 1976 (edición en español, “Memorias”, Encuentro-CEU, Madrid 2010, y edición en inglés, “Memoirs”, Third Millenium Publishing, London 2015). Los otros dos son, Duchene, François, “Jean Monnet. The First Statesman of Interdependence”, W.W.Norton & Company, New York-London 1994, y Roussel, Eric, “Jean Monnet, 1888-1979”, Fayard, Paris 1996.
¿Cuáles fueron algunas de las ideas centrales que impulsaron las iniciativas de integración que desarrolló Jean Monnet y que hoy están poniendo de manifiesto su actualidad, tanto en Europa como en el ámbito del Mercosur?
Sin perjuicio de otras, tres ideas centrales se destacan en el método Monnet para construir espacios de integración entre naciones contiguas que sean sostenibles en el tiempo. Ellas son: poner en común recursos, especialmente los que han dado o podrían dar lugar a escenarios de confrontación, incluso violenta; generar solidaridades de hecho, que permitan desarrollar efectos de encadenamientos entre los respectivos sistemas políticos, económicos y sociales; y, encarar las relaciones de cooperación en base a reglas jurídicas e instituciones comunes.
A fin de ser efectivo, tal método requiere un pacto institucional permanente y sin plazos, impulsado al más alto nivel político de los respectivos países, que enmarque la voluntad de trabajo conjunto entre las naciones involucradas, y que permita generar los efectos de encadenamientos necesarios para sostenerla a través del tiempo. No hay modelo único para tal pacto institucional que, por lo demás, puede de hecho ser desarrollado en varios pasos y etapas.
El haber revertido la tendencia a la confrontación en Europa, especialmente entre Alemania y Francia en el sector del carbón y del acero, fue el efecto más claro que se logró con el Plan Schumann, justo en un momento -1950- en que en el contexto internacional empezaban a prevalecer factores, que tendían a reconstruir el curso de colisión entre las naciones que habían protagonizado en las décadas años anteriores guerras sangrientas, dos ellas de alcance mundial.
Si algo sobresale de la metodología de integración inspirada por Jean Monnet, es que su formulación y su traducción a la realidad, requiere operar simultáneamente en tres dimensiones.
Tales dimensiones son, en primer lugar, la política y en base a ella, las otras dos son la económica y la jurídica. Imaginar un proyecto de integración entre naciones soberanas –que no aspiran a dejar de serlo-, contiguas y con poder relativo desigual, sin tener el consentimiento y apoyo de los ciudadanos (dimensión política), así como una articulación sostenible de sus sistemas económicos y productivos (dimensión económica), y sin que esté basado en reglas e instituciones comunes (dimensión jurídica), sería condenarlo o a un fracaso o –lo que sería casi lo mismo- a tener un efecto sólo coyuntural.
Algo que surge claro de esa primera experiencia europea, es que lograr neutralizar los efectos más complejos de la desigualdad de poder relativo entre las naciones participantes, es un factor central para lograr la sustentabilidad del proyecto a través del tiempo.
En tal perspectiva, las instituciones comunes y las reglas de juego, permitieron, entre otros resultados, generar expectativas efectivas de ganancias mutuas; proteger los intereses de los socios de menor poder relativo; y, a la vez, generar un equilibrio razonable entre dos requerimientos que pueden ser contradictorios: el de la previsibilidad necesaria para incentivar inversiones productivas, y el de la flexibilidad que se requiere para que las reglas de juego se adapten a realidades muy dinámicas y a veces, imprevisibles.
Casi 70 años después del lanzamiento del Plan Schumann, lo que se puede denominar “método Monnet” de integración regional sigue poniendo de manifiesto su vigencia actual, incluso para países de otras regiones y, por cierto, de América Latina. No está centrado en un producto final pre-determinado, consistente en la transformación de unidades autónomas de poder en una nueva unidad “supranacional”, aunque ese haya sido un aparente objetivo de los momentos iniciales. No está, por lo tanto, basado en el objetivo de superar los espacios nacionales independientes pre-existentes, incluyendo los respectivos mercados, por ejemplo, a través de fórmulas a veces rígidas en su concepción, sea ella la de una “unión aduanera” o una “zona de libre comercio”. No supone la desaparición de las identidades nacionales.
Por el contrario, la puesta en común de recursos y de mercados, con vocación de permanencia; las disciplinas colectivas producto de la vigencia efectiva de reglas e instituciones comunes; los efectos de encadenamientos que tornan costoso –no imposible- el retirarse del pacto de trabajo conjunto entre un grupo de naciones (tal como se ha puesto en evidencia en la experiencia reciente del denominado “Brexit” por parte del Reino Unido); y la realidad de un poder acrecentado para operar con eficacia en el sistema internacional, son sólo algunos de los principales efectos positivos que pueden explicar por qué el “método Monnet” de integración, tiene hoy una vigencia que supera a su espacio y a su momento original europeo.
El hecho que no haya fórmulas únicas de cómo lograr los efectos positivos que puedan generarse del trabajo conjunto, voluntario y sostenido en el tiempo, entre un grupo de naciones, que ponen en común sus recursos, sus soberanías y sus identidades, pero que no necesariamente renuncian a readquirir sus respectivas independencias, es un factor significativo para explicar la vigencia actual de esta metodología, en un mundo donde todos los países aspiran a potenciar sus múltiples opciones para su inserción internacional.
Sección Lecturas Recomendadas:
➢ Brinkley, Douglas; Hackettt, Clifford (editors), “Jean Monnet: The Path to European Unity”, Introduction by George W.Ball, St.Marin’s Press, New York 1991.
➢ Caramaru de Paiva, Marcos; Lins, Clarissa; Ferreira, Guilherme, “Brasil-China. O Estado da Relaçâo, Belt and Road e Liçôes para o Futuro”, CEBRI, Rio de Janeiro, Setembro de 2019.
➢ De Martín de la Torre, Victoria, “Europa, un salto a lo desconocido: Un viaje en el tiempo para conocer a los fundadores de la Unión Europea (Ensayo)”, Prólogo de Javier Solana, Encuentro, Madrid 2015.
➢ Duchéne, François, “The First Statesman of Interdependence”, W.W.Norton & Company, New York – London 1994.
➢ Fondation Jean Monnet pour l’Europe, “La Naissance d’un Continent Nouveau”, Centre de recherches européennes, Lausanne 1990.
➢ Fundación Foro del Sur, “Archivos del Presente”, Revista Latinoamericana de Temas Internacionales, Año 22, Número 69, Buenos Aires 2019.
➢ Monnet, Jean, “Memoires”, Fayard, Paris 1976
➢ Monnet, Jean, “Memorias”, Prefacio de José María Gil.Robles, Encuentro – CEU, Madrid 2010.
➢ Monnet, Jean, “Memoirs”, Third Millenium Publishing, London 2015.
➢ Roth, Francois, “L’invention de l’Europe. De l’Europe de Jean Monnet a l’Union Européenne”, Armand Colin, Paris 2005.
➢ Roussel, Eric, “Jean Monnet 1888-1979”, Librairie Arthéme Fayard, Paris 1995.
➢ Studwell, Joe, “How Asia Works. Success and Failure in the World Most Dynamic Region”, Grove Press, New York 2013.
➢ UNCTAD, “Made in Africa. Rules of origin for enhanced intra-African trade”, Economic Development in Africa. Report 2019, Géneva 2019.
➢ Ugland, Trygve, “Jean Monnet and Canada. Early travels and the Idea of European Unity”, University of Toronto Press, Toronto-Buffalo-London, 2011.
➢ Vaca Narvaja, Sabino (editor), “Por qué China. Miradas sobre la Asociación Estratégica Integral”, Universidad Nacional de Lanús, 2015.