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Relaciones Internacionales y juegos de suma cero

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Pedro Isern*, Letras Internacionales, ORT Uruguay, 11 de agosto de 2011


Las relaciones internacionales han sido principalmente juegos de suma cero. Las relaciones humanas han sido y son tanto juegos de suma cero como de suma positiva y negativa. Contemporáneamente, las relaciones entre las naciones han devenido más complejas debido a la mayor incidencia de la sociedad civil en los asuntos globales. Ello ha generado la posibilidad analítica de pensar ámbitos de relaciones entre los estados donde, en ocasiones, la cooperación impere sobre el conflicto. El proyecto europeo expresa esta posibilidad.

A su vez, la llegada de la abundancia es un fenómeno nuevo en los asuntos humanos. Comprender y asumir que las interacciones humanas no necesariamente presuponen que el beneficio de uno es consecuencia de un perjuicio a otro ha generado un desafío para las ciencias sociales. Por ejemplo, la ciencia económica ha enfrentado el desafío con más rigurosidad que la ciencia política.

La ciencia económica ha sido particularmente exitosa para refutar la inexorable existencia de juegos de suma cero en los asuntos humanos. La escuela marginalista surgió en la década de 1870 paralelamente en Austria, Suiza e Inglaterra (1). Para los marginalistas, el valor de los bienes no dependía de las horas de trabajo necesarias para producir dicho bien sino de la utilidad y la escasez que los agentes económicos percibían en él. Dado que el intercambio es consecuencia de distintas utilidades entre las personas, se sigue que las interacciones humanas pueden generar creación de valor o juegos de suma cero.

Este desarrollo teórico ha sido clave: las personas no intercambian bienes de igual valor como sostuvieron, entre otros, Platón, Aristóteles, los escolásticos, Marx, Ricardo o Adam Smith. Precisamente, las personas intercambian bienes porque les dan distinta utilidad. Por ejemplo, una persona compra un automóvil y paga 30,000 dólares porque valora más el vehículo que el dinero y una persona le vende ese bien porque valora más los 30,000 dólares que el automóvil. Si el valor o la utilidad del automóvil y los 30,000 dólares fueran iguales para las personas involucradas, no habría intercambio. Es porque los bienes valen distinto (poseen distinta utilidad) que se produce el intercambio. Ambas personas ganan en la interacción y así se produce un juego de suma positiva. Hasta los marginalistas, los intercambios eran entre bienes que valían lo mismo. Ello llevó a Marx a desarrollar su teoría de valor trabajo y su concepto económico principal: la plusvalía. La plusvalía es el concepto económico con mayores consecuencias políticas en la historia moderna. Dado que el primer tomo de “El Capital” fue publicado por Marx en 1867, el marginalismo surgió en 1870, los tomos II y III de “El Capital” fueron publicados luego de la muerte de Marx en 1883 y la revolución rusa aconteció solo en 1917, es posible pensar que la influencia de la teoría objetiva del valor en el largo siglo XX intelectual (desde 1867 hasta 1989) expresa tanto una tragedia como una farsa.

La ciencia política ha enfrentado fuertes tensiones analíticas para internalizar la llegada de la abundancia y el desafío que eso supuso a la existencia de juegos de suma cero. Si una definición válida de la política es la lucha por el poder, es porque éste es de uno (al menos en un ámbito) y, al ser de uno, refleja un juego de suma cero. Por ejemplo, dos ámbitos cercanos a la ciencia política han enfrentado los desafíos que la llegada de la abundancia ha significado a la permanencia de los juegos de suma cero como materia inamovible de los asuntos humanos: la filosofía política contemporánea y la escuela del Public Choice.

La filosofía política contemporánea tiene un punto analítico de quiebre con la aparición de "A Theory of Justice", escrito en 1971 por el profesor de Harvard John Rawls (1921-2002). ¿Por qué sostenemos que Rawls introduce un juego de suma cero en el pensamiento político del cual es difícil salir? Porque si bien su construcción analítica es un sofisticado velo de ignorancia, no deja de ser una teoría contractualista. Como todo contrato, sucede en un momento analítico estático T1. Una construcción estática supone una condición suficiente para un juego de suma cero. Mientras en los juegos dinámicos puede o no haber juegos de suma cero, en un juego estático necesariamente aquello que gana un jugador lo hace a costa de otro. En la sofisticada construcción ralwsiana, las personas no saben donde nacerán y por ende eligen voluntariamente un mínimo de condiciones básicas para prosperar en la vida. Cooperar deviene racional. En la construcción de Rawls, hay un juego de suma cero tácito entre libertad e igualdad. Dada su concepción contractualista, la búsqueda de la igualdad supone necesariamente una tensión con alguna libertad.

La filosofía política contemporánea es un dialogo, tácito o explicito, con Rawls. A partir de esta limitación analítica, se ha hecho difícil evitar la mencionada tensión entre libertad e igualdad. Más aun, desde el liberalismo igualitario (la concepción dominante en la filosofía política que emana principalmente del trabajo de Rawls), se asume como axioma que toda búsqueda de la igualdad supone alguna pérdida de libertad. Las teorías de justicia contemporáneas después de Rawls han presupuesto la existencia de un mínimo de libertades para construir a partir de allí una sociedad más igualitaria, es decir más justa. Paso seguido, la construcción analítica de "las teorías de justicia después de Rawls" descansan en la necesidad de la justicia como equidad. Esto es, descansan en la asunción que la sociedad justa demanda de un compromiso con la equidad que puede requerir un conflicto con la libertad (2).

En las sociedades occidentales contemporáneas se han alcanzado con creces los mínimos necesarios de libertad para tener una vida decente. En cambio (sostiene el liberalismo igualitario), no se han alcanzado los mínimos de igualdad. Por ende, la filosofía post-rawlsiana ha asumido que la búsqueda justa de mayor igualdad se hace a costa de una relativa menor libertad. Mayormente, la filosofía política contemporánea no se ha cuestionado seriamente que pueda haber ámbitos donde la búsqueda justa de una sociedad más igualitaria no suponga necesariamente menores libertades para los que mejor están. En ese marco, la filosofía política contemporánea ha contribuido a construir un ámbito donde imperan los juegos de suma cero.

La escuela de Virginia o Public Choice surge del pensamiento de economistas norteamericanos a mediados del siglo XX y, en parte, refleja una limitación de la Ciencia Política. Esta limitación consistiría en la incapacidad de pensar la acción humana como egoísta y racional cuando se trata de tomar decisiones públicas. Es decir, la Escuela de Virginia enriquece el análisis político porque postula que las personas encargadas de tomar decisiones desde el poder hacen primar su conveniencia particular y, en ese sentido, no hay ni puede haber un “Homo Politicus” despojado de sus intereses particulares, que anteponga el bien común. Para el Public Choice no hay bien común y menos lo hay cuando se trata de actores políticos en busca de poder. La ausencia de bien común no supone en sí mismo la existencia inexorable de juegos de suma cero. En cambio, los juegos de suma cero se consolidan allí donde los actores políticos se presentan como defensores del bien común y actúan maximizando intereses individuales, ejerciendo el monopolio del poder (3).

Las relaciones internacionales es un ámbito donde los juegos de suma cero se imponen como expresión predominante. Históricamente es difícil escapar de la tentación analítica de interpretar las relaciones entre estados y comunidades mas allá del conflicto, la competencia y la tensión. Si las relaciones humanas son conflictivas, las relaciones entre comunidades y estados son estructuralmente conflictivas. La guerra es la expresión más clásica de un juego de suma cero. Sin embargo, la mayor parte de las interacciones entre estados no son bélicas y, aun así, suponen juegos de suma cero.

Las relaciones internacionales son un área de las ciencias humanas que han enfrentado un gran desafío analítico. Si una definición de la política es la lucha por el poder, las relaciones entre naciones suponen la lucha por el poder entre actores que poseen localmente el monopolio de la fuerza y que han actuado y actúan en un escenario global donde prima la anarquía. La relación entre monopolio y anarquía genera los incentivos para asumir que los actores se involucrarán en algún momento, de alguna manera, en juegos de suma cero. Este notable desafío analítico que posee las relaciones internacionales supone también la oportunidad de generar construcciones teóricas alternativas.

Europa: idea y proyecto como juego de suma positiva

La mención sobre el marginalismo, el papel de la filosofía política contemporánea y la escuela del Public Choice han sido relevantes porque para intentar comprender el alcance de la idea de Europa no alcanza solo con el campo de las relaciones internacionales. En cambio, es necesario recurrir a otras ciencias sociales, como la política y economía, para pensar al proyecto europeo como un juego de suma positiva, mas allá que este juego ha sido y es articulado por un conjunto de estados clásicos.


(1) William Jevons (1835-1882) en Inglaterra, Carl Menger en Austria (1840-1921) y Leon Walras en Suiza (1834-1910).

(2) Roberto Gargarella se ha centrado en la influencia de Rawls en “Las teorías de la Justicia después de Rawls” (Editorial Paidos. Buenos Aires. 1999). El Profesor Will Kymlicka ha realizado una notable introducción a los debates contemporáneos sobre la justicia en “Contemporary Political Philosphy: An Introduction” (Oxford University Press. 2002).Las corrientes de pensamiento introducidas por Kymlicka en su libro son: Utilitarismo, Liberalismo Igualitario, Libertarianismo, Marxismo, Ciudadanía (Citizenship Theory), Multiculturalismo y Feminismo.

(3) La bibliografía producida desde esta corriente de pensamiento es voluminosa. Se podría situar su punto de partida en el libro de James Buchanan y Gordon Tullock, “El calculo del consenso”, publicado en 1962. El Center for the Study of Public Choice en la Universidad Geroge Mason es un punto de referencia. Allí puede seguirse el reconocido blog del Profesor Tyler Cowen, Marginal revolution. A su vez, el Public Choice Journal es una fuente ineludible. Puede accederse a un limitado numero de artículos on line a través de la página de la Public Choice Society , o directamente aquí


  • Profesor Depto. Estudios Internacionales, FACS - Universidad ORT Uruguay.

Master en Filosofía Política, London School of Economics and Political Science.

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