Un acuerdo que tuvo efectos inesperados

Por Florencia Carbone para La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 9 de noviembre de 2010

Dos años y 10 rondas de negociaciones después, el 26 de abril de 2002, Chile y la Unión Europea sellaron formalmente un acuerdo de asociación. Ocho años más tarde, el balance que hacen en el país trasandino es positivo.

Patricio Leiva, ex embajador chileno ante la UE y uno de los negociadores del acuerdo, dijo que no sólo se transformó en un marco muy positivo para el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, sino que generó condiciones de estabilidad y dinamismo para promover el intercambio recíproco en áreas muy diversas, además de posibilitar la expansión y creación de nuevas actividades productivas, en particular de las pymes, que se vieron favorecidas por la realización de proyectos específicos para promover su desarrollo e internacionalización.

Durante una charla en la Fundación Standard Bank, contó que las empresas exportadoras crecieron de 1851 en 2002, a 2324 en 2008, y que a partir de la vigencia del acuerdo se observa un aumento en la participación de las pymes en el comercio bilateral.

Leiva destacó que los acuerdos de este tipo son, en sí mismos, una ayuda para las pymes. "Funcionan como el principal incentivo para que las firmas se internacionalicen, especialmente las pymes. Además, son acuerdos de globalización concertada, no salvaje. Es un espacio abierto, pero ordenado", dijo antes de señalar que el modelo que propone la UE va más allá de un tratado comercial. "Se contemplan aspectos de cooperación y políticos que son muy importantes", agregó. Además, el acuerdo tuvo consecuencias inesperadas: la firma con el Viejo Continente significó sellar uno de modo inmediato con Estados Unidos ?que se había demorado durante 10 años? y luego otro con China.

La balanza comercial siempre ha sido notoriamente favorable a Chile: en 2002 el excedente fue de 1200 millones, y en 2006 y 2008 superó los US$ 10.000 millones, para disminuir a US$ 2800 millones el año pasado. El excedente acumulado favorable a Chile en los siete años de aplicación del Acuerdo llega a US$ 44.500 millones.

Cuando le preguntaron por los "costos" del acuerdo ?especialmente para las pymes que no estaban preparadas para competir con las firmas europeas?, y si es que existen registros de "desaparición" de las compañías, Leiva dijo que lamentablemente no hay estadísticas que midan eso. "Puedo comentar que en el último año nacieron 500 pymes y que la mitad exporta a Europa. El 98% de las ventas chilenas a Europa tienen arancel 0 (incluidos los productos agrícolas)", respondió. El programa de liberación del comercio en bienes fue particularmente acelerado, abundó. Si bien se estableció un período de 10 años, más del 90% de los ítems arancelarios y de las corrientes de comercio fueron liberados recíprocamente de todo tipo de gravámenes y restricciones desde el inicio de la aplicación del Acuerdo.

Los rubros con arancel 0 desde 2003, en su gran mayoría, corresponden a productos mineros e industriales. Para los productos sensibles, principalmente de origen agropecuario, se establecieron tres modalidades: la desgravación gradual, a 4 y 7 años de plazo (por ejemplo: vinos, miel y algunas frutas frescas y legumbres); cuotas de importación, que van creciendo en el tiempo (carnes, quesos, ajo, avena, champignones en conserva, cerezas en conserva y uvas), y finalmente las excepciones, es decir, los rubros en los que no se registraron compromisos fijos de desgravación.

En 2008 y 2009 se adoptaron tres decisiones que permitirán dar nuevos impulsos a la cooperación: un acuerdo corresponde a la aviación civil, para establecer cielos abiertos para las líneas aéreas de ambas partes; el acuerdo para la operación en Chile del Banco Europeo de Inversiones y un nuevo Acuerdo de Asociación Estratégica para el Desarrollo y la Innovación.

US$ 44.500 millones es el excedente acumulado de la balanza comercial en favor de Chile durante los siete años de aplicación del acuerdo con la Unión Europea.