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Comercio con China: ¿por qué la relación es tan ciclotímica?

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Por Florencia Carbone, La Nación, 18 de agosto de 2009

Dragón milenario de dos cabezas: uno de los principales clientes para las ventas externas del país y, al mismo tiempo, una suerte de monstruo invasor.

Los sentimientos que despierta China en estas tierras parecen reflejarse en la ciclotímica política oficial que va desde el armado de numerosas misiones comerciales como la que la semana última participó en la World Soybean Conference Research VIII para estrechar los vínculos comerciales y desarrollar la promocionada alianza estratégica, a las crecientes trabas al ingreso de productos de origen chino.

¿Tiene hoy la Argentina algún tipo de política con China o nos manejamos de modo espasmódico, según las necesidades internas (como cumplir con metas fiscales)?, preguntó LA NACION.

Sergio Cesarin, investigador del Conicet, no tiene dudas: Si por política se entiende la articulación de acciones y esfuerzos entre gobierno central, provincias, sectores empresarios y regiones productoras, no existe tal política.

"Creo que China ocupa un lugar relevante en el marco de la política comercial externa, pero no creo que haya una política específica hacia China, más bien un conjunto de iniciativas sobre promoción comercial, acotadas, y pendulares, tendientes a mejorar el ingreso de productos argentinos", explicó.

A pesar de esas alteraciones, el país mantiene los lazos comerciales con China como proveedores de soja y aceites. De hecho, junto con Brasil y los Estados Unidos le vende a China el 99% de la soja que compra.

"La Argentina mira las oportunidades que China puede abrir hacia el futuro como mercado básicamente traccionado por sectores urbanos, la exposición Universal por celebrarse en Shanghai el año próximo será un punto de alto contacto comercial bilateral. Por otra parte, la reciente apertura (decisión que esperó 21 años) del Centro de Promoción Comercial en Guangdong -Cantón- se inscribe en esta línea de acción descripta", agregó Cesarin.

Mauricio Claverí, economista de Abeceb.com, tiene la misma percepción: hay una relación que se basa mucho más en la defensa que en la construcción.

"Si nos limitamos a los hechos y a las medidas del Gobierno, la relación actual con China pasa principalmente por protegernos de las importaciones que puedan afectar a sectores sensibles del país. Lo más significativo es que las medidas generales no apuntan a China, pero la afectan directamente, igual que a Brasil", señaló Claverí.

Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la Argentina (CERA) resaltó que hay que evitar las visiones excluyentes, y que por ello es bueno ver a China como cliente -con la capacidad de determinar el aumento del precio de las commodities -, como un socio -que puede aportar bienes de capital o asociarse con empresas locales-, y como competidor feroz -por algo en el mundo tiene la cantidad de acciones por dumping que tiene-.

"En cinco años China será el primer país industrial del mundo. La política oficial hacia ellos es ciclotímica, pero hay una importante oportunidad para mejorar eso. De todas formas hay que observar con atención ciertos aspectos. Por ejemplo, si lo miramos como competidor, es claro que nos ha desplazado en el mercado brasileño. Pero ahí tenemos que fijarnos en ciertas conductas nuestras. Cuando en febrero la Argentina dilató el pago de los reintegros mostró que no entiende lo que pasa en el mundo: hace perder competitividad a las empresas locales mientras China tiene zonas especiales (respecto de la tributación), e indirectamente le regala el mercado brasileño".

Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de Importadores (CIRA) sostuvo que no sólo no hay política oficial, sino que las denuncias que varias asociaciones y cámaras realizan sobre el posible aluvión de productos chinos, son absolutamente infundadas.

"El PBI de China creció el 7% en el primer semestre de este año, pero sus exportaciones cayeron el 20%. Eso es porque cambió su política: vieron que con la crisis sus clientes tradicionales -Europa y Estados Unidos- no podrían mantener el ritmo de compras, y decidieron volcar 580.000 millones de dólares en los próximos dos años para el desarrollo del mercado interno. Que como tema prioritario de la agenda bilateral estén las restricciones y se apunte a China como responsable de todos los males, es una locura", detalló.

Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Argentino China, se sumó al coro de voces críticas.

"Una relación estratégica no funciona así. Las trabas que empezaron hace algunos meses para algunos productos ahora se extendieron a textiles, juguetes, calzados, herramientas y hasta tornillos. Oficialmente no son prohibiciones para importar, pero en los hechos funcionan como tales. Si el Gobierno blanqueara todo y dijera que para mantener el orden fiscal necesita poner cupos de importación, ok. Pero se apela a medidas como las licencias no automáticas y a pedir cada vez más documentación para dificultar el comercio", dijo.

Fernández Taboada suscribió la teoría de que no hay política con China y que como el gigante asiático va camino a convertirse en un nuestro principal socio, se impone hacer algo. "Ellos trabajan a largo plazo. El comercio bilateral seguirá creciendo sencillamente porque cada vez hay más multinacionales que transfieren sus plantas para allá, razón por la que crecen las importaciones con origen en China: el 50% de las exportaciones que hace el país son realizadas por empresas extranjeras radicadas allí", explicó.

Pero más allá del interés -o necesidad- que la Argentina pueda tener para vincularse con China, en el último tiempo, el país asiático fijó como política de Estado estrechar sus vínculos con Africa y América latina. Es en esos sitios del planeta donde se encuentran sus principales necesidades actuales: energía, metales y alimentos.

La defensa

A su turno, Eduardo Bianchi, subsecretario de Política y Gestión Comercial, no sólo dijo que el Gobierno tiene una política hacia China, sino que lejos de ser errática, es coherente.

"Nos interesa intensificar el comercio bilateral pero dentro de las reglas de la OMC. Impediremos todo lo que sea competencia desleal: nuestra política es "te compro en la medida en que me vendas legalmente". Tenemos programas para vender productos con mayor valor agregado", comentó.

Hacía algunos minutos que había terminado una reunión con el viceministro de Comercio chino, Shan Zhong, el viernes último, cuando dijo a LA NACION que "el único punto que cuestionó" el visitante fueron las diez medidas anti dumping que la Argentina aplicó contra productos de su país. "De las licencias no automáticas ni se habló", agregó. Según el funcionario, la postura argentina no es contra China sino contra el comercio desleal. Destacó que así como nuestro país es un usuario importante del recurso, China lo ha sido durante este año.

"El intercambio bilateral creció 34% desde 2003 y este año ha caído como pasó en todo el mundo, por la crisis. En la reunión con el viceministro coincidimos en el interés por aumentar la exportación de nuestros productos con mayor valor agregado y para eso China se comprometió a financiar a empresas argentinas para que viajen a ferias y puedan promocionar sus productos. Actualmente, el 90% de nuestras ventas son productos primarios, mientras que el 98% de lo que le compramos a ellos son bienes industriales", añadió.

Del discurso y los deseos al plano de la realidad parece haber varios kilómetros.

Tanto el ex presidente Néstor Kirchner como la actual mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, se han referido a China como un socio estratégico. Sin embargo, en los hechos, en la región, China ha tejido ese tipo de relación con un país: Brasil.

Cesarin lo describió con crudeza. "El único socio estratégico de China en la región es Brasil. Los componentes de la asociación son una perspectiva de largo plazo compartida sobre el rol de cada país en el escenario político y económico mundial a mediados del siglo XXI (BRIC, sigla que identifica a Brasil, Rusia, India y China), el potencial industrial de Brasil, su capacidad como proveedor confiable de agroalimentos, las alianzas en biocombustibles y la cooperación científico-tecnológica. Es una visión que emparenta objetivos entre potencias emergentes. La Argentina no es concebida así por China, por más que queramos equiparar dicho status, los chinos callan pero no lo creen. La Argentina ocupa un lugar secundario como proveedor agroalimentario, siendo superada por Brasil y pronto en algunos rubros por Uruguay", evaluó.

Fernández Taboada dijo que Brasil tiene un vínculo diferente básicamente porque demostró voluntad. "El presidente Lula ha ido varias veces, igual que Chávez (Venezuela), mientras que la última vez que viajó un presidente argentino fue en 2004. Hace falta una vocación grande y abierta, seguridad jurídica para inversores extranjeros, y la posibilidad de establecer empresas conjuntas como lo que hizo China con Petrobras y Vale do Rio Doce . El mismo clima de Brasil se da en Ecuador, Venezuela y Uruguay. De todos los países de la región, la Argentina ha sido el que menos inversiones chinas ha recibido", concluyó.

Dormir con un elefante

Pero, más allá de querer, ¿puede la Argentina ser socio de un país como China, a pesar de la diferencia de volúmenes y peso específico en la realidad mundial?

Pérez Santisteban cree que sí, pero con ciertas reglas. "Es como dormir con un elefante, si no lo disciplinás, cuando a la noche se da vuelta, te aplasta y te mata. Tener una relación estratégica no significa mantener comercio a ojos cerrados, quiere decir sentarse y discutir los temas más conflictivos: cómo se manejará el sector textil, la transferencia de tecnología, etc", dijo.

El mercado chino seguirá creciendo muchos años al ritmo actual, incorporando cada año alrededor de 100 millones de personas. Por eso, Santisteban cree que el país debe buscar temas que son de interés común y "empujar hacia adelante", pero también tiene en claro que seguramente sólo con la fuerza local no alcance. "Tendríamos que dejar de lado la desconfianza hacia Brasil y subirnos a su tren. Ellos, como parte del BRIC, hablan en otros términos."

Visiones

El Gobierno defiende su postura. Dice que tiene una política coherente y que busca que la Argentina exporte productos con mayor valor agregado (actualmente el 90% son primarios)


Quienes critican a la gestión kirchnerista señalan las contradicciones del oficialismo: al tiempo que promocionan el aumento de las exportaciones, traban el ingreso de productos asiáticos.


Las fuentes coinciden en que Brasil es, en la región, el único socio estratégico de China; elogian la vocación del país vecino y citan como ejemplo los reiterados viajes de presidente Lula.

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