Acuerdo Mercosur-UE: "Los europeos confían en la calidad argentina
De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual
Entrevista a Gustavo Idígoras, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 5 de enero de 2010
Gustavo Idígoras estuvo cinco años y medio en el estómago de la Unión Europea (UE), interpretando las motivaciones e intereses del principal mercado mundial de alimentos, desmenuzando los resquicios de la burocrática política agrícola común (PAC) y analizando qué lugar le toca (mejor dicho, le queda) a los alimentos argentinos, en su calidad de agregado agrícola en la embajada argentina ante la UE. Es tal vez quien tiene el acerbo informativo más actualizado y útil sobre normas y negociaciones respecto del Viejo Continente. Y a pocas semanas de su regreso, LA NACION dialogó con él.
A la hora de hacer un balance, Idígoras fue claro: "El objetivo central que perseguí era la recuperación de la credibilidad sanitaria, luego de las crisis por la aftosa (su aparición y encubrimiento). Lo logramos. Los europeos confían en la calidad, sanidad y trazabilidad de los alimentos argentinos. Esto hay que valorarlo, porque la sanidad es un bien que hay que cuidar como tal. Brasil tiene una producción ganadera muy competitiva pero tiene serios inconvenientes en cuestión sanitaria", señaló.
-¿Qué es lo que no se pudo lograr durante tu gestión?
-Una política permanente en materia de promoción de nuestros alimentos. Hay muchas acciones y una estructura de gobierno altamente profesionalizada, pero no logramos lo permanente, la presencia cotidiana.
-¿A qué se refiere con la idea de presencia permanente?
-A acciones anuales en mercados objetivos. En Europa son 4 o 5 países, y algunos nuevos como Polonia, donde hay que hacer periódicamente acciones con vinos, carnes vacuna y aviar, frutas frescas, procesados agrícolas. También traer periodistas europeos a la Argentina para mostrarles el sistema de producción, hacer convenios con las grandes cadenas de supermercados, e instalar una imagen de país productor de alimentos naturales. Nuestras acciones hasta ahora son aisladas, fragmentadas y segmentadas.
También nos queda pendiente una labor en el exterior de atracción de inversiones en el sector agroindustrial argentino, que es estrella en todo el mundo. No logramos canalizar acciones públicas y privadas -creo que el sector privado también tiene una gran falla en su disposición a invertir en estos aspectos- permanentes, o programas de trabajo.
-¿Quién lo está haciendo en la UE y lo hace bien?
-Brasil está en un esquema donde la industria busca instalarse. La cámara brasileña del azúcar y el bioetanol instaló una oficina permanente en Bruselas con un representante que habla de los beneficios, la producción, la comercialización, la sustentabilidad del azúcar y el bioetanol. Me parece que es lo correcto, aunque se lo vea como gasto. Es la única forma de llegar al consumidor y al inversor.
-¿Con qué productos debería la Argentina insistir en la UE, incluso pensando en el lobby?
-Toda oficina tiene que hacer promoción, buscar inversiones y hacer lobby. En el corto plazo, con los vinos y las frutas, y por supuesto con los biocombustibles, donde tenemos una industria muy competitiva, con nuevos actores. Vamos a producir más y es un gran negocio para la Argentina como para que el sector privado no invierta en instalarse en el exterior.
-¿Cuáles fueron los grandes cambios de la PAC y qué otras barreras levantó la UE cuando bajó las de la política agrícola?
-El problema es que, como toda política de subsidios, termina mal, con problemas de distribución, con corrupción y una sobreproducción ineficiente: pasó de ser deficitaria e importadora de alimentos a superavitaria y exportadora a través de los stocks de intervención públicos, vendidos a precios viles, que deprimían los precios internacionales.
Se plantea reformarla no sólo por estos efectos sino por una cuestión presupuestaria a partir de la incorporación de nuevos países, con el mismo presupuesto. La ampliación de la UE favorece a los países exportadores de alimentos, porque los ingresos se van a redistribuir para ser usados en infraestructura vial, educación y servicios sociales, y van a disminuir los cheques agrícolas.
Dejan de incentivar la producción de alimentos y pasan a incentivar el desarrollo rural, a los jóvenes profesionales en el campo, la presencia de la mujer y la familia en el campo (el 90% de los 7 millones de productores son familias, sin empleados, que explotan no más de 7 hectáreas promedio). Hacia ellos orientan los subsidios, aunque sigan los subsidios directos, como para el trigo. Y también hacia prácticas más conservacionistas. Es increíble ver cómo se sorprenden al ver que en la Argentina más del 70% de la producción está bajo prácticas conservacionistas como la siembra directa. Ellos no rotan los cultivos.
-¿Y siguen con reparos con la biotecnología, aunque alimenten sus animales con derivados de soja genéticamente modificada?
-Exactamente. Tienen un problema ideológico. Hay una creencia popular de que son malos, y la culpa la tienen los gobiernos que en los 90 crearon un monstruo para frenar a su principal competidor mundial [Estados Unidos], que aprobó y lanzó eventos [biotecnológicos] en todo el mundo. Y hoy Europa no tiene una tecnología esencial como la biotecnología.
Hoy, su objetivo, es producir menos pero más caro para ubicar a sus alimentos en el nicho más alto.
-¿Y dónde entra el producto del Mercosur?
-El deseo europeo sigue siendo que vendamos las materias primas. El nuestro debe ser lo contrario. Y creo que el sector de carnes, vinos, lácteos, pastas y frutas procesadas y hortalizas tienen posibilidad de crecimiento significativo. Hay un interés de Europa de reinstalar su industria de transformación en terceros países. Y si logramos el acuerdo en 2010 con la UE en materia arancelaria, vamos a tener muchos europeos acá haciendo joint ventures , comprando empresas o instalándose para procesar y terminar los alimentos en Europa.
Por Emiliano Galli De la Redacción de LA NACION
"Hay que crear comercio con este acuerdo"
-¿Cómo evaluaría la negociación por el acceso de los alimentos argentinos en la Unión Europea?
-La negociación con el Mercosur fue siempre vista como un único con varios capítulos, como el político, el de cooperación y el comercial. Hubo avances en los dos primeros. Europa tiene para asistencia técnica en la industria de alimentos para terceros países 1400 millones de euros, y el Mercosur recibe muy poco, y tiene una posibilidad de lograr más. El capítulo comercial tiene desafíos. Está el temor europeo ante un bloque en desarrollo con un sector agroindustrial extremadamente desarrollado y la Unión Europa es un bloque de países desarrollados con un sector agroindustrial subdesarrollado. En esta asimetría ellos basan sus intereses proteccionistas. Pero Europa tiene potencialidades para seguir produciendo alimentos. Y es necesario para el Mercosur que Europa produzca sus alimentos.
-¿Por qué?
-Porque es la única forma de lograr sustentabilidad en el comercio. El Mercosur no es capaz de abastecer 500 millones de personas, pero sí tener más participación.
-¿Con cuánto participa hoy?
-En el total de importaciones, el Mercosur participa con el 25%, y es un dato relevante porque hace 5 años era de menos del 10%. Europa incrementó sus importaciones. Pero lo que sí necesitamos es una solución arancelaria.
-¿En qué productos?
-En los derivados del trigo y del maíz. No puede ser que si uno exporta maíz bajo cuota el arancel es cero, pero si uno exporta una sémola paga 171 euros la tonelada. Y si quiere exportar el cereal para el desayuno, pague un arancel cercano al 60%. Hay aranceles prohibitivos, superiores al ciento por ciento. Hay que crear comercio con este acuerdo. Pero está lo sensible: carne vacuna, aviar, azúcar, maíz, trigo, carne ovina, donde ellos pretenden mantener nivel de producción interno importante. Hay que insistir porque la posibilidad del éxito está en los productos con valor agregado, los pap´s (productos agrícolas procesados), con todos los derivados del trigo, maíz, del azúcar, cacao, los jugos, galletitas, caramelos, pastas, comidas elaboradas. Hay que insistir con el concepto histórico del arancel cero por cero desde el día 1 del acuerdo. Nuestra industria de alimentos debe tomar esto como bandera. Hay temores, pero son infundados.
Estándares: Rumbo a la restricción privada
-Más allá de las normas europeas, ¿es cierto que las normas de las cadenas privadas son más exigentes?
-Los estándares sanitarios y de calidad de las grandes cadenas o importadores hoy son una condición de acceso, a tal punto que cumplir con las normas gubernamentales ya no es condición para sine qua non para ingresar. El problema es la proliferación de normas; no son equivalentes y a veces son incompatibles: lo que piden los supermercados en Reino Unido y Estados Unidos, en Haccp [puntos críticos de control], es distinto.
-¿Hay que duplicar certificaciones?
-Si, con los costos que implica. Pero el problema más grande se da en las frutas, donde los pequeños productores se esforzaron por cumplir con las normas Eurepgap, luego con las Globalgap, y se encuentran con que los supermercados inventaron estándares propios para competir entre ellos. Pasaron del riesgo de cubrir al consumidor al riesgo de perjudicar al productor. Dentro de poco habrá restricciones de mercado no gubernamentales vinculadas a los estándares privados. Y como están muy influenciados por las ONG ambientalistas, desarrollan conceptos como la huella de carbono. Aunque tengan objetivo legítimo, las ONG apuntan a favorecer la producción local y que los supermercados compren lo producido en 100 kilómetros a la redonda. Un mito que generará un cuello de botella.