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Un anticipo de futuras tormentas

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Raúl Ochoa, ieco, Clarín, 12 de junio de 2016

Columna de Opinión

Cuando más tiempo pasa, los problemas de competitividad de la economía argentina se agudizan y por lo tanto se pueden prever futuras tormentas en sectores con dificultades crecientes entre los cuales destacan, entre otros, estaciones de servicio de las de frontera en particular, por el enorme diferencial de precio existente entre los valores aquí cobrados y los vigentes en los países vecinos, especialmente en el gas oil.

Las economías regionales siguen esperando, pues si bien la quita de retenciones fue un alivio, los sucesivos aumentos de combustibles, las deudas que se mantienen con los exportadores por devolución del IVA y reintegros de Aduana y la ausencia de medidas de apoyo estructural hace de la incertidumbre su regla.

Por otra parte a medida que el tipo de cambio se aprecia, consecuencia casi inevitable de un programa monetario antinflacionario que privilegia la tenencia en moneda local, se hace a su vez más notorio el retraso en encarar con firmeza un plan o agenda de recuperación de la competitividad, que nos permita no perder en lo interno por las importaciones y retornar a los mercados externos alentando al mismo tiempo a volver a exportar, a todas aquellas empresas sobretodo medianas y pequeñas, que desde el 2009 en adelante dejaron de hacerlo.

La apreciación cambiaria que posiblemente continúe, habida cuenta de que la exteriorización de capitales – blanqueo – agregará una adicional corriente oferente de dólares, muy necesaria para paliar los impactos más negativos del ajuste de precios relativos encarado, se da en una coyuntura externa donde el sólo anuncio de un posible aumento de tasas de interés del FED para julio, volvió a apreciar el dólar a su valor de fines de marzo, depreciándose monedas de emergentes y afectando la corriente favorable de suba de las commodities, y por lo tanto nos coloca en la situación inversa tal como nos sucediera en 2014 Esto no un tema menor, mirado desde el consumo interno como desde la exportación; en el primer caso porque lo interno está en receso y un pico en las importaciones que ya están creciendo, puede agregar un tono grave y de conflicto a algunos sectores altamente sensibles; además estamos en el medio de una situación internacional muy particular, cuya duración promete ser más larga que corta y donde tenemos precios industriales a la baja en varios de los países claves productores; a su vez tasas de interés negativas en casi la totalidad de los países desarrollados con la excepción de los EEUU algo por encima de 0 % y la imposibilidad de estos de llegar – hasta ahora – a pesar de experimentar con “estímulos monetarios muy creativos” a la meta de inflación del 2 % anual; demostrándose una vez más que salvo los muy “enfermos tipo recurrente” es más doblegable reducir la inflación, que subirla. Dicho en lenguaje más sencillo, no es que no podemos venderle a China u otros países de salarios bajos; en realidad estamos fuera de competencia en casi todo lo que producimos y fabricamos y por eso la doble preocupación: mercado interno y exportación, el primero augura tiempos tormentosos.

¿Que tendría que priorizarse en esa agenda de competitividad?

Reducir los impuestos distorsivos que por ser no deducibles atentan contra las cadenas de valor y por lo tanto son pro-importadores: ingresos brutos cuyas tasas han sido incrementadas en tal magnitud, que tiene una incidencia promedio de 8 % en productos de todo tipo incluido los de primera necesidad; en segundo término el impuesto al cheque que tiene el mismo efecto.

Reducir el precio del gas oil, que afecta el transporte y el agro y además al hacerlo se evitaría un severo conflicto en la zona de fronteras con los estacioneros. Que YPF está muy mal y necesita más ingresos y que haya que pagar el petróleo a U$S 67.- el barril, porque sino el gremio, las petroleras, las provincias y el fisco pierden ingresos. Perdón, ¿los consumidores y usuarios fueron consultados? ¿Alguien hizo las cuentas de los impactos de estas decisiones? La transparencia abarca este caso.

Disminuir costos laborales, implica rever que ha pasado por ejemplo con los costos de los accidentes laborales que disminuyeron inicialmente con las ART, pero ahora éstas enfrentan demandas por innumerables juicios – proyectado este año 122.000 – con lo cual las primas han subido exponencialmente y por lo tanto amerita un replanteo.

Los precios industriales están a la baja, pero tenemos insumos básicos por encima de los internacionales: acero, aluminio, plástico.

Hay que proteger a los sectores castigados por la sobrecapacidad china, pero al mismo tiempo sus clientes deben poder competir.

Se impone lograr acuerdos y tener adecuada defensa de la competencia y del consumidor.

Hay mucho más para hacer, por ejemplo en facilitación del comercio que es derribar barreras interiores y llegar al comercio exterior sin papeles; pero lo importante ahora es no perder más tiempo y anticiparse a las tormentas por venir.

  • El autor es profesor de la UBA, UCA, UNTREF y UNQ.
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