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Negociaciones, adiós a la agenda tradicional

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Por Ernesto Liboreiro*, para La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 27 de diciembre de 2011


Cinco años atrás se podían mencionar diversas negociaciones internacionales con importancia para el agro, como la Ronda de Doha de la OMC, los debates entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), y otras negociaciones comerciales entre países. Las mismas se concentraban en temas como subsidios a la producción y las exportaciones, y aspectos de acceso a los mercados como aranceles y cuotas de importación.

Sin embargo, en los últimos años la situación ha cambiado.

Se produjeron cambios a nivel internacional que han llevado a que la agenda tradicional de negociaciones sólo tenga escasas repercusiones en unos pocos actores del agro.

Sin haberse firmado acuerdos como el buscado por el Mercosur y la UE, o incluso sin que se haya logrado concluir con la Ronda de Doha, los Estados Unidos y la UE fueron limitando los subsidios que otorgaban a sus productores y exportadores al mantenerlos, como máximo, fijos en términos nominales, en cuantías menores a las que estaban autorizados a hacerlo.

Por otro lado, la cantidad y precios de la producción y las exportaciones fueron creciendo con tal vigor que la importancia de tales subsidios frente a los valores de la producción y comercio mundial ha perdido cierta importancia relativa. Existe una alta posibilidad de que esta tendencia se siga afianzando en el curso de la presente década.

Esto no implica descartar de plano las negociaciones comerciales, sino que en la coyuntura actual han quedado desactualizadas y, por tanto, no ofrecen las respuestas que pudieron ofrecer anteriormente. Deben incorporarse al mandato negociador nuevas cuestiones que inciden en el comercio agrícola internacional y conforman una agenda cada vez más compleja.

Actualmente, las negociaciones que más impacto pueden tener sobre el agro de la Argentina tienen marcos de referencia muchos más amplios en términos de temas e involucran a instituciones diferentes. Tiene mucha más relevancia para la producción, el consumo, las exportaciones y el empleo -directo e indirecto- generado por el agro argentino lo que pueda resultar de las negociaciones entre los países de la UE para definir su política fiscal y monetaria; la política fiscal de los EEUU; la resolución de los conflictos entre la Argentina y algunos de sus principales socios comerciales como China, Brasil, y la UE, por las restricciones a las importaciones de manufacturas industriales que establece nuestro país; y las negociaciones entre los sectores público y privado de la Argentina por las limitaciones a las exportaciones, la producción, el empleo y la promoción de actividades que generan las intervenciones del Estado.

La situación actual de los países desarrollados, como EE.UU., la UE y Japón, ha llevado a que estén muchísimo más interesados por temas domésticos, que por los magros avances que se puedan lograr con la vieja agenda de negociaciones. Cuanto más, han estado preocupados en que frente a la crisis internacional no se repitan los esquemas proteccionistas que puedan agudizarla.

Los temas que se encuentran en el centro de las preocupaciones actuales tienen la potencialidad de producir efectos en las tasas de crecimiento de los PBI mundiales, y en los niveles de actividad de sectores entre los que se encuentran las manufacturas de origen industrial y los servicios de varios países en el mundo, y las producciones primarias y de primera transformación agroindustrial de la Argentina. Estas negociaciones, y las referidas a las políticas internas argentinas, tienen la capacidad de cambiar las producciones y exportaciones en decenas de millones de toneladas en el curso de la década. Las negociaciones tradicionales, por el otro lado, solo mueven los indicadores en unas pocas decenas de miles de toneladas, y excepcionalmente podríamos hablar de algún producto que se beneficiaría con una expansión de algún millón de toneladas anuales.

Curiosamente los especialistas en el análisis de las políticas públicas han estado ausentes de este debate durante varios años, como si la militancia gremial y política fuera la que otorga credenciales para adquirir sapiencia en estos temas.


  • El autor es director ejecutivo de la Fundación Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI).
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