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Un futuro de oportunidades

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 26 de abril de 2011

Por Lucio Castro

Más que festejar un pasado dorado que no fue, el reciente aniversario de las primeras dos décadas del Mercado Común del Sur (Mercosur) llama a reflexionar sobre sus funciones con espíritu práctico y realista. Ensayamos, a continuación, dos tesis sobre el presente y el potencial del bloque regional junto con tres propuestas concretas de políticas.

Tesis 1: El ocaso del Mercosur 1.0

El Mercosur está hoy lejos de las promesas de su origen. Es un área de libre comercio incompleta, sin avances en la reducción de barreras no arancelarias y con pertinaces regímenes excepcionales. No concretó la unión aduanera, con listas sectoriales y nacionales diferentes.

A pesar de una sobreoferta normativa, no hay avances significativos en la agenda de "integración profunda", con la excepción de servicios. Hacia afuera, el bloque fue incapaz de cerrar acuerdos comprensivos de libre comercio reconocidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En términos económicos, los niveles de interdependencia son persistentemente bajos e incluso presentan una caída reciente. Las exportaciones regionales se ubicaron apenas por encima del 20% en su máximo histórico (1997/98), muy por debajo de la Unión Europea (60%), Nafta (56%) e incluso la Asean (60%).

Las agendas de los principales países miembros se rigen por intereses defensivos y de corto plazo. Sectores que sólo representan el 10% del comercio bilateral generan fricciones frecuentes en el intercambio argentino. En la práctica, desapareció el interés común para profundizar el proceso de integración regional.

Tesis 2: Un futuro posible para el Mercosur

Pero en las cenizas de un presente aciago, se avizora un futuro posible para el Mercosur. La Argentina es el segundo destino de la inversión extranjera directa brasileña y, Brasil, el primero de la Argentina. Además, se acelera el proceso de integración productiva en sectores clave competitivos globalmente: agroindustria, automotriz y químicos, entre otros.

De forma crucial, la cadena de la soja convierte al Mercosur en un actor de peso global en un contexto internacional dominado por la voraz demanda asiática. Sumados, la Argentina, Brasil y Paraguay producen el 52% y exportan el 45% de la soja a nivel mundial. En los tres países, la consolidación de un sector agroindustrial que opera en la frontera de eficiencia global está cambiando la ecuación de economía política interna.

Por primera vez en la historia, la clase media representa la mitad de la población brasilera e impulsa el consumo a tasas de dos dígitos. Con 45% de las exportaciones estancadas en sectores de bajo crecimiento, se abre un espacio de oportunidades para los productos argentinos en el mercado brasileño.

En este contexto, es clave pensar en una agenda ofensiva para la Argentina con Brasil. Es crucial definir una estrategia para ampliar las exportaciones argentinas y aprovechar el dinamismo de la demanda brasilera a través del incentivo a sectores con ventajas comparativas latentes y estirando las cadenas de valor. Para ello, es fundamental trabajar en la agenda interna, fortalecer el sistema financiero, la infraestructura y los mecanismos de promoción.

Por otro lado, es necesario un nuevo acuerdo institucional. El Mercosur necesita cumplir pocas reglas, sobre todo enfocadas a reducir la discrecionalidad de las barreras unilaterales al comercio regional, y promover la integración productiva en sectores de alta complementariedad como servicios exportables, agroindustria, químicos y otros.

El foco debe ser el incentivo a sectores competitivos internacionalmente con la mira en crear empleos de calidad, que contribuyan a reducir la pobreza y la inequidad.

Finalmente, sería clave delinear una ofensiva negociadora con los emergentes de alto crecimiento. Para salir de la inercia actual es fundamental buscar acuerdos con las principales fuentes mundiales de alimentos ubicados en el Asia Pacífico. La meta: recuperar posiciones en la carrera que corremos con otros grandes productores alimentarios por aprovisionar a esa región en las próximas décadas.

Así pensado, el futuro del Mercosur abre grandes oportunidades para una integración profunda entre la Argentina y el resto de los países miembro, que permita aprovechar la oportunidad histórica que el mundo le ofrece a nuestra región.

El autor es director del Programa de Integración Global y Desarrollo Productivo de Cippec

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