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A pesar de todo, el mundo nos favorece

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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Lucio Castro, La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 8 de marzo de 2011

Los siete años que van desde 2003 hasta 2010 pueden ser descriptos como un período excepcional del comercio exterior argentino.

Las exportaciones se duplicaron y alcanzaron un máximo histórico de casi US$ 70.000 millones en 2008. La balanza comercial registró récords y contribuyó a lograr una cuenta corriente consistentemente superavitaria.

El boom exportador se apoyó en tres pilares: un tipo de cambio competitivo que redujo inicialmente los costos de los exportadores, capacidad ociosa de la oferta doméstica y, el factor principal, términos del intercambio muy por encima del promedio histórico.

Por otro lado, la causa profunda del boom exportador fueron las transformaciones productivas de los noventa: los cambios tecnológicos y organizacionales del sector agroindustrial pampeano y el aprovechamiento de "nuevos" recursos naturales como la minería y el petróleo.

Una mirada más detallada revela, sin embargo, un desempeño mucho menos excepcional en este período.

Primero, la Argentina es el país de Sudamérica que menos aumentó sus exportaciones.

Segundo, el peso en las exportaciones mundiales sigue siendo casi el mismo que en los ochenta, mientras que Brasil logró aumentar en 50% su participación. Tercero, las exportaciones están más concentradas: cinco productos explican el 80% del valor exportado.

Cuarto, el país continúa inserto en los segmentos de menor valor agregado de las cadenas globales de producción.

Esta decepcionante performance relativa se explica por la erosión de los pilares del boom exportador. La aceleración inflacionaria provocó una apreciación progresiva del tipo de cambio, con el estancamiento del crecimiento de las cantidades exportadas. Además, el agotamiento de la capacidad ociosa e incluso la caída en la producción en ciertas industrias -gas y petróleo- incentivó un fuerte aumento de las importaciones. La baja inversión en transables y el escuálido desarrollo financiero local limitan también la expansión exportadora.

Desde 2008, se sumó el recrudecimiento de las restricciones a las exportaciones; no sólo de las retenciones, sino también de medidas como cuotas, controles de precios y prohibiciones.

Además, se agregan crecientes restricciones a las importaciones, lo que aumenta la incertidumbre para la inversión y refuerza aún más, paradójicamente, los incentivos a la importación. Resultado: una progresiva reducción del superávit comercial.

Guiño mundial

Pese a todo, el mundo se sigue mostrando favorable.

Las nuevas potencias emergentes ya representan el 43,5% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y han sido responsables de un 70% del crecimiento de la demanda global entre 2003 y 2007.

Cepal y el Banco Mundial coinciden en que el crecimiento emergente duplicará al del mundo desarrollado en 2011 y lo continuará haciendo en los próximos cinco años. Así, casi dos tercios de la población planetaria están incrementando velozmente sus ingresos, con efectos sin precedente sobre la demanda mundial.

Una derivación inmediata, de importancia central para la Argentina, es el aumento sostenido de los precios de los productos primarios.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), hacia 2050 la población mundial alcanzaría los 9.600 millones de habitantes. Para poder satisfacer esta demanda, la producción debería aumentar un improbable 70%. Por ello, para 2015 se auguran precios entre un 15 y un 20% superiores a los actuales.

A esto se suma una oportunidad para vender más valor agregado. La mayor elasticidad del ingreso emergente sugiere un aumento en el mediano plazo de la demanda mundial de productos con mayor valor agregado. Se estima que hacia 2020 los mercados domésticos de Asia serán el doble del mercado interno estadounidense y, como consecuencia, la clase media mundial pasará de mil a tres mil millones de consumidores.

Por eso, aunque los últimos años aparezcan excepcionales a primera vista, es necesario profundizar y sincerar el análisis del desempeño de nuestro país en materia de comercio exterior para aprovechar dos oportunidades fundamentales: el crecimiento de la demanda mundial y el crecimiento de la demanda de productos con valor agregado.


El autor es director del Programa de Inserción Internacional de Cippec.

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