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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 13 de octubre de 2010

Con 25 millones de ciudadanos fuera de la pobreza desde 2003 y 30 millones que pasaron a formar parte de una clase media altamente consumista, Brasil, la mayor economía del Cono Sur y la octava mundial, está viviendo, para muchos, el mejor momento de su historia.

Y, sin dudas, esta transformación no es sólo un dato para la Argentina. Durante los primeros ocho meses de 2010, el 30% del aumento de las exportaciones argentinas (crecieron un 22%) se explica por el aumento de las ventas externas a Brasil, principal destino de nuestras exportaciones y país para el que la Argentina es el tercer vendedor luego de los Estados Unidos y China.

¿Qué puede esperar la Argentina, cuya economía está fuertemente ligada al desempeño de su vecino país, luego del ballottage? Dilma Rousseff o José Serra no son lo mismo en términos políticos, pero muchos apuestan a que la dinámica del crecimiento continúe más allá de los tintes políticos.

"Durante el gobierno de Cardoso, Brasil inició un proceso de reformas estructurales que cambiaron su identidad estratégica y su perfil productivo. Ambos inescindibles y de naturaleza estructural. Lula los hizo viables gracias a una exitosa asociación con el capital privado nacional y a un perdurable romance con el capital extranjero. Sea Rousseff o Serra la cabeza del ejecutivo poco podrán modificar del rumbo del Brasil emergente", apunta convencido Juan Recce, director ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI).

Según Miguel Angel Broda, el Producto Bruto Interno de Brasil crecería 7,3% en 2010 y 4,5% en 2011, aunque con ciertos desafíos por resolver en el futuro. "La economía brasileña tiene presiones estructurales: altos impuestos y apreciación de su moneda que lo ubican entre los países más caros del mundo, con un sector público sobredimensionado e ineficaz", explicó. Desde 2002, la inversión extranjera directa pasó de US$ 26.463 millones a 30.875 millones. Pero este gran flujo de inversiones presiona al real hacia su apreciación, lo que genera una amenaza para la competitividad de sus exportaciones y de su industria nacional.

En los últimos tres meses, el real se fortaleció un 4,8% frente al dólar y, de alguna forma, el gobierno se convirtió en una víctima de su propio éxito, al conseguir un mayor ingreso de capitales, pero una revalorización de su moneda al mismo tiempo.

Para el economista Camilo Tiscornia, ése es uno de los grandes desafíos de Brasil: "Al igual que otros emergentes, Brasil tiene que resolver la revaluación de su moneda. La clave es ganar competitividad con más inversión privada y reduciendo el gasto público".

Por otro lado, uno de los principales objetivos para la economía brasileña es hacer sustentable su crecimiento, hoy fuertemente dependiente de sus exportaciones y en especial de sus ventas externas de commodities, que significan el 70% de sus exportaciones. De hecho, más de la mitad (56%) del índice de acciones de la Bolsa de San Pablo, el Bovespa, se compone de empresas productoras de commodities, que venden al mercado asiático. Sólo las dos firmas petrolera y minera, Petrobras y Vale, representan más del 25% del índice.

Aprovechar oportunidades

El fuerte aumento de sus exportaciones reflejó factores exógenos que tienen que ver con el favorable contexto internacional que fortaleció los mercados de las commodities agrícolas y metálicos, pero fue también el resultado de aprovechar las oportunidades como estrategia de desarrollo promovida por el Estado y por los grupos empresarios que buscaron el mercado externo como una opción permanente de ingresos. Además, las políticas de incentivo a la renta y el combate a la pobreza a través del programa Bolsa Familia generaron un mayor impulso de la demanda interna, sumado al crédito al consumo. Así, el mercado interno está surgiendo como otra fuerza que dinamiza el crecimiento.

Y aquí es donde la clase media, que hoy alcanza a más del 50% de un país de 193 millones de personas, juega un rol estratégico como principal destinatario de la producción. La expansión de la clase media fue una de las obsesiones del gobierno de Lula para quien Brasil no será un país soberano y libre hasta que su población no esté en condiciones de votar y pensar.

En 2008, Brasil se transformó en el segundo exportador mundial de alimentos, después de Estados Unidos, sobre la base de un esfuerzo de 20 años de innovación tecnológica en los estados centrales de Mato Grosso, Goiás y Paraná. Entonces, la producción agropecuaria se extendió hacia el Nordeste en los estados de Bahía, Piauí y Maranhao, donde hoy se encuentra una de las últimas reservas de tierras fértiles aún no utilizadas.

Como resultado, hoy Brasil se sitúa entre los tres mayores productores mundiales de carne bovina y su producción de granos cubre 47,3 millones de hectáreas. A través de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa) se desarrollaron variedades de alta calidad nutricional, adaptadas a las necesidades de los agricultores y con gran resistencia a plagas. Esto permitió que Brasil aumentara su producción de granos un 80% en los últimos diez años, pasando de 83 millones de toneladas a 149.

Según la FAO, la demanda mundial de alimentos se duplicará en los próximos 20 años y Brasil aumentará su producción y su exportación de alimentos en un 40% de aquí a 2019, a través de un nuevo salto tecnológico en su forma de encarar la producción. Si estos pronósticos se confirman, éste sería uno de los flujos de comercio mundial más grandes de los próximos años.

Sin embargo, la necesidad de infraestructura es una cuenta pendiente y podría limitar el crecimiento de la agricultura. "La deuda más importante es la falta de inversiones públicas necesarias para mejorar el sistema de infraestructura y logística del transporte, incluidas vías férreas, puertos e hidrovías", señala Raúl Roccatagliata, responsable del Instituto de Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina.

Por otra parte, Brasil busca afianzar una matriz industrial competitiva e innovadora y acelerar su crecimiento a través de la fuerte asociación entre la academia, el sector corporativo y el sector público, tres grandes núcleos de poder, con una continuidad dentro de la agenda política por la fuerte consonancia de intereses y proyectos entre la Federación de Industrias de San Pablo e Itamaraty.

Pragmatismo

En el plano de su política exterior, el economista Pablo Kornblum destaca el pragmatismo de Brasil y señala como ejemplo los 15 acuerdos de cooperación energética que firmó con Venezuela en 2009. "Sin ideologías, Brasil extiende nichos de mercado en cualquier parte del mundo a través de acuerdos y expande su beneficio comercial", señala Kornblum.

Para Recce, Brasil busca además consolidar su vocación bicontinental. "Se considera a sí mismo como un actor que tiene anclaje en dos continentes." Por un lado, Petrobras tiene un régimen diferenciado de explotación de los recursos naturales en su espacio geográfico, con un Estado socio y gerenciador de los recursos naturales, para intentar evitar la apreciación de la moneda y la pérdida de competitividad de sus bienes industriales y, por el otro, Embrapa despliega proyectos en Africa para explotar minas y producir biocombustibles. Recce considera además que Brasil cambió su identidad estratégica para insertarse en el mundo como un Estado capaz de generar regímenes regionales: "Multipolarizar el sistema no sólo tiene que ver con la defensa y el poder militar de los Estados, sino con el tamaño de sus mercados y el rol industrial que ocupen dentro del sistema de producción mundial".

Pero ¿qué sucede entonces a nivel Mercosur? Para el presidente de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla, Brasil seguirá optimizando su autonomía, compatible con un Mercosur sin un desarrollo institucional fuerte que le quite flexibilidad para mantener abiertas sus opciones en las negociaciones internacionales en un mundo que aún no muestra una recuperación económica definitiva. "Es el contexto mundial el que escribirá el texto", dijo.

"Aunque Rousseff proclame "más y mejor Mercosur" y los social demócratas, con Serra a la cabeza, digan entre líneas que "Brasil es Pelé y el Mercosur una pelota de plomo, Brasil no puede proyectarse al mundo desde Sudamérica sin la Argentina", opina Recce, y agrega: "Ambos saben que los dividendos de la integración comercial, física y política se materializan antes que en renta, en un ambiente regional estable, seguro y cooperativo".

Según Félix Peña, la esencia del Mercosur pasa por la relación entre la Argentina y Brasil, y esto se vio reflejado en la cumbre de San Juan, en agosto. "Lo más importante que ocurrió fue la cumbre entre la Argentina y Brasil, y la reafirmación de la cooperación nuclear. La calidad de la relación entre la Argentina y Brasil constituye el núcleo duro de la estabilidad política y democrática en Sudamérica."

Para Peña, la relación es esencial en la transformación productiva conjunta y en la articulación de encadenamientos productivos que se orienten a aprovechar el escenario mundial. Y, en este sentido, no hay que subestimar el aporte que significa para Brasil la relación con la Argentina en términos de mano de obra calificada y de creatividad.

No obstante, según Peña esta relación bilateral se instala en el Mercosur como plataforma para negociar y competir en el mundo, pero "en un contexto internacional de varias opciones, en el que nadie querrá quedar pegado a nadie, y todos los actores querrán desarrollar una estrategia de alianzas múltiples, motivo por el cual habrá que usar formas de negociación heterodoxas".

Socios con escalas, velocidades y políticas diferentes, el riesgo hacia el futuro para la Argentina está abierto y es quizás el de instalarse en una dinámica de centro y periferia productiva con un Brasil que ha comenzado a jugar en otras ligas por su peso relativo demográfico, comercial y productivo, y por haber sabido aprovechar las oportunidades mundiales.

Por María Martini para LA NACION

- Gracias al trabajo hecho por la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria, que desarrolló variedades de alta calidad nutricional y resistencia a las plagas, la producción de granos creció 80% en los últimos diez años

- 70% de las ventas externas de Brasil son commodities; uno de los principales objetivos para la economía del vecino país es hacer sustentable su crecimiento, muy dependiente de las exportaciones de ese tipo

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