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La utopía del libre comercio

De FUNDACION ICBC | Biblioteca Virtual

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 27 de abril de 2010

Con las negociaciones de la Ronda de Doha en un punto muerto, el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, visitó la Argentina y dijo que "es técnicamente posible" alcanzar un acuerdo en las negociaciones en 2010, pero que para lograrlo se necesita un fuerte liderazgo político.

Lamy estuvo el miércoles en la sede del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), donde fue presentado por el embajador Néstor Stancanelli.

"Si no concluimos la Ronda de Doha no es porque los negociadores no hicieron su trabajo, sino por la política", dijo Lamy durante su exposición, y agregó: "Un tercio de las negociaciones dependen de los negociadores comerciales y el resto de las negociaciones, entre éstos y sus gobiernos y parlamentos".

Y para graficar la magnitud de las posibles tensiones entre los funcionarios, Lamy puso incómodos a los funcionarios argentinos: "Por ejemplo, a veces existen diferencias de políticas entre los bancos centrales y los gobiernos, sin alusiones personales, claro", ironizó.

Pero el caso que pareciera importar en el comercio multilateral es el de los Estados Unidos, el país que podría destrabar las negociaciones, pero cuyo Congreso todavía no aprobó al embajador ante la OMC ni al principal negociador de temas agrícolas propuestos por el presidente Barack Obama. Envuelto en temas de agenda interna como la reforma de los sistemas de seguridad social y del financiero, Estados Unidos está lejos de asumir el rol de impulsor de la llamada Ronda del Desarrollo.

"Estas rondas se destraban cuando hay liderazgos de los grandes actores, y en este momento el problema más serio es la falta de liderazgo norteamericano, por eso mientras el gobierno y el congreso norteamericanos no tomen impulso, Doha no va a avanzar", dijo Marcelo Regúnaga, ex secretario de Agricultura.

Agustín Tejeda, economista del Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), coincidió: "En la reunión de altos negociadores de la OMC de fines de marzo, quedó claro que lo que estaría trabando la Ronda es la posición de los Estados Unidos, que está volcado a temas internos". Y apuntó que el Congreso norteamericano es muy crítico de la apertura comercial en términos de pérdida de empleo, pero que además su política exterior está enfocada a ganar mercados en Asia, a través de la iniciativa Acuerdo Transpacífico. "Pareciera que Estados Unidos está dilatando la situación haciendo demandas excesivas a los países en desarrollo", agregó.

Por otra parte, tampoco estaría dispuesto a asumir el costo de reducir los subsidios a los bienes agrícolas a pesar de que no necesitaría usarlos dados los actuales niveles de precios de las commodities. "En teoría, Estados Unidos no tendría un problema real en aceptar bajar los subsidios, pero no quiere perder la flexibilidad de hacer política agrícola", explicó Regúnaga. El esfuerzo de Lamy en una gira por el interior de los Estados Unidos y su visita al Congreso norteamericano no pudo torcer todavía los fuertes lobbys agrícolas de ese país.

El caso de la Unión Europea es diferente ya que, a pesar de contar con un mayor presupuesto para subsidios agrícolas, fue transformando los distorsivos (apoyos directos a los precios) en subsidios no dañinos o mínimamente dañinos (aquellos que no afectan la decisión de producir, como pagos directos a los productores).

Stancanelli calculó el impacto de la pérdida de participación de la agricultura en el comercio mundial por el efecto de subsidios y proteccionismo para los países agrícolas en 150.000 millones de dólares.

Tensión argentina

Respecto de los bienes agrícolas, Lamy reconoció una tensión entre la posición histórica de la Cancillería argentina de solicitar una reducción de los subsidios agrícolas y, por otro lado, mantener un sistema impositivo dependiente en gran medida de las retenciones a esos artículos, además de aplicar trabas a sus ventas externas. "No sabemos qué haremos en el futuro", contestó ante la consulta sobre posibles nuevas regulaciones hacia los impuestos a la exportación en el marco de la OMC.

Sin embargo, algunos especialistas creen que la conclusión de Doha sería una manera racional de lograr que la Argentina deje de imponer trabas a las exportaciones. De hecho, Japón y otros países preocupados por su provisión de alimentos habían propuesto la incorporación en la agenda de esta ronda de la prohibición a las trabas a las exportaciones.

Acerca de los efectos de la crisis financiera internacional, Lamy dijo que ve una luz al final del túnel, pero aclaró que nunca mencionó "que el túnel es corto", y apuntó como principal problema al desempleo que todavía "permanece demasiado alto".

No obstante, férreo defensor de la apertura comercial, Lamy dijo: "El proteccionismo no protege. Trabar las importaciones puede proteger el empleo en el corto plazo, pero en el largo plazo el empleo de exportaciones es de mejor calidad y está mejor remunerado, por eso la apertura comercial lleva a mejores condiciones". El desafío, según Lamy, es equilibrar el desbalance entre el ahorro y la inversión.

El analista Julio Berlinski tampoco dejó de lado los efectos de la crisis financiera internacional en el comercio, que trajo un aumento de las barreras sanitarias, fitosanitarias y técnicas al comercio, y mencionó el caso del aumento del arancel externo común (AEC) del Mercosur para un grupo de productos textiles y de marroquinería en diciembre de 2009. "Los animal spirits siempre buscan una ventaja y es la política pública la que deben regular, aunque no siempre pueden ver el largo plazo", indicó.

Entonces, con los tesoros nacionales altamente endeudados, los presupuestos saturados y sin posibilidad de inyectar más circulante a las economías, y con poco margen para aumentar el consumo doméstico en los distintos países, excepto en China, "la locomotora de la economía mundial es el comercio", dijo Lamy y bregó por la necesidad de asegurar que las reglas del sistema mundial del comercio puedan funcionar más que nunca: "Dos ejemplos: los subsidios agrícolas y a los productos pesqueros, muy importantes para la Argentina, no pueden eliminarse sin que concluya la Ronda de Doha".

También Stancanelli defendió el multilateralismo: "El sistema multilateral es más eficiente que los acuerdos bilaterales porque se tratan todos los problemas, y garantiza un equilibrio para los países más chicos".

Pero más allá del escenario internacional, y a pesar de que la Unión Industrial Argentina (UIA) intentó mostrar una única posición nacional en la reunión que mantuvo el miércoles por la tarde en su sede con Lamy, Stancanelli y representantes de la CGT, la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), la Cámara de Exportadores y la Sociedad Rural, la Argentina mantiene sus diferencias históricas acerca de la conveniencia o no de la Ronda de Doha y de abrir su economía.

La industria

"La Argentina no quiere ceder en nada su proteccionismo industrial. Los automotrices, los textiles y otros sectores industriales quieren seguir teniendo una alta protección arancelaria", dijo Regúnaga. "Es cierto que lo que haga la Argentina no cambia el termómetro de las negociaciones en el mundo, pero tendríamos que conceder un arancel máximo del 25%, porque un 35% es una barbaridad".

En su opinión, si bien la Ronda de Doha no es la panacea, el hecho de que un bloque como la Unión Europea haya ofrecido eliminar todos los subsidios a la exportación sería "muy importante para algunos mercados como los de carnes y lácteos, ayudando a diversificar la oferta exportable argentina, además de impulsar el desarrollo de las economías regionales".

Para el presidente de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla, hay que mirar también el comercio con el resto de los países en desarrollo: "Si, por ejemplo, China o la India logran una reducción de los aranceles industriales pero también la posibilidad de imponer salvaguardias especiales a los productos agrícolas, la Argentina perdería en ambos sectores".

Por su parte, la UIA mantiene su posición de acuerdo con el paper que presentó en la última reunión ministerial de mediados de 2008 junto con sus pares de la India y Sudáfrica. "Lo que se solicita a los productos no agrícolas (NAMA) de los países en desarrollo es una fuerte reducción arancelaria que podría generar un aumento sustancial de las importaciones de manufacturas y una pérdida de empleo a pesar de que la Ronda de Doha contempla un acomodamiento de diez años", sostuvo Martín Etchegoyen, director ejecutivo de la UIA.

En su exposición en el CARI, un Lamy optimista insistió: "Tanto los Estados Unidos como la UE deben decidir cuál será su política agropecuaria en 2012; si la Argentina quiere que los subsidios retrocedan, lo mejor es concluir Doha lo antes posible".

Por María Martini, para LA NACION


150.000 millones de dólares

Es el impacto de la pérdida de participación de la agricultura en el comercio por el proteccionismo.

Hacen falta más regulaciones

Lamy se refirió durante su visita a Buenos Aires a la crisis financiera internacional que erosionó fuertemente la Ronda de Doha. "La economía mundial tuvo un descenso que fue peor que el de la crisis del 30, pero gracias a un gerenciamiento sensato, estamos saliendo", dijo, aunque aclaró que la crisis no está terminada y que todavía "no volveremos a los negocios como antes".

Según Lamy, se necesita realizar un seguimiento del sistema financiero, y todavía hacen falta más regulaciones que eviten futuras crisis. "Existe un agujero en cuanto a las regulaciones financieras y espero que el tema se trate en la próxima reunión del G20", acotó.

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