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Los arietes para devolverle a la Argentina su lugar en el mundo

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La Nación, Suplemento de Comercio Exterior, 4 de octubre de 2016

Por Emiliano Galli

El campo y el cerebro. Los arietes de la reinserción internacional de la Argentina en esta nueva época apuntan a liberar las fuerzas productivas agroindustriales y a fertilizar la innovación latente de la economía creativa y de la vasta industria de los servicios del conocimiento.

El mix es propicio. La indudable competitividad del agro argentino es una fuente segura de divisas pero, a pesar de liderar la producción exportable junto con Brasil, la incapacidad por fijar precios internacionales permanece incólume y deja a las arcas del Estado esclavas de los cíclicos caprichos de la cotización de las commodities.

Una negociación más agresiva, por un lado, y una mentalidad más comercial y marketinera, por el otro, serán el cóctel del desarrollo agroindustrial exportador. Porque no alcanza sólo con proponerse transformar los granos en proteína animal si no se negociaron accesos a los mercados de la carne, y si esos clientes internacionales no habilitan plantas frigoríficas para exportar. Por eso la diplomacia comercial debe volver a tener un lugar de lujo en la estrategia nacional.

Y a la diplomacia hay que ayudarla con valor agregado. Allí es donde la creatividad argentina debe converger con la producción no sólo para el desarrollo de nuevos canales comerciales (como transformarse en proveedores de alimentos de cadenas de supermercados y de mega franquicias) sino para la creación de una nueva imagen de los alimentos argentinos. La publicidad y los realizadores audiovisuales argentinos son ya un factor exportable: bien podrían encontrarse con la producción agroindustrial y maquillarla para las pasarelas de los supermercados del mundo.

Justamente, estos servicios son el segundo ariete. El mayor de los éxitos de la estrategia actual sería reemplazar la "fuga de cerebros" por la "exportación de ideas". Los servicios (o la "cosificación" del conocimiento) tienen la envidiable ventaja de no estar atados a los vaivenes internacionales de las commodities agrícolas, ni tampoco a la ciclotimia brasileña, ni a los potenciales virajes macro de China. La libertad de cintura de no estar determinados por precios ni mercados hace que esta industria genere una nueva ola en la Argentina, inédita: empleo e inversiones catapultados, logrando así transformarse además en simiente de una próxima revolución educativa, incentivada por las oportunidades laborales.

Pero tanto un potrero de soja como un unitario de televisión necesitan que el Estado planifique los pasos. En estas páginas presentamos sólo parte de ese equipo que, tras un profundo relevamiento de piezas, pondrá en marcha el nuevo ajedrez exportador argentino, y así, el ansiado desarrollo nacional.

Juan Pablo Trípodi. "Tenemos que fabricar nuevos exportadores"

La Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, nacida en esta gestión, busca ser una "fábrica de nuevos exportadores", según propone su director de Comercio Internacional, Juan Pablo Trípodi. Pero el desafío -que no subestima- es también transformar a la Argentina en un "Estado exportador", que no se agota sólo con levantar la administración del comercio exterior consagrada en la última década, sino que se materializará con la facilitación de la burocracia administrativa que le resta competitividad a los exportadores.

¿Cómo se presenta esta nueva Argentina ante los inversores?

-Yo diría cómo los convencemos de que esta vez el desafío van en serio. Ya mostramos cambios de 180 grados. Ahora hay que ir desregulando el Estado para mostrar con pasos concretos que no es un cuento que la Argentina esté en boca de todos.

¿En qué condiciones nace la agencia y qué servicios presta?

-La agencia se crea para internacionalizar la Argentina. Los países a los que nos queremos parecer tienen agencias como esta, que es un ámbito al que los inversores están acostumbrados a consultar, porque los ayudan a tomar las decisiones de inversión y les facilitan los procesos. Tenemos que crear ese ambiente, identificar las trabas y eliminarlas.

¿Y cómo actúan sobre el Estado para mejorar los indicadoresde facilitación del comercio?

-Tenemos una Dirección de Facilitación del Comercio y una de Asuntos Legales e Institucionales, que analiza los problemas más relevantes y constantes, e identifica a los organismos necesarios para cambiarlos, por ejemplo, a través de resoluciones o, en última instancia, a través de un proyecto de ley. Somos un nexo que representa a los privados frente al sector público y viceversa, todo en un marco de transparencia.

¿Cuáles fueron los primeros pasosde esta nueva estrategia?

-Trabajar sobre sectores, sobre las 60.000 pymes y las economías regionales, que es a las que apuntamos. Contactamos a las cámaras para relevar información que se volcará en un Plan Estratégico. Haremos acciones de promoción más específicas, concentradas en la calidad de la oferta, el conocimiento y la innovación. Desde la agroindustria hasta los servicios basados en el conocimiento. El Plan Nacional Productivo va a ser una herramienta fundamental en la internacionalización de las empresas. A la vez, debemos trabajar sobre las barreras internas que le quitan competitividad al exportador, y advertirle al inversor que entrar ahora puede ser más barato que dentro de un año.

Sustentable

Juan Pablo Trípodi lidera un equipo joven en la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, que absorbió la estructura de lo que fue la Fundación ExportAr.

Trípodi, como una gran mayoría de los funcionarios del Ejecutivo, viene del sector privado.

Durante 20 años trabajó en el Grupo Techint para la unidad de negocios de Ternium. De esos 20 años, 10 los pasó afuera, abriendo oficinas para desarrollar el comercio exterior de la compañía en países como China, España, Estados Unidos, México, Colombia y Brasil.

Los dos últimos años los pasó en el grupo Newsan, a cargo de las fábricas de Siam y Atma.

"Queremos ayudar a las empresas a convertirse en exportadores, integrando cadenas globales de valor, que es lo que mejor garantiza la sustentabilidad en el proceso de internacionalización de los negocios", dijo.

Marisa Bircher. "El feedback global es muy positivo"

Inagotable en su potencial, la agroindustria exportadora argentina deberá ahora entrenar duro luego de un largo y forzado receso de 13 años, porque no sólo todavía tiene mercados cerrados, sino que tendrá que activar todas las estrategias posibles de alta negociación para recuperar los mercados perdidos. Nada, en comercio exterior, es tan difícil como abrir una puerta que uno mismo cerró. Marisa Bircher, secretaria de Mercados Agroindustriales del Ministerio de Agroindustria, dedicó justamente los primeros 9 meses de gestión a un "mapeo" de mercados y condiciones de acceso para la producción nacional en el exterior. El diagnóstico fue crudo: "Había mercados cerrados sólo porque no se había enviado la información sanitaria solicitada. Fue lo primero que hicimos y logramos abrir 22 mercados en 9 meses".

¿En qué consiste el Programa Abriendo Mercados?

-En trabajar codo a codo con 20 cadenas agroindustriales para saber dónde estamos parados, qué producimos dónde vendemos y dónde no. Cada cadena tiene su problemática diferente. Hay que segmentar. El programa tiene varios ejes, y se trabaja con otros ministerios porque hay barreras internas que hacen a la competitividad, como los altos costos de transporte, excesivos gastos portuarios, presión fiscal y atraso en los reintegros. La eliminación de las retenciones y los ROE fue mucho, pero no fue todo.

¿Faltan abrir mercados?

-Trabajamos en tres frentes simultáneos: abrir mercados a través del diálogo sanitario; mantener los que están abiertos, siguiendo de cerca que no se frenen embarques, por ejemplo, y estar cerca del sector privado para recuperar los mercados. Pero hay una contraatacara: para abrir mercados a nuestros alimentos hay que entender que ellos también quieren vendernos sus alimentos.

¿Qué pesa más en esta tarea? ¿La discusión sanitaria o el diálogo político?

-Tenemos que ser buenos negociadores. Hay señales políticas que terminan cerrando mercados, y tenemos que borrar 10 años de malos mensajes políticos y llevar la negociación al plano técnico, de la documentación, con plazos.

¿Qué responde el mundo ante esta nueva etapa?

-El feedback es muy positivo. La Argentina siempre tuvo una agenda agroindustrial agresiva. Hoy, los mercados que no producen alimentos nos quieren comprar. Y los que producen nos escuchan con mucha atención y quieren estar cerca. Debemos recuperar la agenda ofensiva de negociaciones. Y eso significa que la Argentina recupere la voz cantante, mostrando cómo produce, no defendiendo su producción. El mundo está tomando nota de que volvemos a "querer ser" el supermercado del mundo. Y eso lo vamos a demostrar en el plano de las negociaciones internacionales.

Cadenas globales de valor

La gesta de la actual administración tendrá un plano de acción de campo y otro conceptual. El primero es parecido a contraatacar luego de la retirada, por lo que el ímpetu que le impongan a las negociaciones y a la promoción de mercados será determinante. Sucede que la ausencia de un mercado es una pérdida por partida doble: la participación propia, y el reemplazo por un competidor que habrá que desplazar.

La segunda tiene que ver con el mundo de las percepciones: llenar de contenido expresiones tales como "pasar de granero del mundo a supermercado del mundo" -una clara expresión de industrializar la materia prima en origen y exportar valor agregado fraccionado, por ejemplo- o bien "la Argentina puede alimentar a 400 millones de personas".

El problema de estas declamaciones es que son varas muy altas si detrás no hay equipos y recursos para ponerlos en práctica. Porque, nadie puede dudar de la productividad del campo argentino ni de la calidad de sus alimentos. No obstante, esta oferta no encontró los canales oficiales: por mejor vendedor que sea un privado, es el Estado quien debe abrirle ese mercado con su contraparte.

El equipo de Macri en Agroindustria al menos viene con una capacitación en comercio exterior excluyente, que lo lleva a conocer de planificación y tiempos de negociación y no de acciones spot de promoción.

Ejemplos de esta tarea se encuentran en la acción que se está emprendiendo con el continente africano. Se venden alimentos, sí. Pero detrás de esos alimentos se vende el conocimiento de los ingenieros agrónomos y la tecnología de la maquinaria agropecuaria: aumentar la productividad en destino equivale, en esta estrategia, a alimentar a más personas también.

"Estoy orgullosa de ser el granero del mundo" señala Bircher. Transformarse en el "supermercado" es el paso siguiente, dado a partir de una promoción inteligente que permita abastecer a grandes cadenas de alimentos del mundo.

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